Por Carlos Castro Jo
La misma cara
de hace veinte años,
los mismos ojos
lo miraban sin parpadear.
Él la invitó a ser su amiga,
otra vez.
Chatearon de futbol, de las fotos viejas,
de la iglesia anglicana que botó
el huracán Joan,
de El breve espacio en que no estás,
Ojalá,
y, finalmente,
de Caballo viejo.
Ahora tenían cincuenta años
pero probaron otra vez.
Pasó en Facebook.
Es decir, fue virtual
como un amor real.
PAQUETES DE INFORMACIÓN
A 3,000 millas de aquí
mi hermano abre la pantalla de su laptop
y habla conmigo.
Su cara es la misma de siempre
y su voz también,
a pesar de que ambas viajan
en paquetes de información,
encadenados,
como este siglo
que fluye veloz, fragmentado,
por los teléfonos celulares,
la internet, los libros electrónicos,
y que se ve a colores
en las pantallas de las computadoras.