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Isidro Rodríguez. LA PRENSA/D. NIVIA

Isidro Rodríguez: “llegué al teatro y me quedé”

Actor, director y dramaturgo, llegó al teatro desde sus primeros años en la escuela secundaria, su obras han sido llevadas a los escenarios por destacados actores que le han dado voz y vida a Isidro Rodríguez.

Marta Leonor González

Isidro Rodríguez nació en Managua, 1956. De niño nunca soñó con ser actor, hasta que su maestra de secundaria lo llevó por primera vez a ver una obra en el Teatro Nacional Rubén Darío. Estudió la carrera de español en la UNAN. La enseñanza también ha sido una de sus grandes pasiones, pero el amor por el teatro le ha valido premios, publicaciones de libros, monólogos y obras teatrales.

¿Cuál fue su primer encuentro con el teatro?

Al comienzo mi mama me sacaba de pastor, en Semana Santa en el lavado de los pies, de ángel, de Juan Diego, ella hacía las promesas y me sacaba disfrazado, eso a mí no me gustaba pero cuando yo llego a estudiar al Instituto René Schik, mi maestra era doña Nydia Palacios, y es ella la que me lleva al teatro, ésa es mi primera vez. Montó ella la oficina de Alfonso Pasos, y era la primera vez que miraba teatro, ahí me gustó, después formé parte del grupo.

¿Cuándo decide hacer teatro y ser actor?

A partir de entonces yo comencé a hacer teatro y me quedé dando clases en el René Schik. En los setenta empecé a hacer un teatro, que le llamaban “teatro combativo” me pintaba, me presentaba en la calle, hacia la obra frente a la gente de carácter coyuntural y luego se queda el político hablando.

¿Era un teatro político el que presentabas en la calle?

Era una técnica donde vos vas dentro del público y haces una obra de teatro, utilizaba porras y latas para hacer la bulla. Era época de dictadura la gente moría y en represión a eso, se presentaba la obra y luego venía un político y comenzaban hablar a favor de que se quitara todo aquella represión de Somoza. Este en 1978 y 1979.

¿Ya en la etapa de la Revolución como se integras al teatro?

Cuando triunfa la Revolución yo tengo un grupo de teatro, eran jóvenes del barrio donde yo vivía. Era un teatro en el que trabajábamos con poemas de Leonel Rugama, Rosario Murillo, Gioconda Belli, Ernesto Cardenal.

Cuando la Revolución, Roberto Orihuela de Cuba, imparte un taller y premiaban al que escribiera la mejor obra para que se fuera a Cuba, estuve así con el grupo El escambray, estuve como actor, vi su metodología, recibía clases sobre dramaturgia. Formé varios grupos de teatro entre ellos uno de maestros, actuaba, dirigía y escribía teatro, pero una vez reflexionando me pregunté en qué era yo mejor y me di cuenta que lo que más me gustaba era escribir sobre teatro, la primera obra que escribí se llama Las Mercaderas. Después formé un grupo con los trabajadores de la casa de gobierno, ahí estábamos coordinados por Juanita Bermúdez, empecé a escribir en ventana, con criticas de teatro. Algo que me ayudó mucho fue mi relación con Alberto Ycaza, con Rolando Steiner, Pablo Antonio Cuadra que me publicó una obra de teatro basada en un poema que se llama La Juana Fonseca.

¿Su libro Las Muñecas También se Mueren es una fuerte crítica a lo sistemas de violencia que viven las familias?

En esta obra es la incomunicación y la descarga del poder, en que sentido, el jefe y el contador están en sus trabajos, descubren que hay un desfalco que lo hace el jefe, y se desquita en el contador y éste llega a su casa y se desquita en su esposa, la mujer se desquita en la niña y ésta se desquita en la muñeca hasta que al final la mata. Hay una cadena de la violencia, uso una poesía popular y es un absurdo a la vez. Igual que los dos monólogos que son parte de la obra que han sido llevados por la UCA, bajo la dirección de Bolíivar González se presentó el monólogo Una Mujer Feliz se Suicida por laTarde, y la Evelyn Martínez interpretó uno de mis monólogos A la Sombra de una Luz Oscura. La primera obra mía que se montó fue Una Fiesta de Juguete por Comedia Nacional, fue una obra infantil en 1990. Gané el Premio Rubén Darío en la rama de teatro en 1990 con la obra Un Sol de Cartón Arde en una Ciudad de Papel entre los jurados estuvieron Nydia Palacios, Chuno Blandón y Álvaro Urtecho.

¿Qué siente un dramaturgo cuando ve una de sus obras en el escenario?

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Para mí, más que la publicación del libro como registro que queda, me interesa el montaje de la obra. Hay una enorme satisfacción de ver que tu obra está siendo llevada al escenario y toma vida en los actores, en los personajes. El problema que aquí tenemos que los actores o directores no montan obras nacionales, sólo de extranjeros, esto es porque somos muy divididos.

¿Percibís que hay un relevo en el teatro con nuevos dramaturgos?

Valoro el trabajo de Lucero Millán que ha fundado una sala, tiene 30 años interrumpidos de hacer teatro, Comedia Nacional que es un punto de referencia en Nicaragua. De relevo miro que hay muchos, Mick Sarria, está en la búsqueda de nuevos lenguajes, otro es Gerardo Molinares con las propuestas del teatro campesino, los grupos de teatro de las universidades como la UAM y la UNA que hay semilleros para el teatro con talento.

¿Qué tendrían que replantearse los teatristas para un mejor desarrollo de su labor como actores?

Buscar la unidad de los teatristas en función de buscar un lenguaje teatral y hacer que se sienta como la poesía, la narrativa, la pintura que tenga ese mismo peso y no es por falta de creatividad, a veces falta un interés de los actores porque hay un teatro muy acomodado a los organismos, si te dicen que hagas una obra sobre el Sida lo haces y esto es por la situación económica y de sobrevivencia.

¿Además de escritor y actor usted es un gran promotor?

Como promotor he recorrido todo el Pacífico, he llegado hasta Nueva Guinea y El Rama y he hecho tres obras en los colegios, ElSueño del Indio, El Rey Borifacio, y El Vago que habla de no a la vagancia, si al estudio, y a través del teatro voy dando mensajes con un teatro educativo preventivo.

¿Cómo han tomado este teatro en las aulas de clase?

Hay una integración tanto de los profesores como de los estudiantes. Siempre mis obras han sido bien recibidas. Estoy montando una obra El Caballo que Comía Flores, para niños de primaria y es contada con juguetes, caballos de madera, peluches, solo juguetes.

La Prensa Literaria

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