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Las nuevas cepas del SARS-CoV-2 son más contagiosas que la original. LA PRENSA/ Istockphoto

¿Qué significa que las nuevas variantes del SARS-CoV-2 sean más contagiosas?

El costarricense Christian Marín Müller, doctor en virología, explicó a LA PRENSA cómo actúan las nuevas variantes del virus y por qué no hay que temer a las vacunas

Hay tres nuevas variantes del virus que preocupan a médicos y científicos, que se caracterizan por mutaciones en la proteína “S” del SARS-CoV-2, conocida como la espícula. Esta proteína se encuentra en la superficie del virus, y es utilizada para adherirse a las células humanas.

Las mutaciones ocurren al azar y generalmente no afectan ni positiva ni negativamente al virus. Una variante puede tener varias mutaciones, por ejemplo la variante que se reconoció primero en el Reino Unido acumula 23 mutaciones, mientras la variante que se detectó en África del Sur acumula 17 mutaciones.

En algunos casos, estas mutaciones pueden resultar beneficiosas para el virus —en el caso de estas tres variantes, los datos epidemiológicos indican que son más contagiosas—. Una variante más contagiosa puede ser muy peligrosa, ya que a nivel poblacional significa más enfermos, más hospitalizaciones y más fallecimientos. Por ende es importante redoblar esfuerzos para reducir el contagio.

De momento, no afectan las vacunas

Aunque se ha hablado de la posibilidad de que las nuevas variantes lleguen a ser resistentes a las vacunas, el doctor en virología Christian Marín Müller, quien desde 2013 desarrolla un tratamiento para luchar contra el cáncer de páncreas, aclara que “hasta el momento no hay evidencia de que sean resistentes”, y explica que ese cambio tomaría bastante tiempo “y (la escala de efectividad) no pasaría de 100 a cero sino que puede disminuir la efectividad de las vacunas parcialmente”

“Si nos imaginamos la espícula como un brazo, podemos imaginar que esta puede mutar en la mano o en el codo pero los anticuerpos que genera la vacuna todavía se pueden adherir al antebrazo o a otras partes del brazo (de la espícula) y bloquear su función; por lo tanto las vacunas siguen siendo efectivas, no se han visto mutaciones que las hagan inefectivas”, dice Marín. “Además el cuerpo genera otros tipos de inmunidad además de los anticuerpos, como la inmunidad celular. Y a más largo plazo, tenemos la capacidad de modificar las vacunas para lidiar con diversos variantes”.

El doctor Christian Marín Müller tiene un doctorado en virología por el Baylor College of Medicine en Texas. LA PRENSA/Cortesía

A manera de ejemplo, dice que el SARS-CoV-2 no muta tan rápido como el virus que causa la influenza y que obliga a que la persona se tenga que vacunar anualmente.

¿Qué significa que sean más contagiosas y cómo actuar ante esto?

El virólogo dice que debemos entender que el SARS-CoV-2 se esparce como el humo. “Si alguien está fumando y uno se acerca va a inhalar mucho más humo, por eso es importante el distanciamiento; y si está fumando en un cuarto cerrado eventualmente el cuarto se va a llenar de humo y la persona que no está fumando eventualmente inhala el humo”, explica para graficar la importancia de evitar ambientes sin ventilación.

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“Si una variante es más contagiosa lo que quiere decir es que si actualmente se considera que una exposición peligrosa es pasar 15 minutos en un lugar cerrado con alguien positivo, con estas variantes ese tiempo se acorta a seis minutos porque es más fácil inhalar la dosis de virus que te puede infectar. No sabemos aún si esto se debe a mayor estabilidad del virus, mayor carga viral siendo exhalada por alguien positivo, o por mayor facilidad del virus de infectar una célula humana”, dice el experto, “por eso es importante insistir en que el distanciamiento, dejar fluir el aire libre abriendo ventanas, el uso de mascarillas de tres capas, y evitar las reuniones de grupos grandes siguen siendo las recomendaciones universales. Hay que aplicarlas con más rigor”.

¿Por qué ya no se insiste tanto en el contagio vía superficies?

Marín deja claro que sigue siendo importante el lavado de manos y evitar tocarse la cara, pero reconoce que “afortunadamente las superficies no han resultado ser fuentes importantes de contagio, pero sí se debe seguir desinfectando superficies de alto uso como las perillas de las puertas, por ejemplo”.

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La principal fuente de contagio es inhalar el virus, lo que ocurre más fácilmente en espacios cerrados. Al aire libre el riesgo disminuye 20 veces, pero aún estando al aire libre o en espacios abiertos, es recomendable guardar el distanciamiento y usar mascarilla si vamos a interactuar con otras personas.

¿Por qué una persona debe seguir usando mascarilla después de vacunarse?

“Después de vacunarnos no nos vamos a enfermar”, asegura Marín, sin embargo, aún no hay claridad en cuanto a que la persona vacunada transmita el virus (sea asintomática), por lo tanto el uso de la mascarilla será necesario hasta que lleguemos a la inmunidad de rebaño —es decir, que se haya vacunado más del 80-85 por ciento de la población—.

Las vacunas son seguras

En cuanto a la seguridad de las vacunas, el experto  afirmó que se les debe tener confianza. “En el mundo se han vacunado ya 68 millones de personas y los casos de reacciones alérgicas han sido de 6 o 7 personas por cada millón de vacunados, y todos fueron tratados y se han recuperado… no hay casos de muertes por causa de la vacuna pero sí hay ya millones de casos de muertes por Covid-19 en el mundo”, recuerda.

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Para Marín, mucha de la desconfianza que tiene la gente es porque estamos acostumbrados a que nos tomaba 10 años desarrollar una vacuna y las contra SARS-CoV-2 tomaron 10 meses; y sumando a esto que se usaron tecnologías relativamente nuevas, es natural que se puedan tener preguntas. Pero hay que recordar varios factores, “la tecnología del ARN Mensajero (que usan las de Pfizer y Moderna) se viene estudiando desde hace 30 años, y en los últimos 10 años se han venido realizando estudios clínicos con esta tecnología y estaba en un punto apto para lograr el objetivo. Desde que se secuenció el genoma del virus a inicios del 2020 se pudo comenzar a trabajar en la vacuna; otro factor es que desde hace 17 años conocemos el SARS-CoV-1, otro coronavirus que se propagó en el 2003. Gracias a estos estudios sabíamos que el talón de Aquiles del virus era la espícula, lo que permitió dirigir hacia ese punto la estrategia;  otros factores han sido el inmenso esfuerzo de toda la comunidad científica mundial que compartió información y los expertos en diversas disciplinas que han colaborado en este esfuerzo global; y el apoyo de los gobiernos, que ha sido masivo, y redujo el riesgo, lo que permitió acelerar y combinar las fases de desarrollo sin comprometer la rigurosidad de los estudios”, explica Marín.

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