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Servicios públicos no deben ser privatizados

Tanto por las exigencias de los organismos financieros internacionales, como por las equivocadas decisiones de algunos gobiernos, con alguna frecuencia se privatizan los diferentes servicios públicos, especialmente en países como el nuestro que dependemos de esa importante y necesaria ayuda internacional.

Los argumentos esgrimidos por dichos organismos y por los gobiernos no representan criterios que realmente justifiquen estas acciones. Los servicios públicos tienen un sentido estratégico social que son esenciales para el desarrollo de la nación. Tanto la energía eléctrica como el agua y la telefonía son fundamentales para el desarrollo social y económico de los países, y cuando estos servicios básicos llegan a poblaciones alejadas de los centros urbanos como es el área rural, logran elevar la calidad y el nivel de vida de esos pobladores.

Mientras la empresa privada realiza sus inversiones con un propósito de rentabilidad, los gobiernos deben realizar sus inversiones con un claro objetivo de progreso y desarrollo social en beneficio del bien común.

Cuando se privatiza un servicio público, la empresa compradora naturalmente va a establecer tarifas que le sean rentables. En cambio, cuando estos servicios son estatales, y aunque las tarifas estén sujetas a revisiones periódicas, sus aumentos por el sentido de servicio que debe tener el Estado, especialmente con los sectores más empobrecidos, estos aumentos pueden ser diferidos, y en algunas ocasiones no ser aumentados. El gobierno deberá manejar estos servicios percibiendo una utilidad que sea racional, y establecer diferentes tarifas, incluyendo las tarifas preferenciales para la industria.

A pesar de las presiones de los organismos internacionales, Costa Rica no ha permitido privatizar la energía eléctrica, ni la telefonía, ni el agua. El ICE continúa brindando los servicios antes mencionados, menos el agua, y los manejan con un alto grado de eficiencia.

Costa Rica, con menos recursos hídricos que nosotros, genera el 80 por ciento de su energía con plantas hidroeléctricas, mientras nosotros apenas generamos entre el 20 y el 30 por ciento.

La falta de visión estratégica de los gobernantes que hemos tenido y la robadera han sido los factores que han incidido en nuestra falta de desarrollo. Los gobernantes han sido incapaces de visualizar que desde hace años deberíamos haber estudiado, buscado, impulsado y construido un megaproyecto hidroeléctrico, porque aunque existen algunas inversiones geotérmicas y eólicas, seguimos en un 40  por ciento dependiendo del petróleo para las plantas termoeléctricas.

Nicaragua tiene el suficiente y necesario potencial hídrico y geotérmico para prescindir y no utilizar petróleo en nuestra generación de energía eléctrica, ya que son dos recursos naturales con altos potenciales que tiene nuestra nación.

Necesitamos que los futuros gobernantes sean más visionarios, más estadistas, más patriotas y menos ladrones, y tengan como prioridad la construcción del megaproyecto hidroeléctrico antes mencionado, o bien,   varias plantas que utilicen como fuente de energía nuestros ríos y lagos.

Se privatizó  la telefonía, cuya transacción dicen se hizo en un garaje. Gracias a la llegada de los celulares, su funcionamiento ha mitigado un poco la falta de comunicación en las áreas rurales, sin embargo, eliminaron los teléfonos públicos y obligaron a los campesinos y poblaciones rurales a comprar celulares y recargas. También se privatizó la energía eléctrica, Disnorte-Dissur, incrementando y cobrando tarifas arbitrarias.

Ojalá y no se le ocurra a este régimen privatizar el agua, porque así como quedó Unión Fenosa en manos de personeros del gobierno, también el agua podría quedar en las mismas manos. Antes de pensar en privatizar, deberían resolverle la falta de suministro de agua a los diferentes barrios de Managua, ya que resulta vergonzoso e insólito que en una capital existan pobladores sin agua potable.

El gobierno que sustituya al actual régimen, que será un gobierno de transición como lo fue el presidente Ernesto Zedillo en México, además de sentar las bases de la democracia, deberá necesariamente nacionalizar la energía eléctrica y el agua si acaso decidieran  privatizarla.

El autor es médico.

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