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 LA PRENSA/ AGENCIA

“Recordando al bendito algodón”

Jorge Eduardo Argüello: A vos no te conozco, pero sí, a tu mama, la Mariana.

Por Ana María Ch. de Hollmann

Jorge Eduardo Argüello:

A vos no te conozco, pero sí, a tu mama,

la Mariana.

Tu poema me hizo recordar el bendito algodón.

Mi esposo Carlos lo sembró casi veinticuatro años…

En Sonzapote y La Gallinera, Las Esquinas,

El Limón, Chata, El Castillo y

en El Garabato,

en Nandaime y Granada, Sabana Grande y,

también en la finca de Nicolás.

Él brincaba más que un gato

para así poder sembrar.

El último casi…

en Tisma, que ni siquiera sembró…

pues la Revolución entró

y cultivar le negó.

Entonces le dije yo: te venís a La Prensa

que aquí se cultiva conciencia.

En otra ocasión pasó que,

Chema Castillo, del Banco el Presidente,

liberó toda la cosecha

a favor de Tommy Wheelock

quien fue el que la vendió,

dejándonos con una deuda

de “nada menos de” ochocientos mil…

era el producto total.

¡No te aflijás! ¡No te aflijás!

El trompo volvé a enrollar

así, la deuda pudimos pagar,

yo refugiada en mi casa,

con el radio a la par;

encargando repuestos para los tractores,

pidiendo cita en la Fumosa para fumigar.

A las cuatro de la mañana,

mientras la empleada dormía,

le hacía su desayuno y,

le alistaba el termo con el pinol,

para esperar el avión,

y así poder la plaga exterminar:

el chapulín,

el chogote, la langosta y el picudo,

con el DDT, el Dieldrin y el Azodrin.

Apurado me llamaba;

¡Llama al entomólogo

que el huevo va reventar!

¡Reza que no llueva

que el polvo se va a lavar…!

¡Reza para que llueva

que la mota va a llenar…!

Juan Montealto y la Quecha su mujer,

Camacho el del campo y,

Winston Umaña el de los tractores…

Todos lo acompañaban

hasta la cosecha recoger.

…

Y el bendito algodón nos unía

Ésa era mi única realidad, ésa era…

en cada hora del día

mis ojos clavados en la lejanía,

hasta verlo aparecer,

lo esperaba…

y es que yo,

lo amaba.

Febrero 6 2011

La Prensa Literaria

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