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Gerardo Antonio Téllez, don Toño, es carpintero en el Mercado Israel Lewites. Sus hijos quisieran que no trabajara, pero él dice que si deja de hacerlo, se enferma. LA PRENSA/ A. MORALES

El polifacético carpintero del Israel Lewites

Sus hijos se enojan con él. Si fuera por ellos, él no estaría aquí en este cuartucho de ripios que arropan tablas, retazos de madera, muebles descartados que a lo mejor algún día restaure, herramientas, serruchos, una mesa larga al pie de la cual se planta a trabajar y a recibir encargos, y una silla solitaria donde coloca el viejo maletín en el que, entre otras cosas, guarda un cuaderno escolar en el que escribe versos y cánticos que se le ocurren de repente.

Sus hijos se enojan con él. Si fuera por ellos, él no estaría aquí en este cuartucho de ripios que arropan tablas, retazos de madera, muebles descartados que a lo mejor algún día restaure, herramientas, serruchos, una mesa larga al pie de la cual se planta a trabajar y a recibir encargos, y una silla solitaria donde coloca el viejo maletín en el que, entre otras cosas, guarda un cuaderno escolar en el que escribe versos y cánticos que se le ocurren de repente.

Gerardo Antonio Téllez López tiene que contrariar a sus hijos y venir aquí, a su taller, un tramo esquinero que está en el galerón de la ropa, a la par de un taller de costura, en el mercado Israel Lewites.

Está acostumbrado a que lo llamen “don Toño” o “don Toñito”, como le dicen cariñosamente algunos comerciantes que lo conocen desde hace tiempo.

“Ellos saben que si me paran me enfermo”, dice sobre esa petición que a sus 87 años le hacen, sobre todo, sus hijas, a las que escucha discutir con sus hijos (cuatro varones), quienes argumentan eso que él también sabe: que si deja de trabajar se enferma.

Y él, que ha enviudado dos veces y se ha sobrepuesto a dos infartos, quiere vivir lo mejor posible. Por eso viene diario, de lunes a viernes, y si hay trabajo pendiente, también llega los sábados. Los domingos los dedica a la religión, es pastor evangélico de una iglesia que está en el kilómetro 32 y 1/2 en la Carretera Vieja a León, cerca de donde él vive, en Los Cedros, en el kilómetro 28.

A las 8:00 de la mañana abre su tramo taller y se pone a trabajar.

El año pasado se metieron a robar al taller de don Toño, le despedazaron el lugar y se llevaron gran parte de sus herramientas.  LA PRENSA/ A. MORALES
El año pasado se metieron a robar al taller de don Toño, le despedazaron el lugar y se llevaron gran parte de sus herramientas.
LA PRENSA/ A. MORALES

 

LLEGÓ COMO PRESO

“Aquí vine preso”, dice don Toño. Cuando se pone a contar su historia deja a un lado la gaveta en la que estaba ensimismado. “Sí, me trajeron preso a trabajar en lo que fuera”, cuenta más y explica que en los años ochenta, ya siendo pastor, lo acusaron de ser contrarrevolucionario y lo encarcelaron seis meses. Como castigo lo mandaron a trabajar, así llegó a este mercado, al que luego volvió para montar este taller de carpintería.

Pero don Toño no siempre fue evangélico ni pastor. Él, que nació en Managua, en septiembre de 1928, recuerda que desde muy temprano sintió que tenía vocación para ser religioso y de muchacho se alistó para ser sacerdote. Tendría 17 o 18 años cuando entró al Seminario, en Managua, dispuesto a cumplir con esa voluntad, pero estando allí se enamoró de una joven novicia y ambos fueron expulsados. “No pude ser célibe”, dice con resignación y aclara que a la novicia no volvió a verla. A él le hubiera gustado casarse con ella, pero la familia no permitió que se vieran más. Así culminó también su paso por el mundo católico. Tiempo después se volvería pastor evangélico.

430,000 personas sobrepasan los 60 años en este país. Gran parte de ellas no recibe una pensión. Son y fueron trabajadores por cuenta propia como don Toño quien se dedica a la carpintería en el Mercado Israel Lewites. Para cualquier encargo pueden localizarlo al número celular 76650218.

CONTADOR SIN PENSIÓN

Don Toño dice que la carpintería es algo que lo “traía en la sangre”, que sus abuelos y bisabuelos fueron carpinteros, por eso, no precisó de clases para aprender a darle forma a la madera. Cuando empezó a aserrar tablas, cortarlas, formas piezas y armar muebles, le salió con naturalidad. En el camino fue perfeccionando la técnica. Pero este no es el único empleo ni oficio que ha tenido don Toño. Se bachilleró en el colegio Bautista en 1948 y luego estudió Contabilidad.

Trabajó muchos años como contador, entre 1962 y 1975. Durante ese tiempo recuerda que sus empleadores pagaron sus cuotas al Seguro Social. Él mismo llevaba ese registro. Sin embargo, cuando años después se presentó con la aspiración de tramitar su pensión, en su registro individual solo aparecieron 15 cuotas. Con eso no alcanzaba ni pensión reducida. Intentó batallar, pero desistió y se puso a trabajar como maestro de obra aprovechando los estudios que había adelantado en Ingeniería Civil, pero que no concluyó.

ANCIANO NO

“Fíjese don Toño, estoy comprando unos frijoles y necesito que me haga una zaranda”, le explica un hombre gordo con delantal que acaba de traspasar el umbral de su taller. Antes ha llegado otro hombre, conocido suyo, con otro encargo, pero le ha dicho que regresará más luego.

Tras escuchar al comerciante, don Toño le dice que para hoy no puede cumplirle, que mañana sí se puede dedicar a eso.

Don Toño revela su edad sin rodeos, sin embargo dice que él sabe que mucha gente cuando lean sus años pensarán que se trata de un anciano encorvado, y se agacha y simula agarrar un bastón invisible, y “yo no me veo como un anciano”, dice este hombre erguido, de pasos rápidos, que se pone anteojos para leer nada más, no necesita lentes para verificar números en la pantalla de un celular.

Se ha casado tres veces. Con la mamá de sus diez hijos estuvo casado durante cincuenta años hasta que ella falleció. Luego  se ha casado dos veces más. Su última esposa tiene 39 años.  LA PRENSA/ A. MORALES
Se ha casado tres veces. Con la mamá de sus diez hijos estuvo casado durante cincuenta años hasta que ella falleció. Luego se ha casado dos veces más. Su última esposa tiene 39 años.
LA PRENSA/ A. MORALES
VERSOS Y CÁNTICOS

Virtuoso, es quizá la palabra que mejor define a don Toño, aunque hace poco alguien que conoció en el bus de regreso a su casa le dijo al despedirse: “Que Dios bendiga su mente de enciclopedia”, o algo así. A veces suelta las herramientas y recita poemas de Amado Nervo, o bien, saca el cuaderno escolar y escribe versos y cánticos con una letra impecable y uno que otro desliz ortográfico. Una de sus últimas cosechas es un poema que le escribió a su nieta de 15 años. Se lo leyó por su cumpleaños, en mayo pasado, y a la adolescente le rodaron lágrimas cuando oyó los versos que le inspiró al abuelo.

En el mismo cuaderno escribió las estrofas de su última canción.

Él mismo las canta y musicaliza con la guitarra que aprendió a tocar. Dulce consuelo , como se llama la canción, la ha interpretado ya en los servicios religiosos que presta los domingos. Enseña un carné que lo acredita como “reverendo”, eso equivale a ser obispo, dice don Toño quien esta jornada la va a dedicar por completo a la gaveta con cerradura. Fue al tramo de la propietaria para probarla, y tras varios intentos, descubrió que no tenía remedio, habrá que cambiarle la cerradura.

UNA VIDA SIN DESPERDICIO

Don Toño abre los ojos antes de las 5:00 de la mañana y se acuesta a las 8:00 de la noche, por tarde. A lo largo del día, sus horas transcurren en el taller de carpintería en el mercado que abre desde las 8:00. Allí siempre se le encuentra haciendo algo, a veces conversa con los mismos amigos y clientes que pasan por ahí. No sigue dietas, pero en su régimen alimenticio no caben las gaseosas ni las comidas grasosas. “Prefiero un buen gallo pinto”, dice y en las mañanas me tomo un café con pan”, dice este hombre que bebe y come de todo, pero no en grandes cantidades. Tampoco es adicto a las pastillas, se toma lo necesario.

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COMENTARIOS

  1. chester membreño
    Hace 9 años

    asi me gusta don toñito, trabajador, contra, de fe bautista y arrecho a la mujeres cohn su mujer jovencita como son de la iglesias fundamentalistas del padre abraham.

  2. Greg
    Hace 9 años

    gracias Amalia Morales por tan interesante y alentador relato. Nos gusto mucho. hombres como don Tono son un buen ejemplo de un pais que sale adelante a pesar de.

  3. Anonimo
    Hace 9 años

    Que Dios bendiga sus años vividos q bueno q trabaje y se mantenga ocupado por q si se va a casa a descansar el puede enfermar, yo trabajo con muchos señores de esa edad y dicen q sus medicos le prohiben ir a casa, ellos normalmente pueden tomar cada mes sus pension y trabajar jamas han llamado para no asistir a su trabajo, lo bueno que en el pais q estoy Los señores de edad avanzada pueden trabajar, pero en mi pais no aceptan si ya tienes mas de 30 o 40años t ven como alguien q no vas a rendir.

  4. SARA
    Hace 9 años

    Que fueran así todos los hombres nicaragüenses saludables, trabajadores y honestos !

  5. Lorenzo Cortez
    Hace 9 años

    DON TOÑO, se ve lleno de energia y trabajador.
    Que Dios lo bendiga y siga en el buen camino de la vida.

    1. gerardo rodriguez adulterio
      Hace 9 años

      el adulto mayor de gustavo porras que no le gusta trabajar ahi tiene un buen ejemplo con don toño

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