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Dos del Óscar 2014

La entrega del Óscar finalmente motivó a programar las películas nominadas, creando un genuino embotellamiento. Esta semana, cuatro de las nueve nominadas a Mejor Película compiten en la cartelera. El tiempo y el dinero es limitado. Probablemente no podrá verlas todas. Si tiene que escoger una sola, asegúrese de que sea 12 Años de Esclavitud.

Por Juan Carlos Ampié

La entrega del Óscar finalmente motivó a programar las películas nominadas, creando un genuino embotellamiento. Esta semana, cuatro de las nueve nominadas a Mejor Película compiten en la cartelera. El tiempo y el dinero es limitado. Probablemente no podrá verlas todas. Si tiene que escoger una sola, asegúrese de que sea 12 Años de Esclavitud.

Tenía que ver la película de Steve McQueen para entender que ninguna consideración política o ideológica podía sostenerse ante esta poderosa exploración de una de las instituciones más vergonzosas de la historia de la humanidad. Se llevó el Óscar a Mejor Película porque simplemente se lo merecía. A través del prisma de la historia real de Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), McQueen y su prodigioso equipo personalizan el martirio de millones de esclavos que la cultura popular ha suavizado. Desde la fantasía romántica de Lo que el Viento se Llevó (Victor Fleming, 1939) hasta la caricaturesca venganza de Django Unchained (Quentin Tarantino, 2011), pasando por la denuncia sensible en la influyente mini serie de TV Raíces (1977); al procesarla como escenario dramático, han limado sus asperezas. 12 Años de Esclavitud ” pone en evidencia cuán inadecuado ha sido el cine a la hora de retratar el horror primario implícito en la subyugación total de un grupo racial en beneficio económico de otro.

McQueen nos pone en la cabeza de Northup desde el inicio. Sus memorias de la vida libre que gozaba en Nueva York antes de ser engañado por dos traficantes de esclavos le sirven como único refugio — y contraste para el espectador— entre la libertad y la esclavitud. Rebautizado como “Platt”, pasa de dueño a dueño, cruzándose con otros personajes que lidian de diferentes maneras con el predicamento imposible en el que se encuentran atrapados. En diversos grados de resistencia y aceptación, están presos de un sistema diseñado para deshumanizarlos y convertirlos en herramientas de trabajo. El doloroso triunfo de la película reside en mostrar como las relaciones más básicas se enferman en este sistema perverso. En una escena impactante, filmada en una sola toma, un esclavo recibe castigo, colgando del cuello con los pies a ras del suelo. Durante horas, debe permanecer de puntillas para no morir ahorcado. Poco a poco, los demás esclavos asumen sus labores cotidianas alrededor de él, mientras la banda sonora reproduce los sonidos guturales que produce su garganta en el borde de la asfixia. Es como si emanaran de nuestro propio ser. 12 Años de Esclavitud convierte un remoto episodio histórico en algo personal.

Philomena se nutre de la tradición del “realismo de lavandero”, cultivado por la nueva ola británica en los sesenta. Su protagonista es miembro de la clase trabajadora, víctima de una dramática injusticia social. Huérfana y embarazada en su adolescencia, Philomena es castigada por las monjas que le dan refugio con trabajos forzados por cuatro años. Peor aún, venden a su bebé sin su consentimiento. Cincuenta años más tarde, convertida en una enfermera retirada, Philomena cuenta su secreto. Motivada a reencontrarse con el hijo perdido, recluta a un cínico periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan) para que le ayude y registre su historia.

Los personajes y el arco narrativo son reales. Sin embargo, el tratamiento es pura terapia inspirativa del siglo XXI. Sixsmith —cínico, intelectual y ateo— aprende a ser mejor ser humano en el proceso, rindiéndose ante la fuente de devoción y sabiduría popular de Philomena. Es testamento a la prodigiosa actuación de Judy Dench que la película funcione a pesar de la manipulación emocional.

Sección Domingo Oscar

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COMENTARIOS

  1. Terminator
    Hace 11 años

    Juan Carlos, te estás poniendo muy hippy con esos comentarios sobre la esclavitud. La verdad es que la naturaleza da para todo.

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