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 Warren Beatty y Faye Dunaway en Bonnie y Clyde (1967) de Arthur Penn. LA PRENSA/CORTESÍA.

El cartero siempre llama dos veces:

En la actualidad muchísimas personas ignoran quién es Tony Curtis (muerto el 29 de septiembre pasado, a los 85 años), por lo que resulta difícil imaginar la inmensa popularidad que gozó en la década de 1950. Con más de un centenar de películas en su haber, hoy se le recuerda sobre todo por

Por Franklin Caldera


TONY CURTIS: MÁS BONITO QUE UN SAN LUIS

En la actualidad muchísimas personas ignoran quién es Tony Curtis (muerto el 29 de septiembre pasado, a los 85 años), por lo que resulta difícil imaginar la inmensa popularidad que gozó en la década de 1950. Con más de un centenar de películas en su haber, hoy se le recuerda sobre todo por Una Eva y dos adanes (1959), la trepidante comedia de Billy Wilder, coprotagonizada por Jack Lemmon y Marilyn Monroe.

Hijo de emigrantes judíos provenientes de Hungría, Bernard Schwartz (su verdadero nombre) tuvo una niñez marcada por la pobreza. Gracias a la ayuda del Gobierno a los veteranos de guerra, estudió actuación en Nueva York. Su apostura física le valió un contrato con la Universal para filmar en Hollywood.

Una serie de películas en las que actuó junto a su primera esposa, Janet Leigh, afianzó su popularidad: El gran Houdini (1953), El escudo negro (1954), Los vikingos (1958) y Pepe (1960; que contiene una divertida secuencia de la pareja con Mario Moreno Cantinflas).

En 1956 coestelarizó con Burt Lancaster y Gina Lollobrigida, la película circense Trapecio, dirigida por Sir Carol Reed. Lancaster, actor/productor, le asignó un papel secundario de gran intensidad dramática en La mentira maldita (1957), inspirada en la vida del poderoso columnista Walter Winchell.

Su rostro de “niño bonito”, una predisposición natural para la comedia y un fuerte acento judío del Bronx, impidieron que fuera tomado en serio al comienzo de su carrera. Pero en poco tiempo demostró un talento excepcional para roles dramáticos protagónicos, como el prisionero blanco que huye esposado a un prisionero de color en Fuga en cadenas (1958), de Stanley Kramer, por la que Curtis y Sidney Poitier fueron nominados para el Oscar. Su trabajo en El estrangulador de Boston (1968), un reto a la Academia, pasó inadvertido por los votantes.

En El sexto héroe (1961), de Delbert Mann, interpretó al indio pima Ira Hayes (uno de los 6 infantes de marina fotografiados por Joseph Rosenthal, clavando la bandera de Estados Unidos en Iwo Jima). Hábilmente maquillado, supo proyectar la tragedia de un ex combatiente incapaz de reconciliar su doble condición de héroe de guerra y marginado social.

Durante la filmación de Taras Bulba (1960) en Argentina, se enamoró de la actriz austriaca Christine Kaufmann y abandonó a su mujer. A mediados de la década sufrió el destino fatal de muchos compañeros de generación (Troy Donahue, Tab Hunter, Robert Wagner, Jeffrey Hunter, etc.) que preparados para el estrellato bajo el sistema paternalista de los grandes estudios, vieron el desplazamiento de ese sistema por un entorno de producción mucho más descentralizado y competitivo para el que no estaban listos.

Curtis probó suerte en Europa, donde protagonizó películas intrascendentes ( El cinturón de castidad , Los sanguinarios, Las audaces aventuras de Casanova ). Y aunque los intentos de rehacer su carrera como actor de carácter en Estados Unidos, por ejemplo en El último magnate (1976), de Elia Kazan, no dieron los frutos esperados, nunca estuvo inactivo. Alcohólico y adicto en recuperación y pintor aficionado, su filmografía se extiende hasta 2008, con la película David y Fátima del director egipcio Alaim Zaloum.

ARTHUR PENN: CINE Y CONTRACULTURA

Perteneciente a la generación de directores surgidos de la televisión, los primeros años de carrera de Arthur Penn (fallecido en Nueva York el 28 de septiembre pasado a los 88 años) están marcados por el drama titulado La hacedora de milagros, sobre la maestra Annie Sullivan y su alumna, la célebre sordociega, Hellen Keller.

El guión original fue escrito por William Gibson como un teledrama de la serie Playhouse 90, transmitido en vivo bajo la dirección de Penn y protagonizado por Teresa Wright y Patricia McCormack (la niña perversa de La mala semilla ).

Gibson adaptó su guión al teatro y al cine (1962, con el título de Ana de los milagros ), siendo ambas versiones dirigidas por Penn y protagonizadas por Anne Bancroft y Patti Duke, premiadas por la Academia. La fotografía estuvo a cargo del legendario Ernesto Caparrós, que en 1937 dirigió el primer largometraje sonoro cubano, La serpiente roja (1937), con Aníbal del Mar, el futuro juez de la tremenda corte, como Chan-Li Po, el “Charlie Chan” cubano.

En el primer filme de Penn, El temerario (1958), Paul Newman interpretó a Billy The Kid con el manierismo propio de los primeros años del Método de Stanislavski en Hollywood. Mickey One (1965), con Warren Beatty, fue un intento no muy logrado de hacer cine existencialista al estilo europeo. Tampoco tuvo éxito La jauría humana (1966), ambicioso estudio sobre corrupción y violencia en el sur de Estados Unidos, con Marlon Brando, Jane Fonda y Robert Redford.

En 1967, mismo año en que se estrenó El Graduado, de Mike Nichols, Penn dirigió Bonnie y Clyde (1967), glorificación desde una perspectiva contracultural de dos asaltantes de bancos, interpretados por Faye Dunaway y Warren Beatty. La violencia descarnada de esta película (nominada en todas las categorías importantes) dio inicio a una era de mayor realismo en Hollywood, necesario para reflejar la violencia circundante generada por la guerra del Vietnam y los disturbios sociales dentro del país.

El decano de la crítica de cine Bosley Crowthers desde The New York Times, no comprendió la película. Paulina Kael, crítica de cine de The New Yorker , la proclamó una obra maestra. Había nacido un nuevo Hollywood. Una nueva forma de hacer cine. Una nueva manera de ver el cine.

Después de El restaurante de Alicia (exploración de la inocencia inicial del movimiento hippie, antes de que el lema de “amor y paz” se transformara en “drogas y muerte”), Penn logró otro hito del cine contracultural: Pequeño gran hombre (1970), western revisionista con Dustin Hoffman, que presenta la masacre de cheyennes en Washita River (Oklahoma), perpetrada por la séptima de caballería del ejército de los Estados Unidos en 1868, como una alegoría de la masacre de My Lay, en Vietnam.

La irrupción de los directores-productores egresados de las facultades de cine (Coppola, Scorsese, Lucas, Spielberg y el autodidacta canadiense James Cameron) desplazó a los directores de la generación de Penn, cuyas incursiones en el cine se hicieron cada vez más esporádicas y deslucidas: Duelo de gigantes (The Missouri Breaks), con Marlon Brando y Jack Nicholson; Agente doble en Berlín y Muerte en invierno . En las décadas anteriores a su fallecimiento, concentró su atención en el teatro y la televisión, donde produjo la serie Ley y Orden .

La Prensa Literaria

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