A Canelo Álvarez le gusta hacer turismo en diferentes categorías. La pelea contra Sergey Kovalev era un reto porque así como los chefs capaces de llevar hasta el paladar lo dulce y lo salado en un mismo bocado, el púgil azteca tenía que convencer a un exigente público de su explosividad sin descuidar su defensa y caer en el aburrimiento.
La pelea parecía disputarse dentro de una caja fuerte o un cerrojo, nadie quería parpadear, nadie daba el paso adelante para tomar riesgos. Y todavía por sorpresa dos pegadores estaban tratando de ser estrategas, hasta que en el undécimo asalto el azteca interpretó magníficamente el concepto que actuar es mejor que pensar. Clavó un cruzado de izquierda al rostro: ya Kovalev estaba a punto de derrumbarse y, luego concluyó su travesía con un recto de derecha a la mandíbula, que por poco y lo saca del cuadrilátero.
Lea también: Algo no huele bien, Sergey Kovalev necesitó cuatro intentos para marcar la categoría
Canelo se convirtió en el cuarto campeón en la historia de México en reinar en cuatro categorías diferentes(154, 160, 168 y 175). Y esta victoria ante el ruso es de las más importantes en su carrera porque supo cómo saltar desde su última pelea en 160 ante Daniel Jacobs a 175, 15 libras de diferencia contra un oponente establecido en su peso. No obstante, la pegada de Álvarez es capaz de cruzar fronteras, aunque su capacidad de asimilación no estuvo aprueba.
Kovalev no tenía estamina, confesó estar cansado de su último combate y sin la suficiente dinamita para liquidar a Canelo, por ese motivo decidió aplicar la pelea a distancia, utilizar mucho el jab y descargar pocas veces con su mano derecha, la cual tiene el sello de fatalidad con desenlace apocalíptico.
Puede interesarle: Conor McGregor: el luchador es condenado por el violento ataque a un hombre en un bar de Irlanda
En los primeros cuatro asaltos estaba dividido el resultado. El asunto era que Canelo no podía entrar a la corta distancia, si de algo se encargó Kovalev sacarlo de su zona de debilidad. La pelea fue avanzando sin mayores giros impredecibles, cada asalto parecía ser sacado de la misma fotocopiadora. La gente se empezaba a impacientar, habían llegado a ver un combate de boxeo entre demoledores no una partida de ajedrez en la “Ciudad del Pecado”.
Desde mi tarjeta el ruso iba sacando el combate ligeramente por dos puntos cuando asomó el golpe de izquierda con un fuerte movimiento telúrico. Canelo sabe leer cuando su oponente está herido de muerte y, en ese undécimo round, lo estaba. Remató con la derecha para conseguir uno de los más espectaculares nocauts del año y colgarse su nuevo juguete en la cintura. “Tal vez haga una pelea más en semicompleto”, dijo el turista, mientras saboreaba la gloria y los 35 millones de dólares echados al bolsillo.