Por Lésther Alfaro N.
Una mañana fría y ventosa,
a comienzos de mayo en diurno.
la soledad me acompañaba.
Cuando por un instante,
un gorrión se posó bajo una rama de un triste árbol.
Entonces me pregunté estrechamente en mí,
¿Cuánto te amé?
y salieron pequeñas lágrimas de mis ojos.
Fui tan franco en ese verano,
recordándote,
te valoré más,
que los demás,
aún con la gota amarga,
de este principio y frío invierno.
MADRE
A Dina Loyda
Niña de las noches tristes,
olvida tu soledad.
La sombra de tu día se hará luz.
La herida se cerrará
y darás vuelo al amor eterno,
que contigo llevas en ese tierno músculo latente.
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