Un día después de que la Policía de Río San Juan revelara que los resultados de un peritaje del Instituto de Medicina Legal eximen de culpa a una agente policial señalada de haber provocado quemaduras a un detenido en las celdas policiales de Sábalo, la víctima insiste en su denuncia.
Según ese peritaje, la sustancia que provocó las quemaduras en el cuerpo de la víctima resultó ser gasolina, pero este sostiene que él no se roció con este líquido.
El alegato de la Policía se basa en que la familia de la víctima dijo sospechar que al muchacho lo rociaron posiblemente de ácido de batería.
Natanael Bustillo, la víctima, confirmó a LA PRENSA que él no se roció de gasolina, pero además dudó que fue gasolina lo que le lanzó la oficial de apellido Arana, mientras estaba detenido.
“Yo lo que le sé decir es que la gasolina no pela, he visto que a muchos le cae la gasolina cuando están aserrando en otras cosas y no pela así (…). En una camisa que andaba en la parte de abajo (se pringó de la sustancia que le lanzaron), tiene como veinte días y no se le ha quitado el tufo, huele como a aceite revuelto con gasolina que no sé qué será”, explicó Bustillo, quien a causa de eso, sufrió quemaduras en los glúteos y parte de los testículos.
El denunciante aseguró a LA PRENSA que después de esto la Policía ha querido denigrarlo a través de medios locales, al asegurar que él intentaba robar un galón de gasolina.
“Yo ni motor tengo para andar con gasolina”, dijo Bustillo, quien alega que ese día (26 de junio) no había ingerido demasiado licor, como se intenta hacer creer. Y tampoco había otro reo en la celda como aseguran. Y apuntó que en la zona han estado diciendo “un montón de mentiras”.
LA PRENSA del 9 de julio publicó declaraciones del reo Junior Alexander Acevedo Castillo, quien aseguró: “Él se bañó de gasolina y estaba drogado”.
“¡Con droga! Se equivocaron, ni la conozco, pero ni cigarro fumo ahora voy andar con droga”, reaccionó Bustillo.
02 policías fueron quienes, según Natanael Bustillo, se prestaron para cortarle el cabello y las cejas. Pero quien lo ordenó fue la oficial de apellido Arana, únicamente para burlarse de él.
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