Por Amalia del Cid
Con un efecto de bumerán, las consecuencias del estilo de gobierno de Hugo Chávez le estallaron en la cara a Nicolás Maduro, y las medidas tomadas por el “heredero” a la Presidencia de Venezuela no han sido afortunadas. La crisis económica, política y social que puso a la gente en las calles no nació de un día para otro. Lleva años gestándose en el despilfarro, la discrecionalidad, el autoritarismo y la falta de institucionalidad que caracteriza al chavismo, explican periodistas y expertos venezolanos.
En un país donde el 96 por ciento de las divisas provienen del petróleo, “tú no puedes darte el lujo de regalarlo o venderlo a precios financiados”, considera Ernesto Tovar, periodista de Economía del diario venezolano El Universal.
Pero el chavismo se dio el lujo. A fin de granjearse “solidaridades automáticas” —apunta Tovar— invirtió en una libertina “diplomacia petrolera” que ha influido en buena parte de la crisis económica que atraviesa el país sudamericano, que cuenta con el veinte por ciento de las reservas mundiales de crudo.
Uno de los países “beneficiados”, ya lo sabemos, es Nicaragua. Se estima que del 2007 al 2013, el gobierno de Daniel Ortega recibió al menos 2,500 millones de dólares en petróleo venezolano. Y a nadie le ha explicado cómo los usó.
A cambio, “se supone que Nicaragua nos envía carne, granos… Sin embargo, ¿qué necesidad tiene Venezuela de cambiar su petróleo si puede producir eso aquí?”, cuestiona el periodista.
Sin embargo, es Cuba el país que más petróleo chavista recibe. Según Tovar, al régimen de los Castro se le envían diariamente cien mil barriles que representan diez millones de dólares al día. Cuba, por su parte, manda médicos y profesores de educación física.
¿Pero cuál es el costo de ese servicio? Tovar explica que “en Venezuela no se sabe cuánto cuesta cada cooperante cubano, pero hay una cifra que podría ser más de treinta mil dólares mensuales. Hay una sospecha de que solo es una ayuda encubierta para mantener un sistema, el de los Castro, que sin Venezuela, se viene abajo”.
“Sin darnos cuenta, conformamos una nueva forma de dependencia”, señala Cristian Fuentes, periodista venezolano independiente. Cuando Venezuela empezó a dar petróleo como elemento de intercambio o con subsidios importantes y además con crédito a largo plazo, los ingresos en divisas de Venezuela disminuyeron. En otras palabras —apunta—, “en vez de entrar dólares nos envían frijoles, leche, pollos, reses y semillas”.
MERCADO NEGRO
Cuando empezaron a caer las reservas en dólares, recuerda Fuentes, se hizo “necesario” realizar un control cambiario. Aquí es donde entra el famoso mercado negro, un monstruo nacido a raíz del sistema de control de cambio impuesto por Chávez en el 2003. Al limitar la cantidad de dólares circulantes, el Gobierno buscaba evitar la fuga de capitales del país y controlar el precio de los alimentos básicos, según explica la BBC en el artículo 10 claves para entender qué pasa con la economía de Venezuela.
De esa manera, los venezolanos que necesitaban dólares para importar o para viajar al exterior, tenían que dirigirse a una agencia estatal para comprarlos a una tasa “preferencial” impuesta por el Gobierno. El problema es que pronto la demanda fue mucho más alta que la cantidad de dólares disponibles.
Debido a eso, aunque es ilegal, muchos comerciantes recurren al mercado negro de dólares para poder importar productos. Y, de acuerdo con la BBC, como en esta economía paralela la tasa del dólar es diez veces más alta que la oficial, se deben cobrar precios muy altos para obtener ganancias.
Por otro lado, los muchos requisitos y tiempo perdido para poder cambiar bolívares a dólares hicieron caer la producción y esta se quedó para consumo interno, explica Fuentes. De esa forma, las empresas se fueron quedando sin recursos para importar empaques, materia prima, maquinarias, hacer mantenimiento o integrar nuevas tecnologías.
Y no solo eso. Si las compañías no pueden comprar dólares, tampoco pueden importar productos básicos. Y ante el miedo de no volver a encontrarlo, explica la BBC, la gente compra hasta lo que no necesita. Así nació la escasez.
Uno de cada cuatro productos básicos falta o es difícil de conseguir en Venezuela, de acuerdo con el Índice de Escasez publicado por el Banco Central venezolano. “Como ahora nada se produce y todo se importa bajo el control y racionamiento impuesto por el Estado, cada día los anaqueles de los mercados y farmacias, o de repuestos para mantener la infraestructura incluso de vehículos, están más vacíos. No hay papel de periódicos, ni papel sanitario, y escasea hasta la pasta de dientes”, lamenta Asdrúbal Aguiar, analista venezolano.
Ante el creciente mercado negro, el desabastecimiento y una inflación de 56 por ciento, que está entre las más altas del mundo, al presidente Nicolás Maduro se le ocurrió lanzar una “ofensiva económica” contra la campaña “desestabilizadora” de los sectores opositores. Consistió en fiscalizaciones, expropiaciones e imposición de ganancias “razonables” y precios “justos”.
Finalizada la primera jornada de la “ofensiva” contra la “guerra económica”, el clima de inseguridad había aumentado tanto que a mediados del pasado enero, cuando Maduro se preparaba para anunciar la nueva fase de su estrategia, llenos de incertidumbre los venezolanos corrieron a los supermercados. Hicieron fila desde las primeras horas de la mañana para comprar productos regulados de la canasta básica.
Por otro parte, como uno de los requisitos para tener acceso a los dólares es viajar, se han creado todo tipo de esquemas fraudulentos en los países fronterizos con los que la gente busca hacer negocio con su cupo de dólares.
INSEGURIDAD
A esa situación había que sumarle la inseguridad del país. Venezuela se encuentra entre los cinco países más violentos del mundo, junto con Honduras, El Salvador, Costa de Marfil y Jamaica, de acuerdo con un informe del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) de diciembre de 2013, citado por CNN en Español. Homicidios, atracos, corrupción, tráfico de drogas y de armas son los delitos sobre los que los venezolanos tienen una “mayor percepción”.
La media oficial de homicidios es de 39 asesinatos por cada cien mil habitantes; pero el OVV descalificó las cifras y fijó la tasa en 79 por cada cien mil habitantes. La nueva cifra representa un 12 por ciento de la mortalidad total del país, con una población de 29 millones, señala CNN en el artículo 10 claves para entender qué está pasando en Venezuela .
Solo en el período Chávez-Maduro ha habido más de 150 mil muertes violentas. Es un estimado —subraya Fuentes—, porque lo cierto es que desde hace diez años no se emite un informe oficial.
Al chavismo le encanta la discrecionalidad. Según el periodista Ernesto Tovar, cada vez es más difícil para el poder legislativo vigilar el destino del dinero que cae en manos del ejecutivo. Incluso —señala— existe un fondo al que el Gobierno puede pasar divisas de reservas internacionales para gastarlas a su discreción. Y hay otro, conocido como “fondo chino”, al que entra el dinero que China entrega para proyectos y Venezuela paga con petróleo. El problema —dice Tovar— es que nadie sabe cuánto entra ni a dónde va.
PROTESTA
Por todas esas razones —y otras, como el bloqueo a la libertad de expresión— la gente está protestando. La llamita que se encendió a inicios de febrero cuando un grupo de estudiantes se manifestó en contra de la inseguridad está quemando ahora las calles de Venezuela.
Las protestas han cobrado ya varias vidas y dejado decenas de heridos y detenidos. Sin embargo, Maduro insiste en llamar “fascistas” a los grupos opositores e intenta culpar a Estados Unidos. No es de extrañar, pues ya en una ocasión, en septiembre de 2013, responsabilizó a Spiderman por la violencia que a diario se vive en Venezuela.
En el actual panorama de este país resaltan las figuras de Leopoldo López, líder “rebelde” del partido opositor Voluntad Popular; Diosdado Cabello, el hombre fuerte, pero de bajo perfil, del chavismo y Henrique Capriles, el opositor que pide un camino más largo y sin violencia hacia un cambio, porque teme que un “Maduro vete” signifique un “Diosdado vente”.
Y, por supuesto, aunque ha pasado casi un año desde su partida, Hugo Chávez sigue influyendo en el destino de Venezuela. Gran parte de lo que vive el país es resultado de su modelo de gobierno. La pregunta que todos se hacen y nadie podrá responder es si su liderazgo habría bastado en estos momentos.
“MADURO VIVE UNA TRAGEDIA”
Asdrúbal Aguiar, jurista, político y escritor venezolano, sobre las causas de la crisis que atraviesa Venezuela
::: ¿Cómo se explica que un país tan rico en recursos como Venezuela haya llegado a la situación económica en que se encuentra?
El reblandecimiento democrático hasta su agotamiento y el intento por instalar en Venezuela el modelo económico marxista cubano están en la base de la profunda crisis económica y social, política e institucional que hoy padecemos. Recién, Rafael Ramírez, ministro de Petróleo y presidente de PDVSA, confesó a la prensa que se gastaron 1,500 billones de dólares sin planificar durante los últimos 15 años; habiendo sido él y Hugo Chávez los responsables de tamaña catástrofe. Al concentrarse el poder público en manos del presidente, eliminarse la separación y balances entre las instituciones del Estado; afirmarse una hegemonía comunicacional de Estado de corte propagandístico, anularse la función contralora y usarse de la justicia para perseguir a los disidentes políticos, se crearon las condiciones para que la corrupción y la impunidad oficial hiciesen de las suyas. A la par, fue confiscada paulatinamente la parte más importante del aparato productivo y económico privado, que dejó de operar y el Estado no se pudo sostener con empleados públicos. Se subsidió a la población directamente con dinero sin creárseles fuentes estables de trabajo, y se dispuso —sin control presupuestario— una parte fundamental del ingreso petrolero para el manejo libre por el presidente de Venezuela y su aplicación a las tareas políticas revolucionarias, como su exportación a terceros países. La politización de la industria petrolera y la destitución, por contrarrevolucionarios, de 20,000 de sus trabajadores y expertos técnicos —hoy asumidos por otras transnacionales del petróleo en el extranjero— acabó con la que fuera una de las empresas petroleras más competentes del mundo.
::: ¿Qué tanto tiene que ver en la situación actual la manera de administrar de Nicolás Maduro?
Maduro, presidente ilegítimo, cabe precisarlo, pues se violó la Constitución para cumplir con el testamento político de Chávez y dejarlo como heredero, vive una tragedia. Chávez no le podía transmitir por vía genética sus propiedades carismáticas y telúricas. El ocupante de Miraflores es desangelado y de mentalidad primaria. Era un buen edecán pero sin capacidad para el liderazgo, menos para unir las distintas fuerzas antagónicas que conviven dentro de la revolución. Maduro, en lo inmediato, por una parte le ha abierto juego libre y consulta sus actuaciones con los Castro y sus emisarios del G2, sus estrategas políticos y para la represión. No se olvide que en Venezuela, su administración pública ha sido penetrada y la congestionan aproximadamente 80,000 misioneros cubanos instalados progresivamente en nuestro territorio desde 1999. Por otra parte, se ha visto obligado a entregarle la titularidad de las carteras ministeriales más importantes a mayores generales activos del Ejército, con lo cual hoy es él apenas un mascarón de proa civil que ocupa el Palacio de Miraflores, sin poder propio. Tanto que, en sus actuaciones tiene que compartir o cogobernar de manos del teniente Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y quien controla bajo su mano, no solo a militares quienes ahora reprimen a las manifestaciones estudiantiles y opositoras, sino también a los grupos de paramilitares o colectivos armados organizados para la defensa de la revolución en los últimos tres lustros e integrados por criminales y delincuentes con expediente penales.
::: ¿Era inevitable llegar a este punto?
Lamentablemente, era inevitable, por dos razones de peso. Una interna, como fue el intento de experimento de comunismo remozado del siglo XXI, que estatiza y castra todas las capacidades económicas y productivas del país, y dilapida los recursos públicos con la voracidad de un capitalista salvaje. Y en lo externo, el utilitarismo y reblandecimiento de la ética democrática en la mayoría de los gobiernos de la región posteriores a la Carta Democrática Interamericana sancionada en 2001, apenas interesados en morder un pedazo de la torta revolucionaria y participar del festín de Baltazar.
::: ¿Qué desenlace se espera en Venezuela?
El que determine finalmente el régimen, si acaso llega a reflexionar, y no es otro que abrirle camino a una salida que garantice la paz social y reivindique los valores esenciales de la democracia. No hay bienestar sin democracia, y a los gobiernos se les elige democráticamente para que gobiernen democráticamente. Sin controles democráticos —pluralismo político y sobre todo libertad de prensa y crítica— y sin trasparencia el bienestar posible se ahoga en la corrupción. Así de simple.
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