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Momento en que es nombrado campeón centroamericano de jiu-jitsu en el 2012. LA PRENSA/CORTESIA

De albañil a ingeniero

Sentado en el suelo del patio de su casa, en la comarca Esperanza número uno, en Río San Juan, de niño Pablo Acuña jugaba con piedras y tierra. Edificaba pequeñas casas que las rodeaban carreteras, todo imaginado en la mente del niño. Su abuela Filomena lo vigilaba y siempre dijo: “Este niño será un buen albañil”.

Por Róger Almanza G.

 

Sentado en el suelo del patio de su casa, en la comarca Esperanza número uno, en Río San Juan, de niño Pablo Acuña jugaba con piedras y tierra. Edificaba pequeñas casas que las rodeaban carreteras, todo imaginado en la mente del niño. Su abuela Filomena lo vigilaba y siempre dijo: “Este niño será un buen albañil”.

Hoy, Pablo recuerda esas mañanas eternas en que jugaba y de como su abuela siempre lo llamó “albañil”. “Era como su máximo. Claro en medio de la pobreza en la que vivíamos el ser albañil era algo grande para ella”, comenta hoy Pablo, un ingeniero civil, de 32 años y dueño de su propia compañía de construcción.

La creó en el 2007, literalmente con tres palas, dos carretillas y un casco, de esos que mantienen seguras las cabezas de los ingenieros. Comparte la sociedad con su mamá que se graduó de abogada al mismo tiempo que Pablo se recibió de ingeniero civil, y con su hermana que este año se recibe de arquitecta.

“Era divertido ver a mi mamá en la universidad, creo que nos volvimos amigos porque todas las noches nos encontrábamos en casa estudiando, haciendo tareas, y planeando metas para nosotros”, recuerda Pablo.

Su compañía ha participado en la construcción de grandes hoteles en Managua, como el Barceló Managua, de casinos y residenciales.

“Lograr tu empresa es lo fácil, cuando te lo proponés, sobrevivir con ella es lo realmente difícil y de eso te das cuenta cada quincena, cuando tenés que pagar planilla y cubrir gastos que te mantengan en la competencia”, comenta Pablo.

Y es que llegar a ser dueño de su propia compañía fue algo que no tuvo como primer sueño. Su gran sueño era encontrar un trabajo donde le pagaran bien para tener solvencia económica y poder vivir tranquilo. “Es en el camino que nacen las metas. Las necesidades te hacen querer más y buscar las oportunidades”, valora Pablo.

Después de graduarse como ingeniero civil de la Universidad Nacional de Ingeniería, Pablo empezó a trabajar para importantes compañías constructoras. “Así fui abriendo camino y conociendo a muchos clientes hasta que uno me dio su voto de confianza el día que decidí crear mi compañía”, cuenta Pablo.

Más allá del proceso administrativo que le tocó realizar para legalizar la que hoy se hace llamar Condiarsa, el mayor trabajo fue lograr los contratos.

“Hubo alguien en el camino que confió en mí, en mi capacidad. Fue un cliente importante que me empezó a dar contratos y así es como todo comenzó hace seis años. Todos tenemos a esa persona que nos podrá ayudar, solo es saber demostrar que podemos”, dice Pablo.

Su experiencia puede ser para muchos la fórmula que buscan para lograr el éxito. “Hay que soñar en grande”, apunta Pablo, un chavalo que la hizo de albañil en el instituto técnico y de maestro de obra cuando le tocó trabajar todo el día para poder pagar la carrera de ingeniero.

“En la disciplina está el éxito. Aunque no me gustaba palear ni hacer mezcla ni montar ladrillos, tenía que hacerlo, aprenderlo porque siempre me decía que el mejor ingeniero era el que dominaba todo ese proceso”, dice Pablo.

El pequeño que soñó en grande

Tierra adentro, como dice Pablo, la vida se ve distinta. Quizá sería como decía su abuela, que su nieto sería un albañil. Pero la decisión de su madre cambiaría el destino de su familia.

“Mi madre es el personaje especial de mi vida, nunca me dejó de apoyar hasta en los momentos en que todo parecía imposible”, comenta Pablo.

En Managua vivieron en tantos lugares que Pablo ya olvidó las direcciones.

Se vino cuando aún era un niño. No conoció a su padre, tres meses antes de que Pablo naciera, su papá tomó la decisión de adelantar por mano propia su partida de este mundo.

“Razones no las sé. Es un tema que no discuto con mi mamá, porque no hay una razón de pensar más en eso… Cada quien vive la vida que le toca vivir y eso es lo que mi mamá hizo”, dice Pablo.

“Me gusta como ha sido mi vida, llena de dificultades como la de muchos, pero lo importante es que nunca pienso que la vida me hace o me ha hecho sufrir”, apunta Pablo.

Y el niño que iba a la escuela primaria, a veces solo con un vaso de avena en el estómago, logró llegar a la secundaria con la cabeza llena de sueños.

Su madre Verónica Cerna trabajaba fuera todo el día y en la noche vendía rosquillas en la casa.

Cuando llegaron dos hermanos para Pablo, tuvo que empezar la secundaria por la noche. El adolescente hermano mayor también tenía que ayudar al cuido de sus hermanos menores.

“Tenía que estudiar en la noche porque debía estar en casa cuidando a mis hermanos hasta que llegara mi mamá, no podía dejar de estudiar aunque me costara”, recuerda Pablo.

Fue en tercer año de secundaria cuando una charla vocacional lo llevó al Centro Técnico de Formación Profesional, aquí decidió estudiar para maestro de obra. “Yo sería un ingeniero civil”, se proyectó Pablo.

A palazos y a patadas

Uno de sus sueños escondidos era practicar artes marciales, nunca su madre se lo permitió. “Tenía miedo de que me mataran con esos golpes, pero era algo que me hacía sentir libre”, comenta Pablo.

Y es que, recuerda que solía ser violento en la escuela. “Siempre reaccionaba a todo, me molestaba con facilidad y las artes marciales me daban tranquilidad”, dice Pablo.

Fue así como decidió entrar oficialmente a una escuela de jiu-jitsu en 1998 a un año de bachillerarse y también terminar la escuela técnica.

“Era pesado. Pasaba todo el día en la escuela técnica, fui albañil hasta que logré hacer buenas mezclas y pegar bien piedras y ladrillos (ríe mientras lo cuenta), solo así saldría maestro de obra…”, recuerda Pablo, quien luego, por la noche, después de las clases para maestro de obra tenía que ir al colegio para terminar el bachillerato.

Era el año de 1999 y Pablo termina la escuela técnica, se bachillera y comienza a trabajar en construcciones como maestro de obra.

Así, con su salario de maestro de obra, llevaba dinero a la casa y podía pagar la universidad.

“Hacer jiu-jitsu me daba energía, me ayudaba a seguir y cada vez avanzaba más en esta arte marcial y mi maestro confiaba en mí”, cuenta Pablo.

Pasó por todas las cintas hasta lograr la cinta negra en jiu-jitsu, y hoy, desde hace cuatro años es maestro de la escuela Budo Kan. En el 2004 fue campeón en el Campeonato Nacional de Artes Marciales y en el 2012 fue campeón de jiu-jitsu en el Campeonato Centroamericano.

“Ahora mi mamá llega a verme pelear y es parte de mi barra, ya no le da miedo verme”, comenta Pablo recordando cuando su madre no le permitía pelear en artes marciales.

Su compañía constructora se encarga ahora de brindar maquinarias y mantenimiento de camino, por eso sus días pasan entre la zona norte del país, en esos caminos donde sacan la palma africana y contratos en otras ciudades.

“Yo sueño en grande porque quiero un futuro grande y esa es la forma de lograrlo”, afirma Pablo.

Sección Domingo ingeniero niño

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COMENTARIOS

  1. Maree
    Hace 11 años

    No me habia fijado en la foto, ya las vi. Felicidades te deseo un gran futuro.

  2. Goyito
    Hace 11 años

    Adelante Muchacho, tu puedes lograrlo, tienes el material necesario y suficiente, personas como tu, llenas de suenos e ilusiones, esta lleno nuestro pais, tu tienes mucho camino por delante que recorrer y ser ejemplo de nuestra juventud y futuras generaciones, a muchachos como tu, es a los que debemos apoyar y ayudarlos en todos los aspectos. De mi parte recibe muchas felicitaciones y muchas bendiciones, que DIOS nuestro creador del Universo te guie y bendiga por siempre, a tu familia tambien.

  3. Roberto
    Hace 11 años

    Mis respetos compadre Sensei

  4. Benito José
    Hace 11 años

    Bravo por este ejemplo de actitud! Mi sincero aplauso. Esta es una prueba más que todo es posible cuando hay ideales y éstos se conquistan con sacrificios y muchas renuncias. No es fácil, pero tampoco es imposible. Mi felicitación por hacer la diferencia y de paso dejar sin argumento a la mediocridad y la comodidad que nos hunden en el mar de excusas que siempre busca culpables para no entrarle de verdad a la vida.

  5. Viva Nicaragua
    Hace 11 años

    Felicidades Pablo, sos un ejemplo para muchos chavalos. La moraleja de tu historia es que la disciplina, las gana de salir adelante y la perseverancia es lo unico que se necesita para cumplir un sueno.

  6. Maree
    Hace 11 años

    Muy buena ha sido la perseverancia de Pablo, pues muchos se aburren antes de lograr los suenos. La constancia, la diciplina, la responsabilidad y la perseverancia son muy importante para lograr los suenos. Me hubiese gustado ver una foto de este gran constructor, ingeniero civil q se forjo con gran esfuerzo. Que siga adelante, q el futuro esta en sus manos. No es tener buena suerte, es ser esforzado para alcanzar los logros. La suerte llega de golpe sin esfuerzo y no hay q pensar solo en eso.

  7. Dprez
    Hace 11 años

    El esfuerzo obtiene su recompensa…. Deberian pasar reportajes asi por la TV o como comerciales para motivarse

  8. Porphy
    Hace 11 años

    Labour visis ímprobos …..El trabajo duro, da excelentes resultados…excelente modelo que seguir y promover.

  9. Indio pata rajada
    Hace 11 años

    Ojala muchos Nicas siguieran tu ejemplo. Y que en el próximo reportaje la Prensa hable de tu mamá para saber si ella está ejerciendo el derecho. Muchisimas felicidades, sin conocerte me siento orgulloso de Vos. Dios te bendiga a vos y a toda tu familia.

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