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Al final, comunistas somos todos

Según un principio metafísico, que ya conocían los griegos como Aristóteles, el mal no tiene existencia propia, es ausencia de bien. Como el color negro no existe, es ausencia de luz en tanto que la luz blanca es la sumatoria de todos. O sea, la luz blanca es la sumatoria de las ondas electromagnéticas de todos los colores mientras que el negro es ausencia de ondas y desaparece encendiendo una luz.

Entonces, para eliminar el mal basta poner bien allí donde no hay, cuanto más mejor pero basta un poco para que el mal vaya desapareciendo. Corolario: si el mal no desaparece es porque no estamos poniendo bien.

El comunismo, en tanto violenta —policial, militar— represión de las personas, de su libertad, es un mal. Ergo, si no desapareció fue porque los “anticomunistas” —los “buenos”— al final no eran tan buenos. La guerra fría entre la URSS y Occidente y, finalmente, la misma URSS cayó cuando algunos actores supieron poner bien donde faltaba.

A los cien años falleció George Schultz, exsecretario de Estado de EE. UU. al final de la Guerra Fría (1982-1989). Al cumplir cien años, The Wall Street Journal publicó un artículo de Paul Wolfowitz asegurando que su “diplomacia permitió un final pacífico para la Guerra Fría”. Su vocación por la paz, el bien en contraposición con la violencia del comunismo caracterizó su carrera.

“Si en un momento de peligro hubiera que escoger en quien depositar la seguridad de EE. UU. ese hombre sería George Schultz”, dijo Henry Kissinger, quedando claro que la paz es el arma eficiente para lograr la seguridad.

¿Por qué duró tanto el comunismo en Europa Central y persiste en algunas partes? Porque, ahora queda claro, Europa Occidental también era, y es, bastante comunista.

Más allá de la discusión sobre la gravedad del Covid 19 o no, las personas en libertad, el mercado, podrían manejarlo con eficiencia. Pero al aparecer en Wuhan, el comunismo optó por su receta típica: reprimir como en la Plaza de Tiananmén. Y Occidente copió al comunismo: confinamientos y todo tipo de violentas restricciones a la libertad.

Mientras China, prácticamente, ya ha levantado todas las restricciones logrando ser una de las pocas economías que crece, Europa Occidental insiste con confinamientos y todo tipo de violentas restricciones a las libertades. Y, mientras el líder chino habla de liberar el comercio internacional, EE. UU. con Trump hizo lo contrario.

Pero no solo eso, impuso entre otros a Cuba un bloqueo que, en rigor, es contra los ciudadanos de EE. UU. a quienes se les prohíbe relacionarse con estos caribeños, lo que ha servido para aislar más, dentro de la Isla Cárcel, a los cubanos.

Pero, como a la larga el bien se expande, aunque lentamente Cuba va hacia una sociedad menos represiva. En 2010, había 157,000 trabajadores por cuenta propia, en 2014 ya eran 478,000 y hoy superan los 600,000 (13 % de la población activa). Y ahora se eliminará la actual lista que autoriza solo 127 actividades, dejando liberadas unas 2,000. Quedando excluidas, parcial o totalmente, 124 actividades consideradas “asuntos prioritarios o de seguridad nacional”, como la medicina, la educación, la defensa o la explotación de “recursos naturales”.

El autor es asesor sénior en The Cedar Portfolio y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California.
@alextagliavini
www.alejandrotagliavini.com

Opinión
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