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La opción por la vida

A menudo decimos que “la vida siempre es noticia”; pero, por desgracia hoy da la impresión de que la muerte es más noticia que la vida.

A menudo decimos que “la vida siempre es noticia”; pero, por desgracia hoy da la impresión de que la muerte es más noticia que la vida. Los medios de comunicación nos dan puntualmente las noticias de muerte. ¡Qué difícil se hace esperar que hoy nos den noticias de vida! Para la mayoría de la gente la vida hoy se hace cada vez más pesada y costosa. Estamos complicando demasiado la vida y abrimos demasiadas puertas a la muerte.

Nuestro Dios “no es Dios de muertos” (Mt. 22, 32), ni se alegra destruyendo la vida: “Dios no hizo la muerte ni se alegra con la destrucción de los vivientes” (Sab. 1, 13). “Dios es amigo de la vida” (Sab. 11, 26). Dios es la fuente de la vida (Sal. 36, 10).

Para Jesús la vida vale más que el alimento o el vestido (Mt. 6, 25), más que la ley o el sábado (Mc. 3, 4), más que el culto y el templo (Lc. 10, 25-37). La misión de Jesús no es otra sino ser fuente de vida para todos los hombres: “Yo he venido para que tengan vida y vida abundante” (Jn. 10, 10).

Por eso: Jesús cura a la hemorroísa rompiendo con las leyes esclavizantes que menospreciaban la dignidad de la vida y satanizaban a la mujer que estaba en su menstruación (Lev. 15, 25-30); Mc. 5, 25-29). Jesús se salta la ley y le dice a la mujer: “Mujer, tu fe te ha salvado” (Mc. 5, 34).

Jesús escucha la petición del jefe de la sinagoga, Jairo, y resucita a su hija rompiendo las cadenas de su muerte. (Mc. 5, 21-43). Lo primero para Jesús es la vida… Y vivir con seguridad y dignidad.

Quien cree en Jesús, ama apasionadamente la vida como Jesús: Creer en Jesús es “estar escrito en el libro de la vida” (Apoc. 21, 27)… es pasar de la muerte a la vida (IJn. 3, 14)… es “gozar de la vida” (IJn. 5, 12)… es “comer el Pan de la Vida” (Jn. 6, 51).

El cristiano es el hombre que ha optado por el Dios de la vida, por la vida misma y por todo cuanto la facilite y favorezca: “Elige la vida y vivirás” (Deut. 30, 19). Por eso: el cristiano tiene que ser consciente de que la vida vale más que las cosas. El cristiano tiene que luchar con firmeza contra todo cuanto pueda destruir o deteriorar la vida: La opresión, la injusticia, la violencia, la delincuencia, el hambre, la enfermedad… El cristiano debe ser el primer luchador en favor de la igualdad para que se haga posible que desaparezcan esas enormes diferencias que han creado los egoísmos de los hombres y han menospreciado la vida de los sencillos y los pobres, como decía San Pablo a los cristianos de Corinto “Se trata de igualar… que a quien recoja mucho, no le sobre; y a quien recoja poco, no le falte…” (2Cort. 8, 14-15).

El cristiano tiene que hacer todo cuanto está de su parte para que a nadie le falte el pan, alimento y símbolo de la vida, como dice el libro del Eclesiástico: “El pan de los necesitados es la vida de los pobres; privarlos de su pan es cometer un crimen. Quitar al prójimo su sustento es igual que matarlo” (Eclo. 34, 21-22).

Religión y Fe

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