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Jonathan Loáisiga tiene 30 años y ha jugado con el Bóer, Dantos, Matagalpa, Boaco, Zelaya y ahora la Costa. LAPRENSA/CORTESÍA DE Scarlett Rodríguez-SRPhoto.

Del calvario a la cima: la milagrosa recuperación de Jonathan Loáisiga en el Campeonato de Primera División

¿Cuántas veces hay que poner la otra mejilla? Es la pregunta que Jonathan Loáisiga se hacía una y otra vez. Las lesiones fueron la barrera de su tardía evolución y aparición en las primeras planas de protagonismo

¿Cuántas veces hay que poner la otra mejilla? Es la pregunta que Jonathan Loáisiga se hacía una y otra vez. Las lesiones fueron la barrera de su tardía evolución y aparición en las primeras planas de protagonismo. El muchacho que creció en la 14 de Septiembre y ahora se hizo notar primero en Boaco, y sigue repartiendo miedo en la Costa Caribe, vivió una primera etapa como de un cuento encantado. Trabajó desde niño buscando el sueño de la firma con una organización de Grandes Ligas: lo consiguió en 2005 al ser seleccionado por los Marineros de Seattle por 23,000 dólares, pero tras ser dejado en libertad el mundo se le puso patas arriba.

Primero fue un esguince y aún así jugaba. No obstante, lo ocurrido después fue el punto de quiebre. En 2012 el Bóer jugaba contra Matagalpa y Loáisiga estaba ubicado en la segunda almohadilla como corredor. Aparece el imparable y él piensa que puede llegar al plato. Sale con determinación enfocado en alcanzar la base para anotar, pero cuando gira por la tercera, el coach Sandy Moreno decide que no valía la pena correr el riesgo de ir hasta el home. Así que detiene al pelotero. En el momento que Loáisiga mete el freno, las uñas de los spikes se estancan en la tierra. No había necesidad de hacer un examen para saber que era algo grave. Fue como si el tiempo se detuviera y escuchara el crujir en su interior. El ligamento cruzado había sufrido una rotura, pero nunca le fue tratado como tal ni cuando lo operaron, según relata el propio pelotero.

“Quedé mal de la operación. No se trató el verdadero problema y jugaba con mucho dolor. No rendía como debía porque estaba esa incomodidad en mí”, cuenta. Pasó del Bóer a los Dantos, dejó de jugar un año y volvió a vestirse de la Maquinaria Roja. No obstante, vivía un calvario. Lo que mejor sabía hacer no lo podía ejecutar: su pierna derecha no le respondía. Pasaron tres años hasta que recibió el tratamiento y la operación que necesitaba. “Para ser sincero había tirado la toalla, pero gracias a Dios puso a mi esposa. Ella fue clave en todo esto. Yo me había encerrado y arrinconado por esto, pero ella se movió para que me hicieran los exámenes y luego la operación en donde me hicieron un injerto. Cuatro meses después yo ya estaba de nuevo en los campos”, recuerda con nostalgia.

Loáisiga es el reflejo que no se necesita estar en un equipo élite para brillar. Nadie lo opacó a pesar de estar en Boaco, el cual terminó eliminado. Fue el mejor bateador de ese equipo con .395 de promedio y siete cuadrangulares, además de 28 carreras impulsadas. En la ronda de refuerzo era uno de los peces gordos. La Costa Caribe no dudó en tomarlo y hasta la fecha a sus 30 años ha hecho que esa decisión del mánager Davis Hodgson haya valido la pena cada segundo. De todos los jugadores tomados de refuerzo es el de mejor rendimiento, sobre nombres pesados en este beisbol como Jimmy González, Norlando Valle y Marvin Martínez. Con la Costa batea un astronómico .481, liga tres jonrones y empuja 10 carreras en tan solo ocho encuentros. “Ha sido importante la confianza que me dio el mánager. Desde que llegué me dijo que sería el cuarto bate del equipo”, indicó.

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Para aquel muchachito que creció admirando a Sammy Sosa, bateando tapitas de botella en el barrio, tomando malas decisiones en Ligas Menores y estando a un paso de abandonarlo todo por las lesiones, siente que vive tiempo extra en el beisbol. “Cada cosa que llega es ganancia. Todos deseamos como estar como Juan Carlos Urbina peleando la triple corona, pero para mí después de todo lo que he pasado y venido luchando con mi familia es una bendición y ganancia”, reitera.

Los proyectos de Loáisiga son acorto plazo. Este año mantiene el objetivo de ser adquirido en la Liga Profesional: “Es como una ilusión como cuando me firmaron. Quiero jugar en la profesional”. Actualmente su semblante irradia entusiasmo y parece haber obtenido la respuesta inicial: ya el destino se cansó de golpearle una y otra vez la mejía, ahora es tiempo de florecer.

Deportes Jonathan Loáisiga

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