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El drama de los migrantes haitianos y africanos comienza en la frontera de Peñas Blancas, donde se encuentran varadas decenas de personas que intentan atravesar este país para continuar su viaje hacia Estados Unidos. LA PRENSA/ ARCHIVO/ O. NAVARRETE

Solidaridad con migrantes

M.C. es habitante del vecindario Las Pampas, en San Juan del Sur, y fue con su hija para darle comida a los migrantes. No fueron las únicas.

Hace pocos días M.C. corrió con un bidón de tajadas con queso y frescos hasta los alrededores de playa Peña Rota, donde calcula que había un grupo de unos 30 migrantes que el Ejército estaba resguardando y que en breve iba a subir en un camión militar para despacharlos a la frontera de Peñas Blancas.

M.C. es habitante del vecindario Las Pampas, en San Juan del Sur, y fue con su hija para darle comida a los migrantes. No fueron las únicas.

Cuenta que gente de Las Delicias, el barrio pegado a Las Pampas, donde está el cementerio de San Juan, también había llegado para ofrecerles un bocado de comida a esta gente que apenas pronunciaba palabras y que sobre todo se comunicaba por señas. Habían haitianos, africanos, cubanos —que no querían, dice—, y estaban descalzos, medio vestidos y hambrientos. Unos se acercaban el dedo pulgar a la boca, indicando que tenían sed o batían los dedos de la mano a centímetros de la boca, en señal de hambre.

Algunos decían “no soy ladrón” y lo repetían gestualmente: moviendo el dedo índice de un lado a otro. M.C., una mujer que sobrepasa los 60 años y que siempre ha vivido en San Juan —una zona acostumbrada a la visita de turistas extranjeros y nacionales—, dice que nunca había visto nada así.

Ese día también se organizó a un grupo de mujeres del casco urbano de San Juan para llevarle alimentos y ropa al grupo de migrantes que apareció el miércoles 3 de agosto, dos días después de la tragedia donde perecieron 10 migrantes en el lago Cocibolca. No eran 30, sino 47 los migrantes que hallaron ese miércoles en los alrededores de Peña Rota, la playa de los pobres, dicen, adonde acuden los sanjuaneños que no caben en la bahía que es tomada por el turismo llegado desde otras partes del país en Semana Santa.

El grupo de migrantes estaba oculto, dispersos entre los árboles de la loma que se distingue a un lado de Peña Rota. Estuvieron allí, escondidos, durante tres días y noches hasta que las autoridades militares dieron con ellos.

Esa misma mañana en que M.C., su hija y otros vecinos salieron a llevarles comida, una red de mujeres conseguía chinelas, ropa para hombres y mujeres y alimentos: leche, jugos en caja, pollo, comida cocinada. Fue tanta comida la donada por la gente que necesitaron de un microbús y un carro particular para trasladar los víveres.

“Me comuniqué con gente de varias pulperías, les pedí apoyo con lo que pudieran. Me dieron jugos, gaseosas, comida”, cuenta la mujer que pide el anonimato porque a raíz de ese hecho la Policía ha estado dándole seguimiento. Fueron en dirección a Peña Rota pero el Ejército traía en un camión a los migrantes.

Se interpusieron al camión militar y consiguieron que se detuviera. “¿Qué quiere señora?”, le gritó el oficial a cargo del operativo a la mujer que conducía el microbús, la misma que organizó todo el apoyo para la gente. “Queremos darle esto que traemos a la gente. Traemos para ustedes también, porque sabemos que andan sin comer”, contestó la mujer.

“Tienen cinco minutos para hacerlo”, cedió el militar y de inmediato el grupo de mujeres bajaron y vaciaron los vehículos.

“La gente estaba muy agradecida. Muchos no habían comido nada”, explica la mujer y reconoce que, desde ese día, varias familias le han dado techo y alimento a mujeres migrantes embarazadas, pero también a algunas que llevan niños de meses. Sin embargo, los pobladores de San Juan insisten en mantener el anonimato porque temen represalias de las autoridades locales y del Gobierno.

“¿Por qué no los dejan pasar si ellos no vienen a quedarse aquí?”, es una pregunta que repiten distintas mujeres que han dado alimento y ropa a los migrantes que se esconden en lomas y matorrales y salen por las noches a buscar qué comer.

LLANTO DE NIÑA HAITIANA

En ese grupo que apareció la semana pasada, en el sector de Peña Rota, iba Nehema Jean Baptiste, una haitiana de 26 años, que viaja con su pequeña de 10 meses. Dice Jean Baptiste que su pequeña lloraba de hambre pero también por los piquetes de mosquitos. Otros del grupo le decían a Jean Baptiste que le tapara la boca, que se apartara, así fue como siguió otro camino y apareció en el patio de una casa donde le brindaron alimento y techo.

Nehema cuenta lo mismo que han dicho otros migrantes en Peñas Blancas: que emprendieron viaje desde Brasil, hace cuatro o cinco meses, que han atravesado la selva colombiana, que en esos caminos algunas madres han dejado a sus hijos pequeños, que han soportado hambre, frío y que en varias ocasiones les han robado los traficantes. Para llegar hasta aquí, ella y su marido que está en Panamá se han endeudado con otros parientes y que han invertido por lo menos 6,000 dólares cada uno. No entiende por qué el Gobierno de Nicaragua no les permite transitar y seguir su rumbo hacia Honduras, hacia el norte.

“Ellos van detrás del sueño americano”, dice otra mujer que las ha apoyado durante su estadía.

Por el celular, Jean Baptiste mantiene contacto, a través de la aplicación de whatsapp, con otros migrantes que venían en su mismo grupo y le han dicho que ya están en México. Ella quiere irse con la niña y probar suerte, pero la gente que le ha dado cobijo le piden que la piense por la niña. En la casa donde está le han dado alimento, cama y ropa.
Jean Baptiste dice que dejó un hijo de siete años en Haití bajo el cuido de una pariente.

¿MANO CRIMINAL?

La reacción de la población de San Juan con los migrantes fue alentada, en parte, tras la tragedia en el lago Cocibolca. “Hasta donde sabemos eso no fue naufragio. Hasta donde sabemos dos de los cuerpos tenían señales de balas. Lo otro que llama la atención es que no se encontró ninguna embarcación flotando. A esa gente la habrían matado para robarle”, dijo una de las mujeres que ha estado involucrada en conseguir ropa, zapatos y alimentos para los haitianos y africanos que han aparecido en las últimas semanas en las costas de este destino turístico.

ROMPIÓ FUENTE EN LA CALLE

En algún lugar de San Juan se sabe que apareció una mujer embarazada, que rompió fuente en la calle, frente a la casa donde estaba un hombre borracho, que le gritó que no era partero y no podía ayudarla, pero llegaron unas mujeres, la llevaron a otra casa y la asistieron. El niño tiene 10 días y está en perfectas condiciones, cuenta un hombre que también ha estado apoyando a los migrantes.

Otra mujer migrante que traía a un niño en brazos, fue remitida a un centro de salud en Rivas. Su hijo presentaba un cuadro diarreico. Los médicos que lo atendieron estabilizaron al menor en el transcurso de 12 horas. Durante ese tiempo, la mamá permaneció con su bebé y custodiada por soldados del Ejército. Uno de los médicos se hizo foto con el niño y otro la subió a la red social de Facebook. La imagen se volvió viral en Rivas. La gente se desbordó a comentar sobre la situación de esta población. Una vez que los médicos le dieron de alta al niño, los militares se llevaron a la madre y al niño, explicó una fuente del centro asistencial.

“Ay no, eso es horrible mirar niños de meses, tal vez con el virus que estamos viviendo nosotros, con fiebre. Nos duele mucho. Nos hicimos solidarios en ir a buscar leche y pamper y la comida que no les ha fallado”, agrega otra persona.

En otra casa está otra pareja de haitianos. El viernes pasado LA PRENSA publicó un video con la historia de Yandeli y David, dos haitianos de 25 y 21 años. “Estamos sufriendo mucho, queremos pasar a Honduras”, dijo Yandeli quien pidió al gobierno nicaragüense que los deje pasar, petición que ha sido una constante desde hace casi tres meses cuando se amontonaron en la frontera de Peñas Blancas.

MAYORÍA HAITIANA

Las autoridades costarricenses, país donde se agolpan desde hace tres meses una gran cantidad de migrantes, confirmaron esta semana que alrededor del 95 por ciento de los migrantes son haitianos y el resto de otras nacionalidades, entre ellos de países africanos; algunos asiáticos y cubanos. Las costarricenses entrevistaron a muchos de ellos y cruzaron información para llegar a esta conclusión. Muchos haitianos se disfrazan de africanos para salvarse de una deportación porque Haití es más cerca, en cambio, una deportación hasta África es menos probable. Muchos de los haitianos vienen de Brasil, América del Sur, adonde emigraron tras el terremoto del 2010.

ES POR SOLIDARIDAD

“Mucha gente dice, ve esa señora está protegiendo a los emigrantes. No es que uno esté protegiéndolos físicamente en su casa, pero después que los vienen a volar a las costas, les roban, los maltratan y los vuelan como si fueran perros, animales, uno lo que hace es darles un poquito de apoyo. Ellos aguantan hambre, aguantan frío. Uno lo que hace es ser solidario con ellos, cualquier cosa que necesiten, ropa y zapatos, hemos visto que hasta descalzos los dejan, sin zapatos, ahí pasan corriendo como si fueran delincuentes, no son delincuentes, son humildes, son aguantadoras de todo”, dice M.C. y no se explica por qué si este es un pueblo de emigrantes, y este un Gobierno que se proclama como solidario y socialista ahora se le corta el paso a esta población pobre que va en tránsito hacia Estados Unidos.

Su hija agrega que en las noches, muchos migrantes bajan de los cerros y se cuelan por los patios pidiendo agua, suplicando algún bocado de comida. “Deberían de venir a quedarse para que vean que hay un montón de gente”, dice la hija de M.C.

“Es una grosería lo que hacen los coyotes, los vienen a volar a la playa y les dicen que los van a topar otros coyotes, pero no llegan sino asaltantes. Pobre gente. Están sufriendo”, dice otra de las mujeres.

“Me pongo a pensar que nosotros los nicaragüenses también somos emigrantes. Que los dejen caminar libres como andan en Costa Rica”, insiste M.C. indignada.

“Si tendríamos que ir donde el presidente a abogar por ellos, yo voy, toda la comunidad va”, dice M.C. al borde de las lágrimas.

Uno lo que hace es ser solidario con ellos, cualquier cosa que necesiten es ropa y zapatos, hemos visto que hasta descalzos los dejan, sin zapatos. Pasan corriendo como si fueran delincuentes, no son delincuentes, son humildes, son aguantadoras de todo”. Pobladora de San Juan del Sur que ha apoyado con alimento y vestido a los migrantes de origen haitiano y africano.

MARCHAN VESTIDOS DE BLANCO

El viernes pasado los pobladores convocaron a una marcha pacífica, en la que fueron sobre todo mujeres con pancartas en apoyo a los migrantes, solicitando al Gobierno de Nicaragua que los deje pasar. En San Juan del Sur, pero también en Carazo, pobladores se han movilizado para socorrer a este contingente al que el Gobierno no permite entrar.
Luis Miguel Olivares, habitante de San Juan, es uno de los pobladores que solicita al gobierno solidaridad con los migrantes.

El pasado 6 de agosto, por primera vez desde que la crisis estalló en Costa Rica, el Gobierno nicaragüense emitió un comunicado en el que asegura que intensificará los controles.
Se consultó a la organización religiosa Caritas sobre la situación de los migrantes africanos en el país, sin embargo, informaron que estaban recabando información.
María Lidia Oporta, coordinadora de justicia y paz, explicó que una vez que tengan información crearán pastores sociales para prestar apoyo en los casos donde haya trata de personas.

  • 600
    dólares cobran los coyotes por pasarlos en botes desde el sector de El Jobo, Costa Rica, hasta la playa de Peña Rota en San Juan del Sur, Rivas. Cuando están muy cerca de las costas de San Juan, los traficantes les engañan diciéndoles que esas luces son de Managua.

Reportajes Costa Rica Nicaragua Peñas Blancas

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COMENTARIOS

  1. No mas trafico humano
    Hace 8 años

    Precisamente senoras. estan viendo porque esto debe parar.
    Por favor entiendan.vean la realidad, miren lo que es ser victima del Coyotaje.
    Dejarlos pasar es abrirle las puertas a los Coyotes,
    Esos seres despreciables que enganan y roban a migrantes. Que les prometen llevarlos a norteamerica, a cambio de miles de dolares para luego venir a ver que la realidad es otra.
    La realidad triste es que los coyotes, ladrones de vidas, ya con la bolsa llena abandonan a sus victimas a medio camino y no les importa que mueran de hambre. Asi a sangre fria.
    Si se dejan pasar, el trafico y el sufrimiento humano sera imparable. Y mientras, los coyotes seguiran haciendose millonarios traficando con la vida humana.
    Senoras ya por favor, dejen de pedir que este negocio de vidas continue. Si no fuera por Nicaragua, el trafico humano no tendria fin.
    El trafico personas es un crimen contra la humanidad.

    1. inmigrante
      Hace 8 años

      Un analisis sin sentido, prohibir algo es lo que propicia la ilegalidad. Porque jutificar lo injustificable, se me hace que es un sapo mas el que opina.

      Entiendo que en Costa Rica hay muchos Nicas ilegales, ¿crees que en CR existe esta persecución por los ilegales?

  2. Nati
    Hace 8 años

    Realmente un orgullo saber que hay gente solidaria con el sufrimiento ajeno. Todo mi apoyo y admiracion a este grupo de ciudadanos que hace lo que todo ser humano debe sentirse obligado hacer cuando la vida le pone enfrente a gente que no tiene techo, comida ni amigos donde acudir. Espero que sigamos apoyando a este grupo de personas mientras esten en este limbo politico.

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