Por Oscar González Morales
Un pez loro pasa a la par, mientras los colores y formas en el fondo atrapan la mirada. Entre los pequeños huecos, si se presta atención, otros pequeños peces pueden ser descubiertos y al salir del agua solo queda el deseo de regresar. Estas sensaciones son las que el buceo ofrece.
Y son las bellezas marinas nicaragüenses las que han llevado a otro nivel esta práctica, que en Nicaragua ya tiene muchos años, pero que ahora se explota más en su carácter recreativo.
En Corn Island y Little Corn Island existen negocios de renta de equipo y organización de expediciones, que atienden a aquellos extranjeros que llegan a apreciar las maravillas naturales de las aguas nacionales.
Pero esta actividad va más allá, ya que en el país y en específico en Managua, ya existe Dive Nicaragua, una escuela reconocida por PADI (Asociación Profesional de Instructores de Buceo por sus siglas en inglés), a través de la cual los amantes de esta actividad pueden conseguir una certificación para practicar de manera responsable el buceo.
No solo en las dos islas del Maíz se practica el buceo, también en los Cayos Perla, San Juan del Sur, isla La Anciana, reserva La Flor, isla Bolaños y las lagunas de Xiloá y Apoyo.
En el Pacífico nicaragüense se puede bucear todo el año, según el instructor Fabio Buitrago, quien cada mes culmina un curso inicial para buzos y que desde 1986 explora y estudia la vida submarina en las aguas nacionales.
“El buceo es tan bello, que al poco tiempo de no hacerlo siento la necesidad de volver al agua”, comenta Buitrago.
También existen diversos tipos de buceo. El libre, que es el caso del esnorquelin, y el de sistema autónomo de respiración, son los dos más practicados en el país. En altitud, en caverna, de vídeos, de fotos, multinivel, nocturno, naturalista subacuático y de rescate, son algunas especialidades, para las que se debe tener una preparación intensa.
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