Amalia del Cid
El propio Daniel Ortega ha eliminado todo posible obstáculo para preparar el camino de quien sería su sucesora en la Presidencia del país: Rosario Murillo. Sin embargo, también está dispuesto a reelegirse hasta que esté “al borde de la tumba”. Esta es la tesis de Mónica Baltodano, comandante guerrillera en los años ochenta, historiadora y política nicaragüense. En esta entrevista explica en qué circunstancias se daría un relevo en el Gobierno y habla de los grupos de poder que hay a lo interno del Frente Sandinista. También analiza la responsabilidad del sector privado en la situación actual de Nicaragua y no duda al afirmar que “hemos sido un país muy salado”.
¿A qué podrían obedecer los recientes movimientos de fichas del Frente Sandinista en cargos del Estado?
Creo que la oposición en general da mucha importancia a estos movimientos. Daniel Ortega se reeligió avasallando la Constitución, después hizo una reforma constitucional a la medida, hizo ajustes en el traje del Ejército y la Policía en función de sus intereses, ha entregado al país a un magnate chino a través de la concesión canalera y destituyó diputados electos por el voto de la gente… Entonces yo no veo que sea de ninguna significación que mueva a un funcionario.
Sin embargo, fueron cinco en un mes y en cargos importantes.
Sí… Pero si ha hecho todo lo demás, ¿esto qué importancia puede tener? No expresa contradicciones de relevancia, porque la mayor parte de estos funcionarios no son portadores de ideas propias. La mayor parte está ahí por sus propios intereses, por puestos. Esta estructura de poder está montada sobre prebendas, coimas y por eso que los muevan para un lado o para otro, siempre y cuando les den un hueso, no trasciende. Ninguno dice nada, todos dicen que “tienen una misión” y lo que hacen es buscar sus propios intereses. No hay detrás de estos movimientos disidencias de carácter ideológico o político de importancia.
¿No podría ser porque alguno se rebeló al pensar diferente?
Para nada. Para nada. Daniel y Rosario todavía cuentan con recursos para sus bendiciones, todavía tienen mucho que repartir. La bonanza que supuestamente dio el país está montada sobre factores externos circunstanciales y el hecho de que la fuerza de trabajo ha sido entregada a la zona franca. Pero mientras eso exista y algunos sectores históricamente excluidos estén recibiendo algo a través de zinc, de gallinas, de algunas mejoras en sus condiciones de vida, vamos a observar que no se producen verdaderas contradicciones a lo interno del Frente.
Pero estos cambios en cargos de importancia tampoco se dan por gusto, ¿no?
¡Claro! Porque todos esos movimientos están determinados por los intereses de poder de la pareja presidencial, pero no provocan contradicciones y por lo tanto no producen cambios.
Mi pregunta es ¿qué puede motivar esos movimientos?
Es que todo está montado en la absoluta subordinación, entonces una pequeña diferencia puede provocar que doña Rosario diga: “Mañana se va”. Simplemente en una reunión alguien la contradijo, eso va acumulando y el vaso se va cargando hasta que se rebasa. Eso ha sido siempre así con todos los autoritarismos. Pero, para mí, las contradicciones van a estallar por un asunto más de fondo. Este es un país que expresa crecimiento, equilibrio macroeconómico, pero no es debido a transformaciones estructurales. Se ha profundizado como nunca la inequidad social. Nunca han sido más ricos los ricos y, por lo tanto, aunque algunos pobres ven con simpatía que les regalen paquetes el día de la Gritería o que les den microcréditos, va a llegar un momento en que se va a cuestionar si eso es justicia. Y no estoy hablando del pueblo en general, sino de la propia base sandinista.
¿Estamos muy lejos de eso?
Los tiempos son bien relativos, a veces parece que no va a pasar nada y de repente se juntan una serie de factores y elementos que te producen explosiones y cambios muy rápidos.
¿Qué tendría que pasar aquí para que haya una explosión?
Nicaragua sigue en la cola de la pobreza, no está generando suficiente empleo, miles de niños se siguen quedando sin escuela, sigue siendo un problema la salud de la gente, por la reforma del Seguro Social todos los años los pensionados tendrán pensiones menores a las que esperaban. Esos son asuntos que van a irse acumulando. Además, no se sabe qué va a pasar en Venezuela, aunque yo no me alegro con lo que está pasando, porque creo que estaba jugando un rol muy importante en la construcción de una alianza latinoamericana; pero ahí puede ocurrir cualquier cosa.
¿Qué pasaría sin la ayuda de Venezuela?
Puede haber afectaciones a los programas asistenciales sobre los cuales está montado el Gobierno y que sirven como paliativo para esconder esta enorme inequidad e injusticia que se está viviendo en el país.
¿Más inequidad que en los gobiernos neoliberales?
Con este gobierno se ha profundizado mucho más. Su aliado principal en su esquema económico y político son los grandes millonarios de este país. No lo digo yo. Lo ha dicho Ortega, lo ha dicho Pellas y Chanito Aguerri.
¿Qué tanta responsabilidad tiene el sector privado en la situación actual del país?
Yo no espero mucho de ellos. Históricamente el empresariado nicaragüense ha estado muy centrado en las ganancias particulares y no en la construcción de un país distinto. Hemos sido un país salado. No hemos tenido ni siquiera una burguesía nacionalista, que se preocupe por el desarrollo del país. Otros países han tenido burguesías un poco más equilibradas.
Pero el discurso del Gobierno va contra la burguesía.
Hay una disociación clara entre la retórica y la práctica. Yo le llamo la política del “pide vía a la izquierda, pero doblás a la derecha”. Es una retórica encendida, anticapitalista, antiburguesía y una práctica completamente centrada en fortalecer lo que el papa Francisco llama: la economía que mata, que es la economía basada nada más en el lucro. Yo no estoy diciendo que todo tiene que ser público, pero tiene que haber un equilibrio. Y nunca se ha fortalecido más lo privado en detrimento de lo público que con el gobierno de Daniel Ortega.
¿Ni con Somoza?
Nunca. Ni con Somoza ni con doña Violeta ni con el gran aliado que era Enrique Bolaños. Había un mayor equilibrio.
¿Cómo se explica eso?
Ahora no hay contrapeso, porque los sindicatos, las organizaciones populares y los gremios están totalmente controlados por el Gobierno. Aquí lo que prevalece es el sindicalismo oficialista. El presidente y su esposa tiran una línea y aquí nadie dice nada. Todos aceptan el salario mínimo que ellos dicen, que les quiten pensiones a los empleados. ¡Cuándo se ha visto sindicatos que bendigan todo eso!
¿Qué papel tuvo el sector privado en tiempos de Somoza?
Toda la primera etapa de la dictadura estuvo al lado del somocismo porque se beneficiaba. Las contradicciones empezaron después del terremoto. Llega un momento en que entran en choque los intereses de las empresas y estructura de poder del somocismo con la iniciativa privada… Llegó un momento en que todo empujó a la iniciativa privada a romper. Y eso se produjo de manera mucho más clara después del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, cuando se miró que no había ya ningún límite para el somocismo… Yo creo que es una torpeza decir que Daniel Ortega es un dictador. Todavía no se puede hablar de una dictadura plena.
¿Qué la lleva a afirmar eso?
Todavía no cuenta con las herramientas en todos los aspectos para ser una dictadura completa. Las pocas luchas que hay han sido reducidas rápidamente porque todavía son de minoría y eso le ha permitido mantenerse como un régimen que se mueve dentro del marco de la institucionalidad democrática. ¿Que eso va a ser así más adelante? Yo creo que no. Por eso decimos que esta es una dictadura en ciernes, pero creo que no es correcto afirmar que ya lo sea y sobre todo no es correcto afirmar que es peor que la dictadura somocista. No podemos olvidar los crímenes, el genocidio del somocismo. Llegar a expresar eso quita seriedad a la lucha para informar a los jóvenes que la reelección, el manoseo de la Constitución, el manoseo de las instituciones militares, son los preparativos para un régimen de carácter dictatorial y que hay que cortarlo ya.
::: ¿Hay grupos de poder dentro del Frente Sandinista?
Debe haber quienes simpatizan con Rosario y obviamente simpatizan con Daniel; pero hay muchos que simpatizan con Daniel que no simpatizan con Rosario. En esto hay ciertos rejuegos, pero no llegan a ser contradicciones ideológicas. Son fundamentalmente contradicciones de intereses porque hoy por hoy ella está manejando toda la estructura de poder territorial y está construyéndose los espacios para hacer un eventual relevo. Eso está clarísimo, ella está apostando al relevo.
¿Qué clase de relevo?
A ser quien releve a Daniel en caso de cualquier falta de Daniel.
¿Hay un escenario en que ella podría ser presidenta del país?
Claro que sí. Hay escenarios. Él no es eterno, es un ser humano, puede faltar en un momento determinado. Entonces ella apuesta a que en ese momento es el relevo de Daniel Ortega. Y él totalmente se lo permite, él la ha construido a ella como su relevo y ha ido eliminando a todo potencial obstáculo, eso es clarísimo.
¿Entonces podríamos tener “Rosario 2016”?
(Ríe) Es una posibilidad. Todo va a depender de la decisión de él. Al final de cuentas quien está en la cúspide del poder no es ella, es él. Él sigue siendo la figura central que aglutina todo. Por eso, para mí, todo cuanto ocurre es responsabilidad en primer lugar de él, no de Rosario.
Por lo que se ve y se adivina, Rosario Murillo es muchas veces quien decide y hace.
Pero todo el poder de ella es derivado.
En otro escenario, ¿cree que Ortega podría soltar el poder para ponerlo en manos de su esposa?
Yo lo veo muy difícil. Eso solo podría acontecer en circunstancias especiales. Mientras él pueda mantener personalmente el poder no se va a arriesgar a las contradicciones que podrían surgir por un eventual relevo. Él está garantizando la continuidad de su familia en el poder.
Parece una buena alianza la de Ortega y Murillo.
Sí… Si vos te fijás eso es típico de las mafias, en primer lugar es la familia. Generalmente los capos no confían en nadie. Él (Ortega) nunca ha confiado en nadie. Y esa no es una cosa que yo digo, ha sido declarada por él. Ha dicho que solo confía en él mismo.
¿Y el relevo generacional?
Ella (Murillo) tiene un énfasis muy grande en empoderar a los jóvenes, pero fundamentalmente lo hace porque en las generaciones nuestras no tuvo ningún liderazgo ni influencia significativa. Ella está apostando a construir esa influencia sobre gente desideologizada, sin memoria histórica, sin conocimiento histórico que llegan a creer que ella fue una graaaan lideresa de la revolución. Y ya tienen sus historiadores.
¿Cómo así?
Hay gente que está construyendo una historia en la cual ella tiene un papel que nunca ha tenido. Y no voy a mencionar nombres, pero ya hay historiadores de la pareja presidencial.
¿Qué tipo de gobierno tendría Rosario Murillo?
Un gobierno muy parecido a este, puesto que ella manda y decide mucho en este gobierno; pero sería todavía más providencialista y manipulador de la religión… Pero no creo que sea tan fácil (ríe). Una candidatura de ella haría aflorar contradicciones, por eso Daniel está dispuesto a reelegirse hasta que esté al borde de la tumba. Mirá lo que pasó en Venezuela, no es igual la figura de Chávez que la de Maduro.
A propósito de los ochenta años de su asesinato, ¿hay algo en el Frente Sandinista que conserve el pensamiento de Sandino?
En la estructura de poder orteguista, para mí no queda nada. Sandino fue nacionalista y este gobierno como nunca ha entregado el país a los intereses extranjeros. Del nacionalismo no queda nada. Del antimperialismo solo la retórica. Para Sandino la alianza era con el obrero, el campesino, ahora la alianza es con el gran capital. Sandino dijo que no quería ser presidente y no exigió ni un palmo de tierra para su sepultura. ¿Y ahora qué miramos? Todo está en función del poder para el poder mismo, se pisotea la pequeña democracia que se había conquistado. ¡¿Qué queda de Sandino?! A las pruebas nos remitimos.
¿No hay algo donde persista la esencia de Sandino?
Sandino queda en el corazón de la gente y como el más importante héroe de la historia de los nicaragüenses… que va a resurgir. Va a seguir siendo un faro para las nuevas luchas que se tendrán que librar por la democracia, pero también por la justicia y la equidad social.
Hasta ahora pareciera que el Gobierno cuenta con un gran apoyo popular.
Sí. Y no nos extrañan los resultados de sus políticas… pero sabemos que eso no es eterno.
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