14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

LA PRENSA/ CORTESÍA.

Viaje al reino de los tristes

Mario Martz D´León. Violencia, pobreza, soledad, muerte e indiferencia son algunos de los temas que obsesionan y preocupan al poeta nicaragüense Mario Martz D´León (León, Nicaragua, 1988), uno de los ganadores del certamen para publicación de obras literarias convocado este año por el Centro Nicaragüense de Escritores.

Primera y última evocación contra el miedo

A Julie Vallejo

Yo también

recuerdo a mi madre.

Me da miedo evocarla

a como quiso ser un día.

Pensó en los desaires

que provocaba

la maternidad prematura,

pero no fue obstáculo

para que enrollase la cuerda

de la caja de música

en la silla mecedora.

Llegó a un asilo de ancianos

muerta de miedo:

La guerra la sorprendió

en el parto.

Un día las calles quedaron

desiertas

de mujeres tristes

que sonreían

por haber visto morir el miedo

en sus pechos.

Y todavía hay misterios de goteras

que caen en la garganta

del niño muerto:

—el invierno que lejos llegó

de las colinas de sal.

Mi ciudad se encendió

luego que las rocas

fueron manchadas de sangre,

los hombres y mujeres

olvidaron que la paz

era la gloria perdida de los años

y que entonces,

la revolución de los miedos

era el triunfo sepultado

en el vientre de las madres solteras.

Confesión de una mujer cualquiera

A Regina


Mamá está orgullosa de mí

porque a mis veinte años

no he probado

ni una sola gota de alcohol

por eso cedió

darme permiso

de venir a este mundo.

Lo que ella no sabe

(qué tristeza mamá)

es que el orgullo que siente

por la ingenuidad

que Dios le imprimió en su frente

se proyecta en la falta de confianza

de ese doble mía

que anuncia la llegada

de la siguiente ronda de cervezas.

Un hombre canta y recuerda

He aquí un hombre que canta

y recuerda.

Aris Disteos

A Salvador Cardenal

Por aquí vimos pasar

a los niños

que ahora son viejos.

Ya sé que el tiempo

es un joven avaro

que acusa a los buenos hombres:

Antes que naciéramos

eran infantes felices

jugando a la guerra

con soldados de barro.

Hice dormir al día

en el bolsillo de mi pantalón

y desde entonces

la noche construyó

casa en mi cuerpo.

Dejé desvanecer a las mujeres

que venían a mi encuentro

cuando torpe y sordo de corazón

preguntaban por el amor

que un día perdieron

por temor a lo ignorado.

Hace tiempo que olvidé el horror

y la lástima

porque el antiguo silencio

dibujado en las hojas de los árboles

era la vida del hombre

que en esta ciega tarde

canta y murmura su orfandad.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí