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La otredad de Claribel Alegría

Wolfgang Iser, resumiendo su trabajo en The Fictive and the Imaginary: Charting Literary Anthropology , describe una característica humana fundamental: nuestra necesidad de narrar como obra de ficción lo que permanece más allá de nuestro conocimiento directo “retenido, inasequible y no disponible”.

Por Steven F. White

Wolfgang Iser, resumiendo su trabajo en The Fictive and the Imaginary: Charting Literary Anthropology , describe una característica humana fundamental: nuestra necesidad de narrar como obra de ficción lo que permanece más allá de nuestro conocimiento directo “retenido, inasequible y no disponible”. Esta profunda inquietud, sigue Iser, “se impulsa por el ímpetu de alcanzar algo fuera de uno mismo —no para procurar la trascendencia personal, sino para luego ser disponibles a nosotros mismos”. Para Iser, esta dimensión literaria de la psicología humana tiene rasgos antropológicos porque tiene que ver con las múltiples posibilidades dinámicas que existen para que los seres humanos se transformen y “sacien su deseo firmemente enraizado de ser y estar con uno mismo y, a la vez, fuera de sí” (Iser 313-314). Estas ideas definen el poder de las narrativas humanas con afines chamánicos que crean un espacio, según Iser, para la puesta en escena del potencial de la otredad y también para el movimiento más allá de las fronteras de lo humano. Hay amplios ejemplos de este fenómeno en la poesía de Claribel Alegría, ganadora del prestigioso premio Neustadt de la Universidad de Oklahoma en 2005, que nació en la ciudad de Estelí en 1924. Existe, además, una fuerte presencia en su obra de la flora y fauna de la llamada República de Poetas y también de los otros países donde ella ha vivido por temporadas extensas como España y Estados Unidos. ¿Cuántos niños (¡y adultos también!) han gozado de La espada en la piedra , la película animada clásica de Walt Disney de 1963 que demuestra las transformaciones del protagonista Arturo en pez, pájaro y ardilla para que, por medio de estas metamorfosis gracias al hechicero Merlin, el futuro Rey conozca y respete los distintos reinos acuáticos, aéreos y terrestres con todos sus peligros y belleza? Cuando leemos Las metamorfosis de Ovidio y el Popol vuh nos asombran los parámetros que se esfuman entre las especies. Por medio de estos cambios mágicos y el subsiguiente poder psicológico de las historias que narran diversos procesos de autoconocimiento, la flora y fauna se personifican y, al mismo tiempo, los seres humanos se “faunifican” y se “florifican”. De aquí nace el gran vínculo entre el pensamiento del niño que procura conocer la otredad del mundo que le rodea y del chamán que, por medio de las plantas sagradas y el canto, entra en la alteridad para servir como intermedio entre este mundo y un reino bélico de aliados y espíritus malévolos, para diagnosticar y curar enfermedades, y para adivinar el futuro.

Desde el inicio de su vida literaria, Claribel Alegría se ha preocupado de imaginarse inmersa en la otredad para expandir los límites de lo humano y para demostrar que somos capaces de narrar modos alternos de ser. En Metamorfosis , por ejemplo, poema del libro Huésped de mi tiempo (1958-1961), intenta establecer un nexo ontológico entre la rosa y, como diría Huidobro, el esfuerzo de hacerla florecer en el poema. Alegría hunde sus raíces en este terreno artificial creado por el lenguaje y así empieza una poética que se ha manifestado en todas las etapas de su obra:

Mi última rosa

fue una flor de palabras.

 

Ahora me ahondo en su color,

me detengo a tocar sus pétalos,

aspiro su perfume

y no barniz de imprenta.

 

Cerré los libros

y se me abrió un mundo

incandescente,

volcánico,

del tercer día de la creación.

 

Anduve sacudida

por amores

y llanto

y deseos

y miedo.

 

Arranqué de cuajo mis raíces,

estornudé a las gentes

que giraban en el torbellino.

 

Me construí una casa

en espiral

a prueba de viento

y de pasiones.

 

Salí,

con ella cuestas

a buscarme.

 

Mas,

caracol,

caí.

 

Danzo atrapada

en la red del canto,

el amarillo

y los olores.

 

Me esfuerzo en recordarme,

en descubrirme,

en eludir las tenazas del vacío.

 

El ritmo de las olas

me martilla,

el clavo de la luz.

(Alegría Suma 47-48)

Tal como afirma Darío en Reencarnaciones cuando dice “Yo fui coral primero”, Alegría se presenta aquí como caracol que intenta protegerse de los golpes de una vida submarina. La idea no es solamente descubrirse, sino también tener acceso a estas vidas anteriores, o sea recordarse como el otro ser que es, cuya existencia comparte incluso en términos genéticos. Crear o dejar constancia de estas transformaciones ha sido una característica persistente en la obra de Alegría a través de muchas décadas como atestigua el poema Tanka publicado en 1993:

 

Esta mañana

fui pájaro y fui pez

cambié de forma

y destejí en el aire

las tinieblas del mar.

(Alegría Variaciones 20)

 

Merlin es un poema en que las tradiciones europeas se convergen con las creencias amerindias. El aprendizaje con el hechicero que requiere de cierta desnudez psicológica por parte de la poeta borra la racionalidad para facilitar el movimiento entre diferentes períodos históricos y diversos lugares geográficos:

Era hechicero el viejo

era implacable

me iba despojando

de todos mis ropajes

me envolvía en palabras

me lanzaba en pos de la poesía

descendí hasta el abismo

me invadieron imágenes

insólitas:

Teotl

que hizo brotar el fuego

Lilith

y Kukulkán

los pájaros dulces que lloraban

cuando moría una niña.

 

Volví a la superficie

me sumergí de nuevo:

calaveras

pirámides

tierra seca

agrietada.

 

Me disfracé de bruja

de jaguar

de serpiente

y seguía buceando

y encontré mi nágual

pero a nadie le digo el nombre de mi nágual

a nadie jamás se lo diré.

(Alegría Thresholds 28 & 30)


El espíritu guardián del mundo panteísta aborigen en la forma del nágual tiene que permanecer como secreto porque los lectores del texto, como forasteros, no tienen el derecho de pertenecer a este poderoso sistema arcaico interiorizado. Si Darío es un arqueólogo en Tutecotzimí , excavando y desenterrando sus orígenes indígenas, Alegría bucea en este pasado oculto pero no perdido, buscando descifrar los mismos enigmas.

Mientras escribo estas páginas, Claribel Alegría, a sus 86 años, me dice en una comunicación personal que está trabajando en un nuevo libro que se llama Otredad , pero que no sabe si va a poder terminarlo. Me ha mandado muy gentilmente algunos poemas todavía inéditos como Selene en que la protagonista le pide a Endymion:

 

déjame que te mire

déjame que te narre

mi odisea

Y al final de este poema afirma la hablante lo siguiente:

 

No hay muerte

sólo pasos

todo termina

cae

para nacer de nuevo.

(Alegría Otredad inédito)


Alegría, por medio de la narración de la odisea de su propia vida como poeta, entiende que si se coloca esta máscara lírica, el poema mismo se convierte en un vehículo que se dirige hacia lo primordial con un resultado claro: la vida del más allá es más asequible a la humanidad. De acuerdo con Stephen Crites, las formas narrativas de los mitos y otros relatos sagrados “orientan las vidas de la gente a través del tiempo, el período de tiempo de sus vidas, su experiencia individual y corporal” (Crites 295). Subrayo en esta cita la idea de la temporalidad personal porque las historias de la otredad nos sirven de guía durante ese paréntesis en que nacemos y morimos, muchas veces con la sensación calderoniana de que todo ha sido un sueño.


La Prensa Literaria Claribel Alegría

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