En el despacho de Monseñor Miguel Mántica, ubicado en la parroquia San Francisco de AsÃs en el reparto de Bolonia en Managua, no dejan de llegar personas a buscarlo con un mismo objetivo. Su asistente se acerca con un manojo de cartas. –Antes me pedÃan que les ayudara a buscar un trabajo–explica el religioso– ahora esas cartas son para pedir recomendación porque la gente está yéndose del paÃs huyendo de la represión.
Desde hace seis meses el paÃs no está normal. El Estado ha matado entre 322 y 528 muertos según los organismos de derechos humanos.. Mántica cree que el paÃs no puede avanzar sin que se toque el tema de la justicia y la democracia, los que el régimen de Daniel Ortega rehuye.
“La Iglesia no cree en el camino de la venganza, pero si cree en el camino de la justicia y hay que restituir la justicia y la Iglesia cree más aún en el camino del perdón, que significa sanar una herida interior que está en el corazón de la persona. Se trata de sanar corazones, de atención espiritual y sicológicaâ€, aseguró.
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Mántica es uno de los miembros más destacados de la Arquidiócesis de Managua con un doctorado en historia de la Iglesia. Es hijo del empresario Felipe Mántica, dueño de la cadena de supermercados La Colonia.
En la crisis, causada por la dictadura, ha sufrido en carne propia la represión. Fue agredido el nueve de julio pasado junto a un grupo de religiosos, entre el Nuncio, el cardenal Leopoldo Brenes, que viajaron a Diriamba, Carazo, una ciudad que fue atacada por las fuerzas del orteguismo.
Mántica dice que, aunque el camino de la represión en estos seis meses ha sido duro y doloroso, solamente con el “diálogo sincero†podrÃa haber una solución.
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Esta conversación se debe diseñar con un formato diferente al que se instaló el 16 de mayo pasado, según sus palabras. El diálogo se encuentra actualmente suspendido por Ortega.
Superar la situación actual no será fácil
“Aunque se llegue a superar el conflicto, el camino de la reconciliación costará mucho. Implica necesariamente la aplicación de la justicia para las vÃctimas de la represión. Hay que reparar el mal recibido, esto pasa por muchas cosas, pasa por la justiciaâ€, dice el sacerdote, quien es rector de la parroquia San Francisco de AsÃs.
Herencia de odio
Para Mántica, la crisis dejará rencor y odio, por lo que se tendrá que hacer un trabajo de fondo en el tema.
“Hay que saber tratar a esas personas (vÃctimas de la masacre) para recuperarse. El tema del odio y el rencor son temas muy graves en las personas. Entonces, no solo es que encontramos una solución polÃtica y que ahora el paÃs ya está marchando bien; no es solo eso: ahora vendrá un trabajo que a lo mejor nos va dilatar años que es el camino de la reconciliaciónâ€, agrega Mántica.
Comisión de la Verdad
Según Monseñor Mántica, los crÃmenes que ha dejado la crisis en Nicaragua deberán ser investigados por una comisión de la verdad que conlleve a la aplicación de la justicia.
“Deben ser castigados (autores de crÃmenes) previo a una investigación seria de una comisión de la verdad, porque hay cantidad de material (evidencias) para investigar y saber lo que realmente pasó, pero repito, yo creo que en esto debe haber una comisión de la verdadâ€, explica Mántica.
El papel de párrocos y religiosas
Un teólogo que analizó el papel de la Iglesia católica en la crisis y que pidió el anonimato dijo que la jerarquÃa católica hizo una gran labor en defensa del pueblo y señaló al dictador, Daniel Ortega, de “cometer crÃmenes horrendosâ€. “Ortega nunca quiso negociar nada en el diálogo, solo querÃa ganar tiempo. En ese sentido, aunque los obispos hubieran sido mediadores y testigos más capacitados para esa tarea… tampoco hubieran conseguido nada. La responsabilidad del estancamiento del diálogo le corresponde plenamente al régimenâ€, expresó el experto.
Además destacó la labor de los párrocos en las comunidades y de las religiosas. “La jerarquÃa no son solamente los obispos. Es de enorme importancia el papel que han jugado los párrocos en los distintos territorios, otros sacerdotes y también, y mucho, las religiosas, siempre las más silenciadasâ€, afirmó.