Por JuanCarlos Ampié
Con el estreno de Ella , podemos dar por cerrada la temporada del Óscar. 8 de las 9 nominadas a Mejor Película se han proyectado en el país. La distribuidora ha confirmado que Nebraska no se estrenará teatralmente en nuestro mercado. Aún no he visto la película de Alexander Payne, pero sí puedo decirles que en la terna de nominadas, Ella pertenece al tercio superior. Es un trabajo del calibre de las aclamadas 12 años de esclavitud y Gravedad .
En la ciudad de Los Ángeles, en un futuro indefinido, Theodore Twombly (Joaquin Phoenix) es un escritor atravesando un momento de crisis personal. Su matrimonio con Catherine (Rooney Mara) se ha desmoronado. En su vacío apartamento de soltero, se distrae con envolventes juegos de vídeo. El paliativo de la tecnología está en todas partes. La compañía telefónica lanza un nuevo sistema operativo para su teléfono. Es un programa de inteligencia artificial que no solo es capaz de ordenar la minucia de su vida. También puede aprender. Imagine a Siri desatada del férreo guión que le impone Apple. Dotada de la voz de Scarlett Johansson, decide llamarse Samantha en un inesperado acto de autodeterminación. La relación que surge entre ellos es tan fuerte, que pronto incluye sexo, vacaciones juntos, y una presentación oficial como “novia” ante la cuál nadie actúa sorprendido.
La “máquina pensante” ha sido una preocupación de científicos y artistas durante siglos. El director y guionista Spike Jonze se preocupa por añadir “sensibilidad” a los atributos. A medida que interactúa con Theodore, Samantha cambia, volviéndose más cada vez más humana. ¿O esta evolucionando hacia otra categoría del ser? La película se presenta como comedia romántica, pero oculta insospechados niveles de reflexión sobre una multitud de temas: las relaciones entre hombres y mujeres; la soledad urbana; cómo la identidad se transforma en este nuevo mundo donde lo personal y lo artificial se funden hasta convertirse en una sola materia. Ella se abre como un caleidoscopio de ideas sobre el mundo que habitamos ahora. El futuro que los realizadores construyen es reconocible, y además, está embebido de nostalgia por el pasado. Tome nota de los monitores de computadora contenidos en cajas de madera, el diseño de interiores y la ropa que recuerdan a los setenta, la luz dorada que envuelve todo en una atmósfera otoñal. La misma labor de Theodore apunta al pasado: es un escritor que se gana una buena vida escribiendo. Su trabajo es producir “cartas personales” para gente que no puede —o no sabe como— consignar sus sentimientos en papel. Una vez compuestas, una computadora las imprime en papel, simulando la ortografía de la mano empuñando la pluma. Para completar el simulacro, es enviada por correo tradicional.
En su nivel más literal, la película documenta la educación emocional de Theo. Inicia escribiendo una carta falsa, simulando sentimientos ajenos. La última vez que lo vemos, escribe una carta genuina, personal, de devastador auto-conocimiento. La voz de Scarlett Johansson construye un personaje completo. En las márgenes, tres mujeres de carne y hueso dejan una impresión indeleble: Mara es implacable como la esposa en retirada. Amy Adams brilla como una amiga que podría ser su pareja más compatible. Olivia Wilde hace un admirable ejercicio de pánico contenido como una desastrosa “cita a ciegas” es un lacerante retrato en miniatura de la desesperación que acarrea la soledad.
En realidad, decir que Ella es una comedia romántica es reduccionista en extremo. O pone en evidencia cuán devaluadas están nuestras expectativas de este género. Ella es una hermosa película. No deje de verla.
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