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Teatro campesino bajo la direc ción de Gerardo Molinares. LA PRENSA/Cortesía.

¡No ser bufón de la corte tiene un precio!

Hace unas semanas un diputado anunció la aprobación por parte de la Asamblea Nacional de 6.7 millones de córdobas para los artistas. ¡Qué buena noticia! Tecum Umanii y ADINJA lograron una parte: la noticia. Qué bien para los artistas nacionales, independientemente de a quienes se ha beneficiado y como se han distribuido esos recursos. Es una buena señal y ojalá que más de un grupo de teatro haya sido beneficiado con esta iniciativa. Porque, a excepción de algunos grupos, los teatristas hacemos teatro con las uñas.

Gerardo Molinares

Hace unas semanas un diputado anunció la aprobación por parte de la Asamblea Nacional de 6.7 millones de córdobas para los artistas. ¡Qué buena noticia! Tecum Umanii y ADINJA lograron una parte: la noticia. Qué bien para los artistas nacionales, independientemente de a quienes se ha beneficiado y como se han distribuido esos recursos. Es una buena señal y ojalá que más de un grupo de teatro haya sido beneficiado con esta iniciativa. Porque, a excepción de algunos grupos, los teatristas hacemos teatro con las uñas.

Tecum Umanii, cuya sede es San Ramón, Matagalpa, viene haciendo teatro campesino desde 1996, con un repertorio de diez obras, con cuatro giras centroamericanas, una gira a Estados Unidos. Julio Dávila, de la comunidad de San Pablo, fue ganador de un premio como mejor actor a nivel nacional en el festival de la APC en 1999, ocasión en que Tecum Umanii ganó el primer lugar.

Por su parte, ADINJA, formado por jóvenes rurales de Boaco y Camoapa, viene haciendo teatro desde hace dos años y comparte escenario con Tecum Umanii en tres obras, y debutó con la obra El Paraíso Perdido, en la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío en el 2008 y 2009.

En las últimas giras nacionales e internacionales han demostrado en común sus capacidades dramáticas para garantizar la calidad artística. Funerales en el Porvenir , uno de nuestros más recientes montajes, lleva hasta hoy sesenta presentaciones; y no solo la han disfrutado cooperativistas de catorce municipios del norte del país, sino que también, cooperativistas agrícolas de Honduras, El Salvador y Guatemala, que han expresado su satisfacción y lo han demostrado con la reprogramación de nuevas giras en el 2010.

A raíz de esta noticia, los integrantes de ambos grupos nos preguntamos: ¿Por qué si tenemos más de diez años de hacer teatro con campesinos para campesinos, no nos tomaron en cuenta en el beneficio de estos fondos?”. ¿Hubo otros grupos, que como nosotros, no entraron en este beneficio? Somos grupos, que a partir de nuestro trabajo teatral con la problemática rural, poseemos un enfoque crítico entre la realidad social y el hecho escénico; una crítica que va dirigida hacia nuestra sociedad, nuestro Estado, nuestro gobierno, como hacia nuestro gremio artístico (que por nuestras posiciones, en algunos casos, pretenden desconocer lo que hacemos), ya que todos sabemos que no hay arte más crítico que el teatro. Asumimos esta actitud crítica no solo con nuestras obras, sino también desde nuestra vida cotidiana. Es por eso que despojamos de sus vestiduras a los personajes que desfilan en la corte repitiendo los esquemas de poder y dominación, y les arrancamos los pedazos de su realidad social para remendar las historias teatrales en las que ponemos al descubierto las maldades que esconden en sus ropajes. Tenemos la dignidad y el valor de no ser parte de los bufones de esa corte. Y por ello, se paga un precio, pero se gana la solvencia moral, cuyo único compromiso es con el pueblo.

Un ejemplo de nuestro teatro es la obra Funerales en el Porvenir. Que cuenta la historia de una cooperativa que ha logrado un desarrollo productivo, por ende económico y comunal. Lo que le ha merecido reconocimientos. Esto le ha facilitado nuevas oportunidades, pero hay un problema: El presidente lleva dieciséis años en el cargo, y ante los rumores de malestar entre los socios y socias inventa su muerte para descubrir y desenmascarar a los conspiradores y calcular el grado de lealtad de quienes le siguen. En plena vela, socios y socias, debaten sobre todos los problemas de la cooperativa y lamentan que el presidente se haya llevado a la tumba los contactos, las comunicaciones, las cuentas, las gestiones, las relaciones, etc.

La vela se suspende por la novedad de que han aprobado un proyecto, cuyo convenio solo lo puede firmar el presidente. Para sorpresa de los presentes, ante el miedo por el rumbo que van tomando los hechos, el “difunto” decide salir de su ataúd, pero es demasiado tarde, su muerte ha sido notificada a todo el mundo. Socios y socias, muy molestos, y urgidos por actuar con seriedad ante el organismo que le financiará el proyecto, deciden aprovechar la presencia de todos para hacer una asamblea y elegir nuevas autoridades. El supuesto difunto, los amenaza con chantajes para que lo reelijan en el cargo. Esta artimaña no funciona, y por unanimidad, eligen a una socia. En el desarrollo de la trama, se aborda la problemática institucional que afecta a las cooperativas, y en esta problemática, las relaciones de desigualdad entre géneros.

Esta obra es una analogía de la realidad nacional. Aunque está dirigida hacia campesinos y campesinas de cooperativas agropecuarias, plasmando el comportamiento de líderes autoritarios, que en miniatura, imitan el comportamiento de los grandes caudillos; la obra, denuncia la exclusión de las mujeres y de los jóvenes de los espacios de toma de decisión. La pieza alerta sobre las consecuencias de la falta de apropiación y empoderamiento de los dueños de las empresas cooperativas; así como, desenmascara el abuso del liderazgo tradicional.

La obra, inevitablemente, también se asocia al conjunto de la nación, porque el autoritarismo y el caudillismo, son fenómenos históricos, que agobian al país y empujan a amplios sectores a la marginalidad y la exclusión por no formar parte de la misma línea política. Esta asociación mental, que genera la obra, de un hecho particular, como es la cooperativa, a un caso general (nación), reflejando la condición sistémica y endémica del problema, que se enfoca desde sus partes y desde el todo, es lo que ha provocado recelo por ciertos actores partidarizados que esperan que nuestro teatro convierta a los espectadores en condenados al silencio.

De esta manera, su modelo de referencia está cotidianamente inspirándoles y legitimando su comportamiento. De parte de estos actores locales existen avances y loables esfuerzos por cambiar, y hay resultados palpables de cambios, pero el paradigma referencial (nuestros líderes políticos y nuestras autoridades) ejercen sobre su mentalidad una influencia negativa y brutal.

Nuestro teatro, ha sido, es y será, entre otros fines, para cuestionar y denunciar estos fenómenos de nuestra realidad social, sobre todo en el ámbito rural, en donde los medios de comunicación convencionales son incapaces de competir con el poder comunicacional del teatro.

Actor y director de Teatro Tecum, Umanii y ADINJA

La Prensa Literaria

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