Cuatro años después de ser la subcampeona del mundo Argentina no se consolidó, sino que se convirtió en la gran incógnita. Se fue degradando hasta casi quedarse sin participar en la Copa del Mundo como Chile. La albiceleste no ha consagrado una generación de futbolista de altos quilates que llegaron en dos ocasiones a la final de la Copa América (2015 y 2016). Lionel Messi no ha podido solo. Argentina no se ha acoplado en un futbol integral para generar temor al adversario, sino que se sostiene por individualidades, especialmente de la Pulga.
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Muchos llaman al Grupo D como el de la muerte. Argentina estará acompañada por Nigeria, Croacia e Islandia, tres selecciones con un nivel futbolístico de clase media. Esta tropa dirigida por Sampaoli hace recordar un poco a Brasil de 2002, cuando se coronaron en Corea-Japón. Brasil titubeó mucho en esas eliminatorias rumbo al Mundial estando en la quinta posición y finalmente avanzó de terceros (30pt), mientras Argentina era primera (43 pt). Ahora la situación se invirtió. Brasil primero (41pt) y Argentina tercera (28pt).
La Albiceleste no se puede descartar porque su arsenal de jugadores asustan. Tan así que Mauro Icardi, líder de goleo de la liga italiana, no alcanzó. Messi tiene la carga de regresarle la ilusión a un país 32 años después de haber levantado su última Copa, en México 1986. ¿Podrá lograrlo?
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Argentina es tan irregular que tendrá la soga al cuello desde la fase de grupos, pero es muy raro que grandes jugadores jueguen mal colectivamente todo el tiempo, la esperanza es que despierten del lapso agónico.
Por otro lado, Islandia aún en pañales, con más juego colectivo que figuras no se le ve avanzar a la siguiente etapa. El segundo boleto estará entre la Croacia de Modric o la Nigeria de Victor Moses y de Obi Mikel.