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Octavio Paz palabra viva

La vida diplomática del poeta, los libros creados durante su estadía en el servicio exterior mexicano y los amigos que fue cosechando a su paso, forman parte de su mundo ligado a París y la India, donde encontró fuentes de inspiración poética Salvador Martínez(*)Agregado cultural de la Embajada de México Poco conocidos, o mejor dicho […]

  • La vida diplomática del poeta, los libros creados durante su estadía en el servicio exterior mexicano y los amigos que fue cosechando a su paso, forman parte de su mundo ligado a París y la India, donde encontró fuentes de inspiración poética

Salvador Martínez
(*)Agregado cultural de la Embajada de México

Poco conocidos, o mejor dicho poco recordados, son los años que Octavio Paz se desempeñó en el Servicio Exterior Mexicano, paso que no podemos decir que haya sido breve; ahí cultivó relaciones que habría de conservar durante mucho tiempo y encontraría una actividad que consentiría su vocación y le permitiría ingresos. Fueron más de 23 años de trabajo para la Cancillería mexicana. Años que influyeron en su creación y en el hombre; son años fundamentales en la vida y en la obra de Paz, en su formación intelectual.

Los años en los Estados Unidos

Para 1943 Octavio Paz era un novel poeta que había escrito Luna silvestre (1933), Raíz del hombre (1937), Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España (1937) Entre la piedra y la flor (1941) y A la orilla del mundo (1942), los que le habían atraído lectores y buena crítica. Pero era un joven que tenía dificultades para sobrevivir y que quería salir de México, lo que logró al conseguir la beca Guggenheim (1943).

Ya estando en los Estados Unidos, ante su precaria situación económica, necesitó buscar un trabajo. Lo consiguió como canciller de tercera en el Consulado de México en San Francisco, con la ayuda del también escritor José Gorostiza, a la sazón alto funcionario en la Cancillería. Es el tiempo en que ingresa al Servicio Exterior Mexicano (1944), según registros de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Ese cargo fue “un puesto menor”, un trabajo para realizar servicios secretariales, que le ayuda a tener algunos ingresos para sobrevivir. Paz escribió un poema en prosa que se llama Visión del escribiente, donde se reflejan sus sentimientos sobre su momentánea situación.

Desde San Francisco, al mismo tiempo que trabaja en el Consulado, escribe como corresponsal de la revista mexicana Mañana, enviando crónicas sobre la gestación de las Naciones Unidas. Las crónicas del escritor, quien es presentado como uno de los “valores jóvenes de México”, fueron publicadas entre abril y junio de 1945, pero quedaron enterradas en el olvido tras su publicación. La UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) las ha editado bajo el título de Crónica trunca de días excepcionales.

Posteriormente, en 1945, es trasladado al Consulado de México en Nueva York, como canciller de segunda.

Durante su estancia en Estados Unidos Paz profundiza en la poesía del modernismo angloamericano, en la lectura y el descubrimiento de grandes poetas: Eliot, Pound, William Carlos Williams, Wallace, Stevens, Cummings.

El mismo Paz lo cuenta en sus memorias “viví en San Francisco y en Nueva York, pasé un verano en Vermont y dos semanas en Washington, desempeñé oficios diversos, leí incansablemente a los poetas ingleses y norteamericanos… y, en fin, comencé a escribir unos poemas libres de la retórica que asfixiaba a la poesía que, en esos años, escribían los jóvenes en Hispanoamérica y en España”.

Europa

Después de su estancia en los Estados Unidos, a finales de 1945, el poeta es trasladado como tercer secretario a la Embajada de México en París, donde queda encargado, principalmente, de elaborar los informes políticos reglamentarios de la embajada. Su trabajo es reportar lo que ocurría en Francia, en plena posguerra; desde ahí fue testigo de la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial.

En sus palabras “llegué a París en diciembre de 1945. Francisco Castillo Nájera había sido amigo de mi padre y había participado, como él, en la Revolución Mexicana. Lo nombraron Ministro de Relaciones Exteriores y me ofreció ingresar en el servicio diplomático. Yo en aquellos días (1945) vivía con mucha dificultad y pobreza en Nueva York, de modo que acepté desde luego. El poeta José Gorostiza, admirable poeta, era el Jefe del Servicio Diplomático y decidió enviarme a París”.

Octavio Paz prefiere desestimar los años que como canciller, el rango más modesto en el servicio exterior, se encontró laborando en los Estados Unidos, y es hasta que es trasladado como funcionario a Francia, con el rango de tercer secretario, que él considera que ingresa al servicio exterior.

Los años en Francia le significan al joven poeta no sólo el aprendizaje del oficio diplomático, años de los cambios ideológicos y de las definiciones. Gracias a su estancia en Francia, conoce a intelectuales europeos e hispanoamericanos del París de la Posguerra, colabora con las actividades del movimiento surrealista y con diversas revistas internacionales. Él mismo lo cuenta en sus memorias “… encontré amigos afines a mis preocupaciones intelectuales y estéticas; André Breton y Benjamin Péret, Albert Camus, José Bianco, Victoria Ocampo, Bioy Casares, Julio Cortázar y Silvina Ocampo. También conocí a muchos peruanos, entre ellos, a Fernando de Scyzlo, a la poeta Blanca Varela, al poeta nicaragüense Martínez Rivas y a muchos otros que formábamos el pequeño grupo donde leíamos nuestras cosas”.

En los años cincuenta publica tres libros fundamentales: Libertad bajo palabra (1949), considerado por el propio Paz su verdadero primer libro; El laberinto de la soledad (1950) —reflexión que continúa en Postdata (1970)—, retrato personal en el espejo de la sociedad mexicana; ¿Águila o sol? (1950), libro de prosa de influencia surrealista.

El regreso de México

Después de Francia es trasladado como segundo secretario a la embajada en Egipto (1951); posteriormente, Octavio Paz cubre una breve estancia en la recién inaugurada embajada de México en la India, en el año 1951, cuyo embajador era el ex presidente mexicano Emilio Portes Gil y, posteriormente, es comisionado como encargado de negocios ad ínterin en la embajada en Japón (1952).

En sus memorias hace una breve referencia a esta etapa: “Entre 1951 y 1952, también trabajando para la Secretaría de Relaciones Exteriores, había vivido cerca de un año, primero en la India y después en el Japón”.

Continúa su carrera en la diplomacia mexicana al ser nombrado encargado ad ínterin de la delegación permanente de México ante la Oficina de Organismos Internacionales en Ginebra (1952).

En 1953 regresa a México, y le es concedida una beca del Colegio de México “… tras nueve años de ausencia, regresé a México: era otra ciudad. Una ciudad todavía agradable aunque ya empezaba e convertirse en el monstruo de ahora. Encontré una nueva generación, muy distinta a la que había dejado. Cuando me fui, los escritores maduros eran los Contemporáneos y yo era uno de los escritores jóvenes. Cuando regresé, Rulfo había ya escrito sus obras maestras. Aparecían los primeros textos de Marco Antonio Montes de Oca, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Tomás Segovia”.

Se reincorpora a la Secretaría de Relaciones Exteriores y es nombrado primero subdirector y, posteriormente, director ad ínterin de la Dirección de Organismos Internacionales de la Cancillería (1954-1956).

Entre 1956 y 1959 Octavio Paz se dedica a escribir y participa en la fundación de varias publicaciones; se divorcia de Elena Garro.

En 1959 Paz regresa a París, por unos días está como encargado de negocios ad ínterin en Francia, y luego retoma sus relaciones con intelectuales hasta 1962, año en que es nombrado embajador de México en la India.

Último destino: India

En 1962 regresa por segunda a vez a la India, ahora como embajador de México. Un regreso que marcará para el resto de la vida al poeta y escritor.

A la vez que está acreditado como embajador en la India, es nombrado por el gobierno de México como embajador concurrente en Afganistán (1965), y un año después, también embajador concurrente en Ceilán (hoy Sri-Lanka) (1966). Paz rememora esa estancia “Viajé mucho por la India, por Ceilán, por Afganistán. Viajé también hacia adentro de mí mismo”.

La admiración que le produce esta cultura, ese vasto universo de la India, es muy profundo y se refleja en su literatura. Publica sus libros de poesía con influencia oriental: Viento entero (1965), Blanco (1967), Discos visuales (1968), y especialmente Ladera este (1969) donde él retoma muchos de los mitos y de las religiones de la India.

Es en esta misma significativa época que contrae matrimonio con Marie José Tramini, quien fue su compañera hasta el fin. Con palabras emocionadas, Octavio Paz así lo recuerda: “Tuve encuentros con paisajes, monumentos, gente y, sobre todo con una muchacha. Este encuentro cambió mi vida, porque aquella muchacha no tardó en convertirse en mi mujer. Después de nacer es lo más importante que me ha pasado. En la India, en 1964, nos casamos debajo de un gran árbol, un nim muy frondoso. Los testigos fueron muchos mirlos, varias ardillas y tres amigos”.

En esa etapa publica sus reflexiones sobre algunos poetas: López Velarde, Darío, Pessoa y Cernuda en el volumen Cuadrivio, así como los libros de ensayo: Los signos en rotación (1965), Puertas al campo (1966), ClaudeLévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, Corriente alterna (1967), Marcel Duchamp o el castillo de la pureza (1968) y Conjunciones y disyunciones (1969), importante revisión de los usos y costumbres en Oriente y Occidente.

Sobre Darío escribió El lugar de Darío es central, inclusive si se cree, como yo creo, que es el menos actual de los grandes modernistas. No es una influencia viva sino un término de referencia: un punto de partida o de llegada, un límite que hay que alcanzar o traspasar. Ser o no ser como él: de ambas maneras Darío está presente en el espíritu de los poetas contemporáneos. Es el fundador”.

La renuncia

El año de 1968 se dieron grandes movimientos en las universidades del mundo; México no es la excepción. El movimiento estudiantil es reprimido violentamente por el Gobierno, siendo presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Octavio Paz renuncia como embajador de México en la India como una forma de expresar su repudio a las acciones del Gobierno, que masacró el movimiento estudiantil en la tristemente célebre “Noche de Tlatelolco”, el 2 de octubre de 1968.

Éste fue el último encargo de Octavio Paz como diplomático. Nunca más regresaría al servicio exterior, ni trabajaría para ningún otro gobierno. Las experiencias vividas, así como las relaciones y amistades cultivadas en estos años le permitieron a Paz familiarizarse con otras culturas y escribir algunos de los libros considerados como parte fundamental de su herencia.

La Prensa Literaria

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