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Una semana de sorpresas

En conclusión: el silencio de Ortega ante esta cadena de sucesos negativos a su entorno, es indicativo de que posiblemente ya ha abierto canales secretos de negociación con los Estados Unidos que no quiere entorpecer con su retórica

Una cadena de eventos trascendentales e inesperados marcaron la semana pasada que valdría la pena enumerar y hacer un breve análisis para tratar de explicar o al menos dar elementos para discernir a dónde nos llevan.

En primer lugar, la visita de cortesía del embajador Kevin Sullivan al jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés, acompañado del jefe del Estado Mayor, mayor general Ramón Rodríguez y del inspector general del Ejército mayor general Marvin Corrales. Por su parte, Sullivan se hizo acompañar del teniente coronel William R. Hogan, agregado de Defensa de la embajada.

No sabemos que habló el embajador con la plana mayor del Ejército, pero su visita en las actuales circunstancias no pasa desapercibida, a como tampoco ha pasado la que hizo a la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Además de la Iglesia y el Ejército el embajador se ha reunido con Amcham.

Luego vinieron los 3 fuertes golpes en un solo día del Gobierno de los Estados Unidos: la orden ejecutiva del presidente Trump declarando a la dictadura Ortega-Murillo como una inusual amenaza para esa nación; las consecuentes sanciones anunciadas por el Departamento del Tesoro, estrenadas con su esposa Rosario Murillo y su principal operador Néstor Moncada Lau y la aprobación unánime por el Senado de los Estados Unidos de la nueva versión ampliada de la Nica Act.

Como respuesta, el régimen ha enmudecido su retórica antimperialista que otrora afloraba en cualquier oportunidad, y Ortega canceló su viaje a México a la toma de posesión de López Obrador, donde ya tenía reservaciones con su numerosa comitiva en un lujoso hotel, optando por inaugurar el puente de Las Piedrecitas frente a la Embajada de los Estados Unidos, pero sin mencionar una sola palabra sobre las sanciones.

El sector privado reaccionó el viernes con un comunicado conjunto del Cosep, Funides y Amcham, en que fundamentalmente denuncia que vivimos un estado de excepción en Nicaragua, agravado con la ola represiva contra periodistas y medios independientes; advierten de las terribles consecuencias económicas para la nación, e instan a retomar el diálogo nacional para encontrar soluciones que restablezcan la confianza de los agentes económicos para salir de la crisis.

Luego viene la extraordinaria Carta Pastoral de Adviento de la Conferencia Episcopal que nuevamente hace un llamado a la reanudación del diálogo nacional y define lo que debe ser una reconciliación real, basada en la libertad y en la justicia.

En conclusión: el silencio de Ortega ante esta cadena de sucesos negativos a su entorno, es indicativo de que posiblemente ya ha abierto canales secretos de negociación con los Estados Unidos que no quiere entorpecer con su retórica, lo que podría ser una salida, una actitud prudente. Algo se está cocinando que no sabemos.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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