A comienzos de año es común que una buena parte de mis pacientes sean los que acuden para su chequeo médico anual o quienes se practican una valoración pre-operatoria que todo cirujano responsable exige para realizar una cirugía programada. Se piensa que el estrés de la cirugía puede precipitar las complicaciones cardíacas.
Vale más una onza de prevención que una tonelada de curación. En un país como Estados Unidos de los millones de personas que cada año son operadas del 1 al 6 por ciento llega a presentar una complicación cardíaca grave del tipo de un infarto agudo del miocardio (IAM) equivalentes a unos 50 mil casos. Quienes presentan un IAM vinculado con su cirugía tienen peligro de muerte de un 10 a 15 por ciento.
El médico internista se basa en los protocolos internacionales para detectar enfermedades cardíacas activas que no habían sido detectadas y factores de riesgo desconocidos. Aplicamos un Índice de riesgo cardíaco que busca la siguiente información:
Tipo de cirugía a realizar: abdominal, torácica o vascular.
Antecedentes de cardiopatía isquémica o coronaria que son personas con historia de infartos cardíacos o anginas inestables, quienes tienen electrocardiogramas alterados , pruebas de esfuerzo positivas de isquemia o está tomando nitratos.
Historia de mal funcionamiento cardíaco o Insuficiencia congestiva (ICC): edema pulmonar, disnea paroxística nocturna.
Historia de enfermedad cerebrovascular: derrames cerebrales.
Diabetes mellitus.
Creatinina en valores mayores de 2 mg por ciento.
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