Frío ardiente y luna en llamas
Los campos nevados tintinean;
los árboles se resquebrajan como retoños;
el hielo se arquea violentamente para contemplar las estrellas.
El ferviente invierno está aquí,
las farolas rojas arden y la tempestad
lo desnuda todo. ¡Qué manera de morir!
y ¡dónde vas a pasar tu eternidad! una luz intensa, ligera es arrojada a través del ramaje tintineante
de un campo de abedules el aire es tenue,
frágil en los pulmones estalla en mil pedazos
El bosque llama al mar, por fin comienza a desnudarse aunque hace frío,
pero en vano: el mar le da la espalda
y se cubre con una ligera capa de hielo.
Inútil sostener que no se produce un constante cambio también ahora.
Basta con quedarse quieto un rato para ver cómo fluye el tiempo,
la luz es particularmente viva ahora en invierno
y los árboles cambian de color todos los días.
yo no sé dónde estoy la aurora boreal flamea con llamas azul metileno encima de mí:
en algún lugar en lo profundo
La luz se ha encogido hasta convertirse en una mancha apenas visible
en el horizonte al sudoeste, luego también ella se apaga, el cielo se derrite sobre la tierra,
el brillo opaco de la nieve vuela cada vez más alto, descienda en la otra orilla y comienza finalmente a arder en el sudeste.
El día vuelve a trazar una línea entre tierra y cielo, una
nieve blanca, incolora, brillante se extiende por todas partes, las sombras son nítidas, van acortándose mañana tras mañana.
En el instante siguiente se abre en la nieve un agujero negro.