Por Martha Leonor González
Preparaba una de sus pinturas cuando un paro cardiaco lo sorprendió. Por el empaste y los trazos podría adivinarse que pintaría un gallo sobre un fondo amarillo con mucha luz. Ésas fueron las últimas pinceladas de José Miguel Flores Antón, de 42 años (León 1968-Managua 2010), mejor conocido como el pintor de los gallos.
Bastaba conocer algunas de sus obras y hablar con él, para encontrarse con un pintor de la vida, cuyos colores celebran la alegría. Al igual sus formas, en espacios impresionistas, y semiabstractos, lucen a los gallos como un legado de coraje, vistosidad y lucha.
En más de una vez habló sobre su pasión por pintar estas maravillosas aves de encendidos plumajes; aves vistas como emblemas de casta bravía y esperanza.
Su respuesta al por qué pintar gallos fue respondida en varias direcciones, “porque son diferentes, y porque cada una tiene su tiempo y su cuento: un gallo cantando por la mañana es diferente a un gallo enfrentándose a otro en la gallera, un gallo pintado de manera realista es diferente a otro pintado en abstracto”, dijo.
También relató que desde pequeño era un apasionado por los gallos, a los que nunca dejó de admirar por su belleza y valor. En más de una vez, con cámara en mano, dedicó tiempo para fotografiarlos o bien lápiz y papel, y estudiarlos para la realización de sus composiciones únicas.
De lo que recuerdo nunca se cansó de pintar el mismo tema, y en diversas composiciones, formas, y aplicaciones tonales y texturales, que lo hicieron para la historia de la pintura en Nicaragua “El Pintor de los Gallos”.
La partida de este joven maestro de la plástica nacional José Miguel Flores Antón fue recibida por el pintor Sergio Velásquez como un acto doloroso para todos los compañeros de la Unión de Artistas Plásticos de Nicaragua (UNAP), del cual era su presidente.
Conocido en el ámbito artístico como Shemel, fue un artista de excelente trayectoria y en evolución, que lo hacía ser destacado entre los pintores de su generación.
Al igual Carlos Montenegro manifestó que su trabajo goza de madurez y ha alcanzado el manejo de las técnicas del dibujo, aprendido con maestros cubanos, y del arte clásico europeo.
No obstante, Gustavo González, arquitecto y artista del grabado, destacó la habilidad de éste en el dibujo, quien también fue uno de sus maestros, logrando participar junto a él en un certamen nacional de dibujo sobre la obra dariana. Siendo sus obras reconocidas por sus creaciones.
Pintor, dibujante, fotógrafo, y maestro, realizó estudios en la Habana, participó en más de 20 exposiciones artísticas, en países como Miami, El Salvador, México, y en varias galerías de arte de Managua. Al momento de su muerte fungía como el presidente de la Unión de Artistas Plásticos de Nicaragua (UNAP) y director de la Galería Praxis.
Recibió varios reconocimientos, dos de ellos en el 2005 y 2006, en un concurso del Banco Central de Nicaragua, y un primer lugar en un prestigioso concurso de artes plásticas en Cuba.
Era muy respetado entre el gremio artístico tanto por su calidad artística como por su fraternidad y humanismo, cabe recordar que una de sus últimas presentaciones fue en un canal capitalino, donde demandó solidaridad para con el artista Mauricio Solís, quien todavía se encuentra en quimioterapia por causa de una difícil enfermedad que padece.
LOS SÍMBOLOS
Fuerza y coraje es uno de los tantos símbolos que representa la figura del gallo. También se le asocia al renacimiento de la luz, es “el saludador del nuevo día”, vigilante, fertilizador que nace con el Sol.
En varias culturas la figura del gallo es protectora, en las indígenas mesoamericanas era un “símbolo solar” al que se le asociaba con connotaciones fálicas y cuando éste es asociado a una gallina se ve como un ser de abundancia, por los huevos que fecunda, visto así era visto en el medioevo.
Igual la figura del gallo en la cultura nicaragüense tiene múltiples significados, para José Miguel Flores Antón representó una búsqueda de formas y estilos en su pintura.
Desde niño le gustaba jugar con las aves domésticas y fue así como encontró su belleza y el lenguaje plástico que sólo ellas pueden transmitir.
“Los gallos tienen su magia y ritmo, cuando los pinto lo descubro. Hay en ellos todo un lenguaje de colores y significados”, dice José Miguel en una entrevista a LA PRENSA Literaria en el 2007.
Símbolos de colores con los que juega el artista, en óleos y acrílicos de gallos abstractos, figurativos y realistas, con elementos que aluden al indigenismo, y al paisaje del trópico nicaragüense (es recurrente apreciar gallos en el contexto de la Granada colonial o el horizonte leonés), algunos rodeados de la vegetación de la selva caribeña.
Su estilo inconfundible por el icono que representa tiene su origen en la tradición de su familia. “En mi casa crían gallos y siempre me ha gustado observar cómo se desarrollan. Son aves bellas por sus crestas rojas, plumaje abundante, colorido y, además, por todo lo que representan en nuestra cultura: la valentía, fuerza y belleza”.
Shemell, evidentemente, ha estudiado estos especímenes y cada ave en su pintura tiene una propuesta estética que ha venido desarrollando desde sus primeros estudios en los años ochenta con el maestro cubano José Montalvo.
En su trayectoria como pintor tiene más de 20 exposiciones colectivas en galerías de arte de Managua, México, Miami y El Salvador, dos reconocimientos, en el 2005 y 2006 en el Concurso Nacional de Pintura, del Banco Central de Nicaragua, y el primer lugar en el prestigioso concurso de artes plásticas de la FEU, en Cuba.
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