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No acentúe conflictos

La lucha de poderes podría ser motivo de serios roces. Un hombre fácilmente puede sentirse amenazado a nivel intelectual, económico y social si su esposa con la cual comparte el campo profesional, trata de equiparársele, peor aún si lo supera en ingresos o en reconocimientos. Lo mejor es enfocarse en los aspectos positivos que el […]

La lucha de poderes podría ser motivo de serios roces.

Un hombre fácilmente puede sentirse amenazado a nivel intelectual, económico y social si su esposa con la cual comparte el campo profesional, trata de equiparársele, peor aún si lo supera en ingresos o en reconocimientos.

Lo mejor es enfocarse en los aspectos positivos que el rol de ambos puede aportar, como un mejor nivel de vida para la familia, sin importar quién destaca más.

Todas las parejas tienen altibajos en su vida como parejas, pero si no se actúa a los primeros indicios de que algo anda mal, se puede llegar a un punto en que la tensión sea insostenible y los problemas ya no puedan ser manejados sin la intervención de un experto.

Existe un buen porcentaje de riesgo de separación cuando las parejas asisten a consulta cuando ya están bien agotadas emocionalmente. Es más extenuante buscar soluciones cuando están casi al límite de su capacidad que si se atienden a tiempo y todavía están dispuestos a dar un poquito más para salvar la relación.

Lo que no debe hacer

Hay muchas actitudes que normalmente se adoptan y que no ayudan a la resolución de los conflictos. En medio de las discusiones suelen decirse cosas de las que luego se arrepienten. Culpar al otro es el principal error. La mayoría de las personas hacen una lista interminable de reclamos por las acciones y actitudes que le molestan de su pareja, pero no hay en ningún momento la madurez de reconocer las propias fallas, al menos no al principio de la terapia. Esta posición empeora el ambiente al crear un ciclo interminable pues el otro hace exactamente lo mismo.

Otro obstaculizador por excelencia es asumir la postura de “yo no puedo cambiar, soy así y así tenés que aceptarme”. Esto denota que la persona no está verdaderamente presta a colaborar con el proceso de terapia. Es fundamental que ambos estén dispuestos a participar y estén conscientes que deben analizar su conducta, su rol en la relación y que si existen deficiencias de su parte, tendrán que modificar su posición, lo cual podría implicar ciertos sacrificios.

Aferrarse al pasado, igualmente es un desacierto que se presenta con mucha frecuencia. Se trata de un reclamo eterno sobre algún error que haya cometido el otro y que incluso ya ha querido compensar. Eso significa obstinarse con algo que ya no puede remediarse. Al actuar de esta forma se genera en el otro una actitud de sentir que no hay razón para esforzarse si de todas maneras eternamente se le estará recriminando por esa equivocación. Si se quiere avanzar en la terapia, se debe tener la capacidad de perdonar.

No espere

La terapia de pareja no está supuesta para ser utilizada únicamente cuando hay un conflicto gravísimo o una crisis. Existen sesiones exploratorias o de mantenimiento que sirven para confirmar que se va por buen camino, reforzar cuestiones que han aprendido de sí mismos y sus capacidades de resolver problemas, así como para detectar cualquier actitud que luego podría devenir en un detonante de conflicto.

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