La poeta cree en fantasmas, en el amor y en la felicidad. En sueños le han dictado los inicios de un verso y en la actualidad escribe un nuevo libro. A sus 90 años, Claribel Alegría también piensa en la posibilidad de mudarse a “otro planeta” y acaricia la idea de la reencarnación.
¿Qué quería ser cuando niña?
Escribir (ríe). También me atraía mucho la Medicina. Ser pediatra.
¿Su primer recuerdo?
Uhhhh… Tenía año y medio. Se me cayó una muñeca de porcelana. Yo lloraba y mi abuelita me daba vueltas y bailaba conmigo para consolarme.
¿Qué es lo bueno de la vejez?
¡Que puedo hacer lo que me ronque la gana! Y que los amigos me visitan.
¿Ha soñado algún poema?
¡Sí! No todo el poema, pero he soñado muchas veces que me dictan una línea.
¿Cree en fantasmas?
Sí creo, sí creo (carcajada). He visto sombras que se me cruzan. Deben ser alucinaciones, tonterías mías, pero sí creo.
¿Le da miedo?
Sí… Siempre estoy llamando a mi marido, pero nunca ha venido. Ese no me daría miedo (ríe).
¿Y en la reencarnación?
Soy más bien agnóstica, pero sí me tienta. Me pregunto, ¿será que uno vuelve a nacer? ¡No sé! A mí ya me gustaría irme a otro planeta (ríe).
Defínase en una palabra.
Dos. Busco felicidad.
¿Cuál es el secreto de la felicidad?
¡Quererse uno mismo! Y dar amor a los otros.
¿Cómo la trató el amor?
¡Muy bien, muy bien! Solo tuve un gran amor en mi vida. ¡Falta de imaginación, quizás! (ríe). Fue mi marido y sigue siéndolo.
Fueron 47 años de matrimonio, ¿cuál es la receta?
¡Ser amigos, ser cómplices! Esa es la gran receta.
¿Qué le falta por hacer?
¡Nada! Yo estoy lista para irme al otro lado (carcajada). Ya disfruté de la vida, pero me sigue gustando.
¿Ya no tiene poemas en la cabeza?
¡Cómo no! Y estoy escribiendo un libro.
Entonces sí tiene cosas por hacer.
(Ríe).