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Tutti Frutti

La última encíclica de Francisco Primero mezcla citas al Evangelio, a San Francisco, a Santo Tomás, etc. envolviendo con un manto teológico el meollo del mensaje que incluye a: la desfasada teoría dependentista; términos propios de relativistas ateos como el deconstructivismo de Derrida; conceptos del anticristiano Foucault, para quien el conocimiento de Occidente es poder opresivo. De allí la tesis neo-marxista (popular entre los radicales iberoamericanos) sobre la descolonización del pensamiento, aunque ni Francisco 1ro. (ni nadie) explica cómo se hará esto si abandonamos el occidentalísimo pensamiento científico. El papa ataca a la globalización (particularmente porque su principal motor es el libre mercado), pero aboga por el desorden migratorio global. Afirma: “Ser parte de un pueblo es ser parte de una identidad común”, pero no advierte que las avalanchas migratorias descontroladas disolverían eventualmente la identidad de los pueblos receptores. Ergo, no importa la identidad de estos cuando son prósperos. Condena la “imposición de la Economía sobre la política” y calla que son los totalitarismos los que imponen sin frenos la política sobre la Economía, casos de Cuba, Corea del Norte, la fenecida URSS, Venezuela… El papa Bergoglio advierte, admonitoriamente, de una siniestra y bien coordinada conspiración capitalista global contra la autoestima de los pueblos humildes, sumada a la imposición de “la cultura uniforme fabricada en Occidente”.

Contradiciéndose, aplaude un posible “gobierno universal”, que realmente tendría posibilidades de uniformarnos a todos. En suma, bendice hipótesis conspirativas, pobladoras de un universo demoníaco.

Las corrientes globalizadoras, con lo bueno y lo negativo que en efecto tienen, despiertan hondos particularismos político-culturales, separatismos territoriales en todos los continentes, radicalización religiosa como en el Islam. Pero el papa alerta contra el peligro de “la uniformidad occidentalizadora”. Atribuye el populismo al nacionalismo de diversos países de economía libre y no alude a los destructivos populismos de izquierda, tales como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, y su propio país: Argentina: Este fue uno de más ricos del mundo, pero no ha cesado de declinar bajo el peso destructivo del populismo peronista, cercano a la simpatía papal.

Ciertamente, son justas sus críticas a la voracidad financiera, al consumismo desbocado, al egoísmo, a la alienación, al ensimismamiento de la vida moderna y a la inequidad, que —irónicamente— es más aguda en los totalitarismos excluidos de las críticas papales. En esencia, la encíclica corresponde a una agenda política divisiva y sectaria. La prédica de Fratelli Tutti por el amor fraterno, contiene antiquísimas consideraciones ampliamente aceptadas, pero por su marcado sesgo político-ideológico, incluidos sus guiños a la Pacha Mama y al relativismo, Francisco Primero siembra confusión en el catolicismo, desdibujando diferencias entre este, el politeísmo y el panteísmo. Un tutti-frutti político-ideológico-religioso profundamente preocupante.

El autor es Doctor (Ph.D). en Estudios Internacionales.

Opinión
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