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Henry Petrie autor de Urbanidad marginal, su nuevo libro de poemas sobre la ciudad. la prensa/R.Ortega.

La marginalidad y los lenguajes

Petrie está salpicado de otras lecturas o intuiciones, como toques del Beat exteriorismo e intimismo de Charles Bukowski, lo brutal de Henry Miller, el vulgareo del mexicano Renato Leduc, o el mismo feísmo de Charles Baudelaire, pasando por los poe-mínimos decadente urbano del Senryu oriental gemelo del brasileño José Geraldo Neres (a veces estos mínimos son neorrealistas); y la picardía del mexicano poético, el cocodrilo Efraín Huerta, y aterrizar en los mínimos urbanos de Jack Kerouac en

F ritongo Morongo (moronga frita sería su traducción, un pleonasmo intencional, aparte de ser una jitanjáfora) es una novela parteaguas en Nicaragua, porque se sale de la memoria pos revolucionaria y salta, al fin alguien, a la novela picaresca policial; la picardía con los gratos antecedentes de novelas mexicanas como del Periquillo Sarmiento (primera novela americana escrita en español), La Vida Inútil de Pito Pérez o las novelas, y más cercanas en edad, la del pinolero Alemán Ocampo en Alonso Palomino , o más reciente el brasileño Jorge Amado, (sobre todo en La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua ) o Timbucos y Calandracas del granadino Jorge Eduardo Arellano. Fritongo Morongo agrega y muestra los modismos, calós, escaliches mesoamericanos, donde el personaje principal es el más grande mercado de Centroamérica. La psicología mesoamericana aparece ahí. Aquí tenemos a un autor del neo-naturalismo, continuidad en algo de su antecesor Zola al Natural, sin dejar el romanticismo social de Víctor Hugo, y el realismo de sus descripciones como Clarín (la denuncia social) y Flaubert (alaba las viejas costumbres) y de ahí mostrar la enfermedad social.

Petrie está salpicado de otras lecturas o intuiciones, como toques del Beat exteriorismo e intimismo de Charles Bukowski, lo brutal de Henry Miller, el vulgareo del mexicano Renato Leduc, o el mismo feísmo de Charles Baudelaire, pasando por los poe-mínimos decadente urbano del Senryu oriental gemelo del brasileño José Geraldo Neres (a veces estos mínimos son neorrealistas); y la picardía del mexicano poético, el cocodrilo Efraín Huerta, y aterrizar en los mínimos urbanos de Jack Kerouac en La Usa latina (Los Ángeles y San Francisco), así como tiene dejos de mi reportaje sobre La Chureca.

Sobre urbanidad marginal

1 sección.- Bienvenido al margen. Urbanidad parapléjica. Efecto Mopi –los rótulos luminosos que hay en las calles–. El Antisocial criminal Sociópata amante de fantasmas. La urbanidad parapléjica (afectado de la columna o desde la cintura a las piernas). El libro inicia y termina con la palabra Graffiti. Va a mostrar lo que somos, tipo la medusa que quien la mira se convierte en estatua, porque no soporta verse a sí misma, como es.

Ciudad sin nombre, fantasmagórica lodosa, llena de temblores, gays, churequeras, el mercado, en este caso el Oriental y sus olores, sus lenguas a lo torre de Babel, y Apocalipsis; paralela a sus habitantes nocturnos, como lechuzas con cadejos, anuncian la muerte del indio, momias por antiguos, lo que ha quedado de la ciudad, y en esas ruinas se ven muñecas decapitadas, duendes, ahuizotes, espectros, muertos vivos; el limbo: el grito interior sin eco. El ser no ser. El paria…

La ciudad con centrohistoruinoso (la historia en ruinas, sin memoria por el trauma o deformada por los fanatismos politiqueros). Un reclamo a religiosos y políticos, también a comerciantes, de la economía y las almas. La pobreza de la mano de la tecno en el flashbacks, marketing y bien cerquita, Infantes golondrinas (p. 36): entre las cuevas el sexo y la violación (buen tono de este poema, sobre todo para los que vimos en situ algo de estas escenas dichas aquí, poéticamente).

Sección dos.- Las patentes turísticas. Abunda la mujer en distintas edades, con poemas bien logrados entre el filme y el color, pintura de artista y pintura que se aplica la mujer de noche: trata con ternura a la que alquila el cuerpo. La danza de quien lava ajeno, las de zonas francas y ojeras de amanecer, la churequera con padrote llenándola de hijos, o la musa inadvertida vende chocolate como su piel que cuida, atesorando su virginidad.

Los emigrantes, los afectados de otro tipo de napalm, insecticidas, como museo de cera; el cantante monótono de la misma esquina, esquina misma. El ayuno hambre, la recolección de la basura es todo un ritual; la Hipocratitis sin medicina ni médicos (p. 60).

Las mujeres. El poema Noctámbulo : sonido sensual o violatorio con un final circular que si se hace se modifican las palabras. Lluvia de tornados en el que titula Niñez traumada (p. 53); violación o abuso del padrastro en Hija de niña (p. 66). Revelación de mancha: mariposas negras, las putillas. Zanatina (p. 71): las cabalgadoras mayas, porque me remonta a las aves de mal agüero de los mayas, aves incompletas. Espectro (p. 50) es un lienzo de colores palabras, el poeta con sus amigas de la noche. Crimen (p. 73) es el grito emparentado con Nocturno , donde maúlla un gato y no se le ve.

Sección 3.- Baches para el marketing. (Incluyo el del graffiti, porque da imagen, publicidad). Contiene dos prosemas.

Sin ofender a la mujer la mienta: De la calle (p. 89), V enadita (p. 90), A la del Bar (p. 91). No es la lujuria de Darío en La Larva o aquella Cegua que lo persiguiera en París después de una más de sus franchasquelas.

Minicuentos y poecuentos en Nocturno , El no ser (p. 79), Residuos (donde pide ella al versero, el veneno: la imaginación, el idealismo, el amor) (p. 93).

Aparecen Mitos : cadejo, murciélago, drogado ( Aliento profundo –p. 96–, lo titula), fantasmas, apotegma en Sombra de la noche , se enyuntan con los personajes de la ciudad como los bolos –bazuqueros–, es decir, “pedos”, como se dice en México. Entiéndase borrachos: Al margen (p. 85), Síndrome (p. 87), poemas drogos, alcohólicos; sicodélico en Chispa en el fondo y oscuridad clareante, paralelo al ya mentado Aliento Profundo .

Descriptivo casi en adivinanza, donde lo fácil es decirlo o caer en lo peyorativo, vulgar: Desde grietas y huellas (p. 105). Acahualinca sólo dicho por PAC y Cardenal. Y éste de Petrie, no desmerita. Letras Asiladas (p. 77) como la ciudad bomba guerrillal, ciudad sin nombre ni calles, ni numeración. Telaraña. Laberíntica.

La tecno en Ermitaño del rincón (p. 83). Poema a dos columnas para leerlos independientes o en conjunto como anuncios en Multi-dimensión-textual (p. 95). Y terminemos mencionando sus dos prosemas: Leberintrífugo (p. 98), jitanjafonía en título, lenguaje urbe tecno en el laberinto urbano humano fantasmal. El otro prosema, De la fragua al gozo (p. 102), ella-lago-gozo-ciudad-malecón con sus colores, tinturas y sabor de filme en colores.

En este lenguaje del submundo, Petrie nos presenta los mismos o casi mismos personajes tanto en narrativa como en la poesía. Si en el primero hinca e inca en la picardía para sobrevivir, el segundo nos los muestra en huesos sin necesidad de radiografía. Son más que gemelos, son siameses: Fritongo Morongo y Urbanidad marginal.

Henry A. Petrie en sus dos últimas obras; Fritongo Morongo y Urbanidad Marginal, manifiesta su búsqueda de identidad propia y social

La Prensa Literaria

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