En este momento, en Nicaragua otras jóvenes nicaragüenses podrían estar siendo víctimas de engaño por parte de una red de traficantes que opera a lo interno y que en el pasado envió a México a la nacional Daniela, donde vivió un verdadero infierno.
Daniela es el nombre ficticio con que fue revelado al mundo el caso de la nicaragüense que por más de siete años sufrió esclavitud forzada y todo tipo de vejámenes, mientras permaneció en las entrañas de Los Zetas y El Golfo, en México.
La presidenta de la Comisión Unidos contra la Trata, en México, Rosi Orozco, considera que al igual que el Gobierno de su país el de Nicaragua tiene mucha responsabilidad en todo esto: debe identificar a la organización delictiva que “enganchó” a Daniela.
Esto para “asegurarse que nunca más una joven nicaragüense vuelva a vivir esto” y o que por su extrema pobreza pueda caer en manos de estas redes.
En múltiples ocasiones la activista mexicana ha escuchado el dramático relato de Daniela , de como fue conducida a las mafias mexicanas, con las que sufrió más de siete años de cautiverio.
MERODEABAN POR MAQUILADORA
Daniela trabajaba en una maquiladora cerca de Managua y una persona que ofrecía productos en los alrededores y que hablaba con las obreras, fue quien la captó.
“Le ofrecieron un crédito, le dijeron que llevara papeles, la llevaron a una oficina (le dijeron) en esta oficina no vamos a poder atenderte, vamos a otra parte, la subieron a una camioneta hasta una frontera con Nicaragua”, recuerda Orozco.
“La señora se bajó diciendo que la camioneta estaba descompuesta llegaron personas armadas (…) y luego se las llevaron (…) ya llegando a México las cruzaron por un despeñadero espantoso”, comenta Orozco en una conversación vía telefónica.
GOBIERNO DE NICARAGUA DEBE INVESTIGAR
La defensora de las víctimas contra la trata señala que en esa ocasión los miembros de la red criminal, también “se llevaron chicas (nicaragüenses) entre 18 y 25 años”. Pero nadie sabe de la suerte que corrieron estas, y “eso también es un asunto de investigar por el gobierno de ustedes (de Nicaragua) porque la persona que la enganchó (a Daniela) puede seguir enganchando a otras nicaragüenses. Eso es muy preocupante”, expresó Orozco.
Es por ello, que la organización que preside Orozco propuso a Daniela residir en México, donde pueda empezar de nuevo y porque contradictoriamente consideran que en Nicaragua “está vulnerable”; porque quienes la reclutaron puedan ubicarla nuevamente.
El caso de Daniela es emblemático, porque venció el miedo. Sobre todo, apunta la activista contra la trata, por tratarse de una mujer que con su valentía decide acudir ante la justicia y denunciar “a personas tan sanguinarias como los Zetas y el cártel del Golfo”, donde la nicaragüense “vivió el peor infierno que jamás hubiéramos podido imaginar”.
La misma Daniela refiere que hay varias centroamericanas que justamente trabajan para los mafiosos, que a ella la obligaron a transportar droga, y que Orozco dice “es un milagro que no esté en la cárcel”.
“Cuántas chicas centroamericanas tal vez están hoy en la cárcel mexicana, cuando su único crimen fue haber sido captada por estos mafiosos y obligadas a delinquir”, relata Orozco.
RECLUTADAS BAJO FALSAS PROMESAS
En junio de 2016 el Departamento de Estado de Estados Unidos señala en el informe anual del sobre la trata de personas que el Gobierno de Daniel Ortega disminuyó sus esfuerzos para identificar a las víctimas, y en general la protección a víctimas continuó siendo inadecuada.
También destaca que Nicaragua es un país de origen y tránsito para el delito de trata, donde las mujeres y, niños son vulnerables a este delito dentro del país y hacia países de Centroamérica, México y Estados Unidos.
Las víctimas son reclutadas en áreas rurales o en zonas fronterizas a través de falsas promesas de altos salarios por trabajo en centros urbanos y locales turísticos, en donde son sujetos a la trata sexual o laboral, apunta el informe de Estados Unidos.
A finales de 2011, en Somoto, Madriz, fueron procesadas varias personas acusadas por crimen organizado, trata de personas, con fines de esclavitud y explotación sexual. En esa ocasión los nicas reclutados para el llamado cártel del Golfo en su mayoría eran oriundos de Quilalí, Nueva Segovia.