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Reacciones bajo control

Los sentimientos y las emociones forman parte de nuestro actuar cotidiano, y aunque algunos tengamos mayor facilidad de expresarlos, lo cierto es que nadie es inmune a estas reacciones propias de nuestra especie.

 

 

Geraldina González

 

 

Los sentimientos y las emociones forman parte de nuestro actuar cotidiano, y aunque algunos tengamos mayor facilidad de expresarlos, lo cierto es que nadie es inmune a estas reacciones propias de nuestra especie.

Liberar las emociones o los sentimientos de forma no adecuada puede causarnos muchos problemas con quienes nos rodean. Un enojo causado por una discusión anterior puede manifestarse con personas ajenas a la situación, hiriendo sus sentimientos y, de paso, haciéndonos sentir mal.

Tener control sobre nuestros sentimientos y emociones puede brindarnos grandes beneficios. Aunque pueda sonar complicado, con el paso de los años podemos conseguirlo e incluso mejorarlo, facilitando nuestras relaciones con las demás personas. Esta habilidad se conoce como inteligencia emocional.

La psicóloga María Auxiliadora Castro explica que la inteligencia emocional es la capacidad para identificar y manejar nuestras emociones. A pesar de su importancia, este término sigue siendo poco conocido en nuestros días.

Este concepto fue propuesto por primera vez por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, en la década de 1990, y popularizado por el psicólogo y filósofo Daniel Goleman, quien ha planteado la idea de que este tipo de inteligencia puede mejorarse.

Cuando hablamos de inteligencia se nos viene a la cabeza una persona que puede resolver logaritmos o que tiene mejor memoria. De acuerdo con Castro, eso tiene que ver con el área cognitiva.

Sin embargo, agrega que la inteligencia emocional es aquella que determina que “aquel que tiene el mayor coeficiente intelectual no siempre es el más exitoso o el más feliz. Quien tiene inteligencia emocional piensa en las consecuencias de sus acciones”.

Por nosotros y los demás

La psicóloga explica que la inteligencia emocional puede verse desde dos puntos: intrapersonal e interpersonal.

La intrapersonal consiste en conocerse uno mismo, nuestros puntos fuertes y débiles y ser conscientes del valor y el funcionamiento de nosotros mismos.

En cambio, la interpersonal abarca nuestra capacidad para mostrar empatía, gestionar conflictos, comprender las emociones de los demás y reaccionar de forma apropiada.

Cuando logramos un equilibrio entre ambas podemos relacionarnos con los demás de manera asertiva, ofreciendo la misma tranquilidad que tenemos en nuestro interior y teniendo control sobre nuestras emociones.

“Si yo no tengo paz interior y no tengo amor por mí misma, no te puedo dar amor. Yo me tengo que amar, pero en la medida exacta, sin caer en el egocentrismo”, afirma Castro.

Si bien la inteligencia emocional puede ser una condición innata, esta puede mejorarse poco a poco cuando aprendemos a conocernos, mejoramos nuestra capacidad de escuchar a los demás y nos adaptamos al trabajo en equipo.

Beneficios

La inteligencia emocional es una ventaja en nuestras vidas, afirma la psicóloga, pues cuando logramos conocernos y controlamos la expresión de nuestras emociones en el momento ideal y en la forma adecuada, podemos establecer una mejor relación en cualquier ambiente que nos desenvolvamos.

La inteligencia emocional es muy importante, por ejemplo, en los cargos directivos. “Un responsable con poca inteligencia emocional buscará imponer los cambios al grupo, mientras que un responsable que posea una adecuada inteligencia emocional logrará que todos acepten el cambio comenzando por las bases”, sostiene Castro.

Agrega que en la familia podemos convencer a los hijos de participar en las labores del hogar sin recurrir a la imposición o los regaños.

De igual manera, los problemas que se pudieran presentar en el hogar pueden discutirse entre la pareja de forma responsable para encontrar la solución adecuada.

Cuando alcanzamos una buena inteligencia emocional se nos hace más fácil interactuar con nuestra familia, nuestros amigos e incluso con personas que recién conocemos. No se trata de reprimir los sentimientos, sino de saber expresarlos en la forma correcta.

“La inteligencia emocional y la inteligencia cognitiva de una persona contribuyen a su formación y, en consecuencia, son indicadores potenciales de éxito en la vida”, concluye la psicóloga.

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