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LA PRENSA/ U. MOLINA

Mucho ojo

La sicóloga Mariana Aburto afirma que hay un momento en que la posesión puede convertirse en una relación patológica, enfermiza. Señala que no es tan fácil que una persona se dé cuenta o acepte que es posesiva, porque piensa que todo lo que hace es por el bien de sus hijos. Una señal de alarma […]

La sicóloga Mariana Aburto afirma que hay un momento en que la posesión puede convertirse en una relación patológica, enfermiza. Señala que no es tan fácil que una persona se dé cuenta o acepte que es posesiva, porque piensa que todo lo que hace es por el bien de sus hijos.

Una señal de alarma es cuando un hijo no tiene la capacidad de interactuar con las demás personas que no sean sus padres. “La posesión se convierte en un control, pero cuando se llega a adolescente como parte del desarrollo y de la emancipación el adolescente se revela, ante una actitud persecutoria de los padres, pero no quiere decir que ya no tenga el rasgo interiorizado y sea posesivo con sus amigos, no quieren el control de los padres porque los limita, pero no se dan cuenta que empiezan a depender de sus amigos”, señala la especialista.

Tanto padres como hijos deben estar claros que la convivencia entre los seres humanos es de límites. En la casa hay reglamentos implícitos, que tienen que ver con la formación de los hábitos. “Cuando uno crece con esos límites le es más fácil la vida. La familia debe estar consciente de cuál es la ruta que va a llevar al formar una familia”, dice Aburto.

Según la sicóloga, hay diferentes formas de decir “sin mí no podés hacer nada”, pero la persona va incursionando en otros ámbitos, se encuentra a sí misma y va madurando, hasta que llega a un punto en que se da cuenta que así no puede seguir y toma decisiones de manera madura, y se va de la casa para ser ella misma. “Las personas que no pueden salir de ello se quedan en casa y cuando ven hacia atrás se dan cuenta que no han hecho nada con su vida”, enfatiza la sicóloga.

La escuela de la vida

El sicólogo Antonio Aburto, señala que no hay un manual para aprender a ser padres, sin embargo con el desarrollo de la sociedad, de la cultura y de la tecnología, se van abriendo otros puntos de vista y cambios de pensamiento. “El joven ya no piensa de la misma manera que pensaba el abuelo, eso es producto del desarrollo. Ya no estamos educando como nos educaron a nosotros, es muy importante que los jóvenes hagan un cambio, en el sentido que vean a sus hijos como un hombre o una mujer que están en desarrollo y que para ello necesitan crear ciertas condiciones”.

Algo que es imprescindible en la familia es la comunicación para la formación de una buena autoestima, de una buena capacidad y poder de elección. “Es importante tener en cuenta que es un hombre o una mujer en desarrollo, que tiene sus propias habilidades y hay que irlas incentivando, eso da seguridad en la persona. Muchas veces los padres no ven o no creen en las potencialidades de sus hijos y los anulan o bien se les obliga a hacer determinadas cosas, lo cual también es una forma de anulación”, señala Aburto.

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