14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El conejo de la luna

Quetzalcoatl, el dios grande y bueno, divinidad de los antiguos mexicanos primitivamente adorada por los toltecas, identificado con el planeta Venus, fue posiblemente un personaje histórico deificado, que enseñó a los pueblos creyentes la agricultura, el trabajo de los metales, las artes, el calendario y predicó una religión de amor y resignación. Su nombre significa literalmente serpiente emplumada.

(COMPILADOR)

Quetzalcoatl, el dios grande y bueno, divinidad de los antiguos mexicanos primitivamente adorada por los toltecas, identificado con el planeta Venus, fue posiblemente un personaje histórico deificado, que enseñó a los pueblos creyentes la agricultura, el trabajo de los metales, las artes, el calendario y predicó una religión de amor y resignación. Su nombre significa literalmente serpiente emplumada.

Un día se fue a viajar por el mundo con figura de hombre. A la caída de la tarde, cuando había caminado todo un día, a pesar de que se sintió fatigado y con hambre, no se detuvo. Siguió caminando y caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó por la ventana de los cielos. Entonces, se sentó a la orilla del camino y descansó. Cuando vio a un conejito que había salido a cenar, le preguntó:

—¿Qué estás comiendo?

—¡Zacate! ¿Quieres un poco?

—¡Gracias, pero yo no como zacate!

—¿Qué vas a hacer entonces?

—¡Morirme, tal vez, de hambre y sed!

El conejito se acercó a Quezalcoatl y le dijo: “¡Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí!” Entonces, el dios acarició al conejito y le dijo: “¡Tú, no serás más que un conejito, pero todo el mundo se ha de acordar de ti!” Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después, el dios lo bajó a la tierra y le dijo: “¡Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y todos los tiempos!”

(Enviada por Mario Alberto Rojas Darce, 18 años, La pintora, León. Se lo contó su tía Jamileth Darce, barrio El Cementerio, Matagalpa).

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí