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Emmanuel Lepage autor de la novela gráfica Muchachos. LA PRENSA/ M.LGONZÁLEZ

Emmanuel Lepage: “Dibujar como nadie”

Un dibujante francés recrea parte de la historia de Nicaragua de finales de los años setenta a través de Gabriel, un joven seminarista que lucha por la libertad y que encuentra en los marginados una forma de redención

Marta Leonor González

Emmanuel Lepage está en Nicaragua, su segunda visita trae la nueva de su reciente libro Muchachos, una novela gráfica que se desarrolla a finales de los años setenta. Su caricaturas reflejan escenas conocidas de la época en que muchos jóvenes luchaban contra la dictadura de los Somoza.

Después de cinco años de bregar con esta historia donde el personaje principal es Gabriel de la Serna, un seminarista, hijo de una gran familia burguesa de Managua, que viaja a un pequeño pueblo del norte del país a pintar un fresco sobre la Pasión de Cristo en la iglesia del lugar.

Mientras Lepage se las arregla para contestar algunas preguntas sobre esta saga, Michelle Dospital, quien ha cuidado hasta el último detalle de su libro, traduce del español al francés y va recreando cómo este autor ha armado esta historia en la que muchos nicaragüenses se verán reflejados.

¿Esta novela tiene algo de autobiográfico de Emmanuel?

No tanto, no he sido guerrillero (risas). Como dijo alguien que uno escribe bien sobre su propio corazón atribuyéndolo a otro, entre los personajes me reconozco en Gabriel, pero también me reconozco en Rubén, todos los personajes inventados son de mi mundo, soy parte de los personajes de este libro, pero tengo de Gabriel más que es dibujante como yo. Algunas escenas que están en el libro las he vivido exactamente.

¿La historia fue construida a partir de testimonios o participó en algún proceso parecido a la novela?

Primero fueron encuentros con gente que vivió la revolución, como mi editor Claude Gendrot que me habló de Nicaragua, sin su testimonio no hubiera sido posible con nicaragüenses en París como el ahora General Zepeda, también muchas lecturas, en particular un libro Muchachos escrito por un periodista que fue corresponsal en Nicaragua; he acumulado muchas imágenes que he encontrado además de los documentos, lo más complicado de la novela gráfica es que tenemos que mostrar cosas, por ejemplo, se debe tener mucho los detalles precisos para hacerlo más justo aunque haya una ficción.

¿Cómo fue su primer encuentro con Nicaragua?

Todavía no tenía la historia clara, tenía algunos personajes y algún esbozo, lo único que sabía era que los ojos de la guerrilla estaban en la montaña, pero más que todo era para sentir el ambiente del país. Visité museos de héroes y mártires, León, Estelí, lugares de combate, todo lo tuve que moldear, por ejemplo conocer la iglesia del pueblo.

¿Cuál de los personajes le costó más reconstruir?

Fueron todos, siempre tenía el sentimiento de que no lo lograría hacer, más bien una vez quise llamar a Claude para decirle que buscara a alguien que escribiera la historia. Pero tengo la suerte de tener a un editor que confía en mí y que cree más en mis capacidades de escritura que yo mismo. Y es el primero y la única persona que me ha estimulado a escribir mi propia historia.

¿Los personajes de su historia hablan de un arte más comprometido con el sentimiento humano, un arte más realista?

Lo que le aconseja el padre Rubén a Gabriel es que sean dibujos menos elaborados, pero que sean más justos, le manifiesta que lo importante es tener un buen dibujo, no un lindo dibujo. Los diálogos y las reflexiones que hay con el padre Rubén y con el dibujante son todas esas preguntas que yo mismo me hago. El hecho de que el personaje va a la calle a dibujar corresponde a lo que yo mismo hago, me nutro sobre la mirada del mundo, lo más importante no es dibujar mejor que cualquier persona, sino dibujar como nadie. Mi dibujo es la percepción del mundo.

¿En la historia de su novela plantea sus ideas sobre el arte de dibujar que se ve reflejado en los diálogos de algunos personajes?

Es una construcción sobre Cristo y mi personaje principal es un sacerdote y la aparición de él no es en vano. La primera parte de la novela es la culpabilidad para llegar a la segunda parte, que es la redención, y todo lo que es esa caminata que hace Gabriel al inicio del segundo tomo cuando él va a la montaña en la selva, que es el camino de la cruz. Se deshace de toda su historia hasta terminar en el lago y ahí es una página donde hay un nuevo renacimiento.

¿Una vez terminado el libro qué lección le dejó?

Un inmenso alivio el haber terminado. Lo fascinante es la vida del libro después de haberlo terminado y en particular lo que pasa y va a pasar acá, nunca pensé que este libro pudiera haber sido publicado en Nicaragua y que se leyera aquí.

¿La historia está hecha para llegar a la gente joven?

Es un libro tanto como un edificio que tiene varios pisos, es una historia de luchas, de combate, la manera como presenté el libro a Cloe (risas), cualquier editor normal no lo hubiera aceptado y le dije, voy a hacer la historia de un seminarista que va a ir al norte de Nicaragua para pintar la Pasión de Cristo, ya tenía dos personajes, al principio estaba una historia de amor que era un fotógrafo y un revolucionario y después surgieron los cambios y aparecieron los otros en el contexto.

¿Por qué en la novela se sale de la tradicional historia de amor hombre y mujer, esta vez es entre dos hombres, querés provocar, romper con eso?

¿Por qué no? Necesitaba tener a un personaje como Gabriel con cosas que resolver dentro de sí, porque Gabriel es hijo de la gran burguesía, pero en el fondo de sí mismo tiene una diferencia que no logra asumir y que lo culpabiliza, lo come por dentro y entonces esa diferencia le permite tener con ese pueblo que no conocía, porque es parte de la clase dirigente, pero en el fondo es un excluido. Al final es parte de los excluidos, pero lo asume él y lo reconoce. Además el homosexualismo es universal en todos los países y en todas las épocas.

¿Al tocar el tema religioso lo hace por ser creyente. Por qué está muy interesado?

El hecho religioso me interesa mucho. La Teología de la Liberación me parece muy moderna, sobre todo que hoy vemos una regresión en cuanto a las prácticas religiosas, eso de volver al cristianismo donde había comunidades de base eso era mucho más interesante que con una práctica de una autoridad que venga desde arriba. Por eso me decidí por un Gabriel seminarista para abordar un tema que está en el olvido y que es muy interesante.

La Prensa Literaria

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