A pesar que los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) dieron un fuerte golpe sobre la mesa al no aceptar ser testigos-acompañantes en la mesa de negociación entre el Gobierno y la Alianza Cívica, los hechos demuestran que nuestros representantes siguen pecando de ingenuos e inexpertos.
Permitieron que la Conferencia Episcopal —la institución nicaragüense de mayor credibilidad y respeto tanto nacional como internacional— fuese devaluada de mediador a testigo-acompañante. El colmo es que aceptaron la propuesta de colocar al mismo nivel de los obispos a una desconocida organización de evangélicos progobierno, organizada después de abril del 2018. ¡Qué irrespeto a la CEN y a los familiares de manifestantes asesinados!
Ante la falta de tacto de la Alianza Cívica —incapaz de capitalizar el respaldo nacional e internacional—, amén de fuertes rumores sobre negociaciones paralelas entre el gran capital y Ortega, los obispos sabiamente no aceptaron participar en dichas reuniones. El obispo Abelardo Mata ya había declarado hace unas semanas que la CEN no iba a avalar pactos debajo de la mesa.
Otro error inexplicable fue que en la primera reunión con el gobierno se plegaron a la política de comunicación de la compañera Rosario Murillo: secretismo absoluto para no contaminar la información, lo que generó una ola de indignación y desconfianza.
Otro signo de falta de firmeza de la Alianza Cívica fue que ante la presión nacional e internacional demandando la liberación de los presos políticos como condición para iniciar las negociaciones, emitió un comunicado el 10 de marzo asegurando que solo regresaría a la mesa una vez que se liberara a los manifestantes, cese de represión y secuestros entre otras demandas. No obstante, al día siguiente regresaron a las negociaciones por la promesa gubernamental de que iban a liberar a “un núcleo importante” que al final fue una burla porque el régimen solo liberó a 50 presos políticos. Esta decisión motivó el retiro de los representantes campesinos y de los universitarios para esa reunión.
La mayoría de los nicaragüenses en redes sociales piden cambios. En este impasse, es hora de reflexionar y cambiar a nuestros representantes mediante unas elecciones transparentes entre la Alianza Cívica y la Unidad Nacional Azul y Blanco.
Por derecho deben estar Medardo Mairena por los campesinos, Irlanda Jerez por los presos políticos y una representante de Madres de Abril cuyos hijos fueron asesinados en las protestas.
Los empresarios solo deben tener un representante porque sus patrones son los mismos del Cosep y Amcham. Por los universitarios puede seguir Max Jerez quien ha realizado un excelente trabajo.
Se requieren caras nuevas, porque la Alianza Cívica urge de supervisión adulta.