Belkys Laís Castillo
¿Qué la motivó a estudiar dermatología?
Cuando estaba estudiando el cuarto año de medicina, hubo un bloque de asignatura de dermatología. Desde ese momento empecé a inclinarme y también gracias a mi esposo, quien se especializó en la disciplina. Con el tiempo miré el quehacer diario de él y me empezó a interesar aún más. Desde que egresé como médico general decidí estudiarla.
¿Cuáles son sus mayores logros?
Mi mayor expectativa y logro es que el paciente quede satisfecho dentro de la dermatología y la cosmeatría. Relaciono mi profesión como si fuera un arte, porque no es solo que el paciente quede curado, sino también que tenga ese bienestar estético.
¿Cómo fue el inicio de la fundación de su clínica?
Todo inicio es difícil, como en toda persona y en toda profesión, pero gracias a la ayuda de mi esposo y de Dios, todo ha sido más sencillo y nos ha ido muy bien.
Como dermatóloga, ¿cuida y trata usted misma su piel o lo hace alguien más?
Yo misma, aunque en ocasiones también lo hace mi esposo. Tenemos esa gran ventaja porque asistimos a congresos para actualizarnos sobre el aspecto quirúrgico y nuevos productos que debido a su forma son más potenciales para cuidar la piel. Esos conocimientos los aplicamos también con nuestros pacientes e hijos en todo lo relacionado a la salud.
¿Cómo se organizan su esposo y usted en la clínica?
Cada quien tiene lo suyo. No peleamos por los pacientes, porque además de ser pareja somos compañeros y por eso nos sabemos organizar para brindar la mayor atención posible. Si hay alguna duda o algún caso especial, lo comentamos para que no exista ningún tipo de problema.
¿Cuáles son las ventajas de tener una clínica con su esposo?
Lo mejor es tener un apoyo, aquel “hombro a hombro” que uno necesita para que la carga sea más liviana y en casos difíciles podamos hallar la solución a determinado conflicto o problema. Así también, a nivel muy personal me gusta ser la jefa porque me permite planificar, tomar decisiones, decidir mi horario, sin dejar de ser madre ,esposa y dermatóloga al mismo tiempo, y de esta forma me da mayor flexibilidad y estabilidad en mis relaciones.
¿Cómo es su relación con sus hijos?
Muy buena. Para mí lo más gratificante es tener una buena comunicación con cada uno de ellos. Mi esposo y yo los hemos educado con valores y principios para que sean profesionales y personas de bien.
Fuera del mundo de la dermatología, ¿qué hace Tania Aráuz?
Debido a mi personalidad, que es muy tranquila, me gusta mucho viajar. Casi todos los fines de semana voy a San Rafael del Norte en Jinotega, porque aparte de ser dermatóloga, soy una pequeña productora de café. A lo largo de los años he aprendido sobre el cultivo por temporadas, las enfermedades y los remedios para combatirlas. Además, disfruto del frío, aunque ya no es como antes, pero es una de las cosas que más me encanta. Es como un respiro después de tan arduo trabajo.
¿Qué metas y sueños tiene?
Como profesional, deseo que la clínica se desarrolle aún más, deseo ampliar la gama de servicios ofrecidos a los pacientes para que tengan diferentes opciones de tratamiento para sus padecimientos y proyectar la clínica como una de las mejores en dermatología estética y de problemas de la piel. Como madre, mi sueño es ver crecer a mis hijos y que se desarrollen, también envejecer con mi marido.
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