Por Oscar González Morales
Críticas y burlas fueron recibidas por Oscar René Vargas, el economista nicaragüense que en 2003 dijo que el país podría vender agua.
La idea no fue bien recibida por muchos, según él mismo cuenta, pero ahora el tema vuelve a la agenda, ante la posibilidad de la destrucción del mayor reservorio de agua potable de la nación, el lago Cocibolca, con la construcción del Canal Interoceánico.
Y no fue una idea loca, ocurrida en una noche de ocio, la que tuvo Vargas, fue una visión inspirada por un hecho concreto: que el agua es uno de los bienes o productos mencionados en la lista de exportación de Nicaragua en el texto del Tratado de Libre Comercio de República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos (DR-Cafta por sus siglas en inglés).
Fue este descubrimiento, y que anteriormente se mencionaba la posibilidad con el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el que llamó la atención del experto, que ató cabos y llegó a una explicación lógica del interés por el agua como un bien comercial.
La evidente falta del recurso hídrico en un par de países de la región y de otros un poco más allá, las experiencias ya vividas en otras regiones y la aceptación del calentamiento global como una amenaza real, han vuelto al agua un recurso preciado, del que Nicaragua podría obtener ingresos suficientes para alcanzar el desarrollo que sus ciudadanos sueñan y sus políticos prometen.
OFERTA Y DEMANDA
El Salvador tiene una demanda de 1,844 millones de metros cúbicos de agua por año y Nicaragua 1,956, una diferencia mínima, que se convierte en máxima cuando se sabe que la oferta hídrica, es decir el agua disponible, en el primero es de 18,252 y en el segundo de 189,700.
Cada ciudadano salvadoreño necesita alrededor de 4,000 metros cúbicos (m3) de agua potable por año, según el estudio sobre la Situación de los Recursos Hídricos en Centroamérica: hacia una gestión integrada, de Global Water Partnership Central América, y aunque se estima que se usa solo 10.1 por ciento de su oferta, este país ya sufre una seria crisis de abastecimiento, debido a los altos márgenes de contaminación de sus recursos hídricos.
Un estudio del Ministerio de Alcantarillado y Recursos Naturales, de El Salvador de 2009, mostró que de 129 puntos de muestra, solo 14 tenían potencial para potabilizar, 15 podían ser usados para riego y cuatro para recreación.
Pero más allá de las cifras, es fácilmente perceptible la necesidad de agua potable en el país más pequeño de Centroamérica, que además tiene una ineficiente infraestructura de distribución.
Si se voltea la mirada al sur, en Nicaragua, las estadísticas son muy distintas.
Según la FAO, Nicaragua tiene un potencial de 38,000 metros cúbicos de agua potable para cada ciudadano por año, esto se traduce a 106 mil litros para cada nicaragüense por día. Además, es el país de la región con el menor nivel de aprovechamiento de sus recursos hídricos, con solo el 1.03 por ciento.
Estos datos indican, en palabras simples, que a un país le falta agua y al otro le sobra, y es bajo esta premisa de una posible oferta y demanda que la posibilidad de que Nicaragua comercialice su agua potable se vuelva real.
Pero no solo estas estadísticas demuestran que es posible este comercio, sino también la historia, en especial la vivida entre Nicaragua y Costa Rica.
En el Tratado Juárez-Cañas se estipuló que una de las condiciones, para que el ejército costarricense apoyara a Nicaragua en la expulsión de las fuerzas de William Walker, era que las zonas liberadas no fueran disputadas más por Nicaragua y fuesen declarados territorios costarricenses, y fue con el Jerez-Cañas que se ratificó.
El objetivo tico era claro, tener acceso directo al río San Juan y al lago Cocibolca, las dos grandes fuentes hídricas de Nicaragua y el subcontinente centroamericano.
Recientemente, los conflictos por el río San Juan han seguido, y una muestra del interés primordial por el agua fue la negativa de Costa Rica a que Nicaragua dragara este río, como el país vecino sí hizo con el río Colorado.
En otras palabras, gracias a las aguas del río San Juan, que provienen del lago Cocibolca, a Costa Rica entran millones de litros de agua a través del río Colorado.
Es así que, la necesidad existe y la capacidad natural para cubrirla también, solo haría falta la disposición, medidas y ejecución, para que Nicaragua se convierta en exportador de agua potable, según el economista Oscar René Vargas.
Si Nicaragua tiene un mayor número de fuentes hídricas, podría obtener mejores cifras, con la correcta implementación de estrategias turísticas y ambientales.
“Ningún turista quiere estar en un lugar contaminado”, dice Salvador Montenegro, del Centro de Investigación de los Recursos Acuáticos (CIRA-UNAN).
“El lago no tiene vocación de gran fuente de abastecimiento de peces, está más orientado a la pesca deportiva”, asegura por su parte el ecólogo Milton Camacho.
Ya desde la época de Anastasio Somoza Debayle se veía al Cocibolca como la principal fuente de irrigación en el país, cuando a este se le consideraba el granero centroamericano.
Actualmente, según cifras oficiales, existen 930,000 hectáreas de tierra de excelente calidad agrícola, de los que 625,000 son irrigables.
Con un proyecto de irrigación en estas tierras, se podría producir no una cosecha al año, sino tres o cuatro, lo que aumentaría la producción para consumo interno y exportación.
Somoza Debayle ya se había propuesto un proyecto como este, con el llamado Cuota 100 y en los años 80 Jaime Weelock, ministro de agricultura y Henry Ruíz, ministro de planificación, retomaron el proyecto, pero fue rechazado por la Unión Soviética ya que el país no tenía la producción eléctrica necesaria.
En 2009, el inconstitucional presidente Daniel Ortega, tomó como suyo este proyecto, en la cubre del ALBA realizada en Cochabamba, Bolivia.
Pero al parecer Ortega ya olvidó este proyecto, porque con la construcción del canal, sepultaría de una vez por toda la posibilidad de un macroproyecto de irrigación.
RENDIMIENTO
En 2007, por primera vez en décadas, los habitantes de Juigalpa, cabecera de Chontales, no tuvieron que esperar hasta dos meses para tener agua potable en sus hogares. No fue una lluvia milagrosa la que calmó su sed, fue el proyecto de abastecimiento de agua desde el lago Cocibolca, que tuvo una inversión de entre 37 y 40 millones de dólares, financiados por Corea del Sur.
De igual manera, San Juan del Sur ahora se abastece de agua proveniente del Gran Lago, que gracias a sus más de 8,000 kilómetros cuadrados y a su cuenca de 42,000, tiene una capacidad para satisfacer la necesidad de todo el país y hasta de los vecinos.
Salvador Montenegro Guillén, director fundador del Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos de Nicaragua (CIRA-UNAN), se declara fiel creyente de la viabilidad de la exportación de agua potable del país.
Según Montenegro, el lago Cocibolca descarga alrededor de 250 metros cúbicos por segundo al río San Juan, y según proyecciones, El Salvador y Costa Rica no necesitan más de diez metros cúbicos por segundo cada uno, y Nicaragua cinco.
“Del Cocibolca se podrían extraer 25 metros cúbicos de agua por segundo y seguirían siendo gotas, respecto a lo que saca al río San Juan”, dice Montenegro.
Con calculadora en mano, Montenegro hace sumas y multiplicaciones simples, que ofrecen un panorama de los niveles de facturación que podría reportar la comercialización del agua.
Actualmente, la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal) cobra menos de siete córdobas por metro cúbico, suponiendo que para la exportación se fije a un dólar por metro cúbico, eso significaría que Nicaragua percibiría veinte dólares por segundos, es decir 1,728,000 dólares por día, de la venta de agua a Costa Rica y El Salvador.
En 2013, el oro fue el producto de exportación que más dinero recaudó en 2013, con 435,866,670.54 dólares según el reporte del Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex), pero con el agua podría producirse 630,720,000 dólares por año, al vender el metro cúbico a un dólar, casi tres veces más de lo que se paga actualmente por su consumo interno, pero que sigue siendo un bajo precio respecto a los costos del agua en Europa, por ejemplo en España, donde en promedio se paga 1.7 euros.
¿No es acaso un buen negocio?
REALIDAD
El estado de California, de los Estados Unidos, es el de mayor extensión y número de habitantes, por tanto el de mayor consumo de agua.
Es así que el Gobierno de este Estado se las ha tenido que ingeniar para proveer de agua a sus ciudades, productores e industria, y lo ha hecho con la construcción con algunos de los acueductos más grandes del mundo.
Uno de los más impresionantes es el acueducto “Gobernador Edmund G. Brown”, que es un sistema de canales, túneles y conducciones que lleva el agua colectada en las montañas de Sierra Nevada y valles del norte y centro, al sur de California, según el Sistema Español de Información Sobre el Agua.
Con 1,151 kilómetros de longitud, con una altura máxima de 33 metros y una anchura de máxima de diez, para una capacidad de 370 metros cúbicos por segundo.
Otro caso es el sistema Cutzamala, con el que se transporta 16 metros cúbicos de agua por segundo a los habitantes de la ciudad de México.
Con 160 kilómetros de conductos y 80 de canales, el mayor reto de esta obra es superar los 1,100 metros de altura, para lo que se utilizan seis plantas de bombeo con una capacidad total de 25,000 caballos de fuerza.
Entre la ciudad de Rivas y San Salvador hay 601.9 kilómetros, una distancia mucho mayor que la del sistema de Cutzamal, pero de solo un poco más de la mitad que el acueducto “Gobernador Edmund G. Brown”.
Una solución a este obstáculo —según Salvador Montenegro— en el hipotético caso que Nicaragua pretenda exportar agua a El Salvador, es el traslado del agua desde el lago hasta el borde costero, prácticamente a nivel del mar, de ahí las tuberías podrían ir siempre sobre esta zona hasta llegar a las costas salvadoreñas y con un sistema de bombeo, este país podría empezar a aprovechar el agua nicaragüense.
SOSTENIBLE
Nicaragua tiene desde 2009 una Ley General de Aguas Nacionales (Ley 620) y Ley que Crea la Comisión de Desarrollo Sostenible de la Cuenca Hídrica del Lago Cicibolca y del Río San Juan (Ley 626), ambos marcos legales que procuran la preservación de la gran fuente hídrica del país.
En la primera se nombró al lago Cocibolca reserva nacional de agua potable.
Pero como en la mayoría de casos, estas leyes fueron creadas para no ser cumplidas. La falta de recursos económicos han dejado en solo el papel a la comisión de desarrollo y sin efecto las iniciativas para la protección del lago Cocibolca y del río San Juan.
“La explotación comercial del agua del lago daría los recursos suficientes para proteger al mismo”, explica el economista Oscar René Vargas, quien asegura que con el dinero que se podría captar con la comercialización del agua se podrían pagar programas de reforestación y protección de la cuenca del lago de Nicaragua.
Y es que la iniciativa de la venta de agua sería a la vez una razón de peso para hacer efectiva la protección del recurso, ya que lo que marca la pauta para una posible exportación es la calidad de la misma, según Salvador Montenegro, director y fundador del CIRA-UNAN.
“La comercialización del agua es ganar y ganar”, asegura Vargas. “Se ganará dinero de manera directa y habrá una ganancia indirecta, con el desarrollo de estrategias de protección ambiental”, agrega.
AMENAZA CANALERA
Los diferentes gobernantes de Nicaragua han buscado una gran obra de progreso que los inmortalice en el recuerdo de sus gobernados, y fue así que nacieron grandes macroproyectos ostentosos, como el ingenio Victoria de Julio o el Canal Interoceánico, que hoy está nuevamente en el tapete.
“Los gobernantes lo que quieren es vender un sueño. Con el Canal, la gente cree que se volverá millonaria de un día para otro, la posibilidad de la comercialización del agua no vende esa idea”, explica Oscar René Vargas.
El Canal de Panamá produce alrededor de 13,000 millones de dólares al año, una cifra similar a la que persigue el proyecto del Canal nicaragüense.
Pero no fue hasta la nacionalización del Canal, en 1,999, que los panameños consiguieron percibir los beneficios directos de esta megaobra.
Para la construcción del Canal nicaragüense, el inconstitucional presidente Daniel Ortega acordó entregar una concesión de 99 años y será hasta después del año cincuenta de funcionamiento del Canal —no del inicio de su construcción— que el país comenzará a tener un aumento en su participación accionaria.
La posibilidad de exportar agua en un futuro se acabará con la construcción del mismo Canal, pues este llevará a la pérdida de la calidad del agua nicaragüense, que es igual o más apreciada que su propia abundancia.
“Hay dos cosas que pueden hacer perder la calidad del agua del lago Cocibolca, una es que se siga con el nivel de contaminación y sedimentación desde su cuenca, y la otra podría ser un derrame de petróleo”, dice Salvador Montenegro.
Pero no solo el derrame de petróleo podría matar el lago, ya que para construir el Canal se tendrá que dragar, ya que en buen parte de su extensión tiene una profundidad de alrededor de 13 metros, que no son suficientes para la navegabilidad de los grandes buques cargueros.
“Nicaragua debe decidir qué quiere hacer con el lago, si destruirlo o conservarlo. Si se decide por el aprovechamiento racional estará escogiendo sabiamente, si lo hace por la ansiedad de recursos económicos, no”, expone el ecólogo Milton Camacho.
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