Vienen los sueños y apenas sabes tú si te conoces. La vida juega en ti su doble cara: mil ramos de deseos brillan cerca, sonoros, aquí, en tu corazón; lejos, siente tu carne la sed de una palabra verdadera, perdida en la pupila de los otros. Siguen tus manos, solas, la fuerza de los días, la huida de las horas; los nombres de las cosas dan en ti su temblor, el uso que se anida en tu fatiga, sin sorpresa, con miedo. Pasa la risa por tus ojos y es turbio su color. Acampa en ti la pena y es un nuevo recuerdo.
Ese es el aire de otros días en tu hora presente: sin árboles, con brío, sin nubes, con prisiones, sin belleza, con sueños.
Y en cada orilla nueva aprendes tú una ilusión vencida que te sostiene y muere.