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"El Covid-19 vino para quedarse. Está cambiando la percepción del mundo sobre la salud, pero también quiero destacar que yo estuve en uno de los mejores servicios de salud del mundo", LA PRENSA/ARCHIVO

“El Covid-19 vino para quedarse. Está cambiando la percepción del mundo sobre la salud, pero también quiero destacar que yo estuve en uno de los mejores servicios de salud del mundo”, LA PRENSA/ARCHIVO

Álvaro Ramírez: “Dije a los médicos que me incineraran si moría”

El doctor Ramírez nunca se imaginó que terminaría ingresado en un hospital a miles de kilómetros de su familia en otro país. Aquí cuenta el trauma y las secuelas físicas y emocionales que le dejó el verse cara a cara con el virus del que tanto advirtió

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Cuando tomó un avión desde Irlanda a las Islas Canarias, nunca se imaginó que comenzaría el año ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) de un hospital a miles de kilómetros de su familia.

El doctor Ramírez asegura que miró de cerca la muerte. Con dos pulmones colapsados, la presión alta y en estado crítico fue sedado y pasó varios días luchando por su vida. Luego de salir de la UCI fue llevado a un hospital materno donde literalmente dice que lo atendieron con todos los cuidados que requiere un recién nacido.

Antes de contraer el Covid-19 era común verle en entrevistas hablando sobre los peligros de esta enfermedad y criticaba abiertamente al régimen de Daniel Ortega, por el ocultamiento de muertes y la mala gestión de la pandemia.

Aquí cuenta el trauma y las secuelas físicas y emocionales que le dejó el verse cara a cara con el virus del que tanto advirtió.

¿Cómo se encuentra?
Gracias a Dios estoy bien. En franca fase de recuperación, yo digo que estoy en un 95 % de mi capacidad de respiración normal, los pulmones en mi último chequeo del cinco de enero salieron ya limpios y no hay evidencia de ninguna neumonía y ni rastro de secuela del Covid-19. Estoy negativo, estoy haciendo ejercicio y caminando, teniendo una dieta saludable y estoy tomando esta segunda oportunidad de vida que se me ha dado.

¿Sabe dónde se contagió?
Esa es la pregunta del millón. No está claro si me pude contagiar en Irlanda, en el vuelo o si en mi llegada a España. Yo volé el 31 de diciembre a Las Palmas, en Gran Canaria. Era un viaje corto, un viaje esencial solo para visitar a alguien que estaba en problemas y el dos de enero me hago el examen y estoy completamente asintomático y del laboratorio me llaman por la tarde y me dicen que había dado positivo. En ese momento se activó todo el cerco epidemiólogo e identificación de las personas con las que estuve en contacto. Gracias a Dios todo mundo salió bien.

Luego usted terminó ingresado en una unidad de cuidados intensivos (UCI).
El siete u ocho de enero comencé a sentir algunas fiebres y la oxigenación comenzó a bajar de 97 a 94 y luego 95, y para el nueve de enero ya estaba en 90 y 88 de oxigenación. En ese momento comienzo a tener pequeños síntomas de dificultad respiratoria y entonces se decide llamar la ambulancia el 10 de enero. Ese día hasta las 11:00 de la noche ingresé a la unidad de cuidados intensivos del Hospital Insular de las Palmas de Gran Canaria. Pocas horas después me intubaron y me dijeron que tenía neumonía bilateral y que los dos pulmones estaban tomados, además de tener un ataque de hipertensión.

¿Cuánto tiempo estuvo intubado?
Hasta el 18 de enero. Todo el proceso crítico y agudo de la enfermedad lo pasé en Gran Canaria.

Pasó todo ese tiempo a miles de kilómetros lejos de su familia.
Mi hijo que vive en Irlanda voló el 15 de enero para hacerse cargo del seguimiento y vigilancia con los médicos y recibir la información, porque estaba inconsciente con ventilación mecánica, boca abajo y en estado crítico. O sea, mis posibilidades de supervivencia estaban muy bajas. Por suerte mis pulmones comenzaron a responder.

España fue durante un tiempo uno de los epicentros mundiales de muertes por Covid-19, ¿cómo fue la atención que recibió?
Extraordinariamente buena. Extraordinariamente humana y la única preocupación que tiene el personal es de salvarte la vida y ofrecerte el mejor servicio de salud. Yo tengo que agradecer al personal ese humanismo, la entrega y el trabajo que hicieron para poderme salvar. Incluso en Irlanda o Nicaragua hubiera sido imposible salvarme. Porque en Irlanda todavía hay que pagar mucho del servicio de salud, mientras que en España todo el servicio de salud es gratuito. Además, el hospital Insular tiene un récord de salvar vidas de entre el 95 y el 98 por ciento de los pacientes que entran en la unidad de cuidados intensivos. Así son de eficientes. La experiencia es dura, pero te deja pensando que todavía existe ese trato humano y son gente que únicamente se dedica a salvar vidas.

¿Qué es lo que más recuerda?
Para serte sincero, cuando yo entro a la unidad de cuidados intensivos tengo muy poca memoria. Ya iba casi inconsciente, con poca oxigenación y las medidas que se tomaron fueron muy rápidas. Pero cuando comencé a recuperarme, tipo el 18 de enero, y miré la unidad donde me tenían, eso era como estar en una nave espacial. Con presión en negativo, las camas se mueven automáticamente y hay un enfermero dedicado a vigilarte las 24 horas del día. Sinceramente eso fue como estar en una novela de Julio Verne en el espacio. Te bañan, te afeitan, te limpian, te están moviendo y haciendo todo lo que vos no podés. O sea, a mi edad, 57 años, me estaban tratando como si fuera un bebé recién nacido. Yo quisiera que todo eso existiera en cada uno de los hospitales de Nicaragua.

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¿Sintió que moriría en ese hospital?
Hubo momentos que la presión la tenía muy alta y sentía que la cabeza me iba a reventar, sentirse atado sin poder hacer nada, sentir que el aire te está faltando. Yo miré el cielo azul y esa luz blanca que dicen que se mira, miré florecitas rojas, rosadas y amarillas. Yo pensaba que era el Edén y pensé que me quedaba ahí porque estaba bonito. Pero también sentir que de ahí no vas a salir es como estar cerca del infierno. Le dije a los médicos que si moría me incineraran y mis cenizas las llevaran a Irlanda, donde he vivido tantos años, y otra parte a Nicaragua.

¿Cómo fue salir de la UCI?
El 20 de enero una enfermera me pregunta que si ya sé la buena noticia. Luego me dijo el doctor que iban a trasladarme a otro hospital para que terminara de recuperarme. Me tocó como 10 minutos poder creer que había salido con vida de ahí. Hasta ese momento que me dicen que me van a trasladar, yo no esperaba poder salir de esa UCI. Al día siguiente estaba impaciente porque iba para afuera y me mandaron a un hospital escuela materno, que tiene una sala especial aislada con pacientes del Covid-19. En ese hospital el mismo cuidado humano, te bañan, te limpian y te enseñan a bañarte de nuevo. Una cosa impresionante fue sentir el agua caliente y la comida. Para mí, la comida del hospital era un manjar, luego de pasar tantos días sedado y sin comer. Luego comencé a caminar y asearme solo y el 27 de enero me dieron de alta. El agradecimiento que tengo es de alguien que ha vuelto a nacer.

Imagino que cuando encendió su celular se dio cuenta de que muchas personas estuvieron pendientes de usted, sobre todo en redes sociales.
Así estaba viendo, el teléfono lleno de mensajes, las redes sociales… Quiero aprovechar para extender mi agradecimiento a toda la gente en Nicaragua, Estados Unidos y Europa que estuvieron rezando y que gracias a eso construyeron un bloque de concreto que no me dejó pasar al otro lado. Y por eso les estoy sinceramente agradecido y aquí estoy de nuevo para servirles. Ver a mi familia de nuevo fue muy impresionante. Ahí llorás y recordás a toda la familia y a todo el mundo y no querés dormir porque te da miedo, porque pensás que te vas a morir.

¿De momento, usted adquirió cierta inmunidad luego de pasar la enfermedad?
Uno tiene inmunidad, pero no se sabe cuánto va a durar. Pueden ser tres meses o seis meses. De momento tengo inmunidad, pero eso no evita la necesidad del uso de todas las medidas de prevención como la mascarilla, distanciamiento social, lavado de manos y el uso de guantes cuando se atiende a pacientes. Aunque uno salga de una variedad de Covid, siempre corre el riesgo de ser vulnerable ante otro tipo de Covid o de reinfectarse.

En su caso, ¿sabe si se infectó con alguna cepa nueva del Covid-19?
Los compañeros médicos llevan un registro de eso y cada cepa lleva sus variaciones en su mapa genético. En mi caso, no se hizo caracterización de alguna cepa porque obviamente los servicios de salud están muy ocupados y al final del día la relevancia de esto es simplemente para un conocimiento técnico.

Pasando a un tema más global, da la sensación de que este virus vino para quedarse a como la influenza y la gripe.
Que no te quede la menor duda. El Covid-19 vino para quedarse. Está cambiando la percepción del mundo sobre la salud, pero también quiero destacar que yo estuve en uno de los mejores servicios de salud del mundo y es como la pandemia está dejando en evidencia las desigualdades a nivel mundial en este tema. En el caso de Nicaragua, que en lugar de hacer un abordaje responsable reportando los números de Covid que hay y haciendo controles de la epidemia, lo que hacen es mandarte de nuevo a tu casa y que cada uno sobreviva a como pueda. Luego el paciente vuelve ya solo boqueando, sin posibilidades de sobrevivir, entonces lo admiten en el hospital y para entonces ya es tarde. Aunque se empeñan en ocultar el número real de la gente que se está muriendo.

¿Qué cree que pasará con Nicaragua respecto al tema de las vacunas? ¿Es posible que lleguemos más allá del 2022 y gran parte de la población esté sin vacunar?
Es muy posible incluso que sea más largo. Aquí lo que hay que contar es lo siguiente y es que gobiernos como el británico o el alemán, español, francés y los nórdicos tienen como principal misión proteger a sus ciudadanos. La población debe estar demandando al gobernante esa protección, pero en Nicaragua lo que hace falta es lo más importante y no son las vacunas ni los hospitales. Es la voluntad política de salvar al pueblo. Mientras en Nicaragua no exista voluntad política para salvar vidas, no importa cuántas vacunas existan. Además, con las vacunas puede ocurrir lo que pasó con los equipos donados que se quedaron en las bodegas y, al final, esas donaciones terminan en el mercado negro. Así que ni te preocupés de cuántas vacunas pueden llegar a Nicaragua, porque no las vas a ver.

La situación en general pinta de que vamos a seguir con mascarilla durante varios años.
Es que aun con las vacunas existentes, todavía hay más preguntas que respuestas. Estas vacunas son pioneras porque es primera vez que se desarrollan en 10 meses y no en 10 años, a como era normalmente. La vacuna de Pfizer, por ejemplo, tiene que estar a una temperatura muy baja y Nicaragua no tiene esa capacidad. Entonces el mundo debe de lograr unos niveles de inmunidad que cubran para que la dispersión del virus baje. La pregunta es ¿cuánto tiempo vamos a durar en llegar a esta inmunidad mundial? Otra pregunta son los efectos colaterales que pueden producir estas vacunas. Es más, también esta es la primera vez que vacunas nuevas se utilizan en sociedades económicamente pudientes para experimentar, cuando en el pasado se experimentaba con sociedades de África.

Supongamos que llegamos al 70 por ciento de la vacunación mundial y luego sale otra variación del virus que es más fuerte y de nuevo tengamos muertes, cuarentena y buscar otra vacuna.
Todo es posible. Tenés el caso de otras enfermedades inmunoprevenibles como el sarampión, ese está bien cubierto, pero todavía hay población que se resiste a la vacuna y de repente se reportan casos y saltan las alertas, pero no se convierten en pandemia. Hay todavía personas en el mundo por las cuales ocasionalmente se está reportando casos de poliomielitis, que ya casi está erradicada, pero hay lugares donde todavía está presente. En el caso del Covid-19 esta posibilidad siempre existe, particularmente porque es un virus altamente mutante. Así que cabe la posibilidad de que otro tipo de coronavirus aparezca. El único país de Latinoamérica que no reporta exámenes de Covid-19 es Nicaragua.

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¿En qué se traduce esa falta de información?
Esto significa que Nicaragua no está cumpliendo con la demanda internacional y mundial de ver el Covid-19 como un problema de salud pública e internacional. Lo que sucede realmente es que el reglamento sanitario internacional está obsoleto y su última revisión fue en 2005 y firmado por todos los países, entre ellos Nicaragua. Ese reglamento contiene una cantidad de recomendaciones y normativas que todos los países deben de seguir luego de una pandemia. Sin embargo, no existen sanciones para los países que no cumplan con estas recomendaciones. Entonces es un reglamento que tiene muchos consejos pero que no tiene una forma de monitorear que eso se cumpla, por eso Nicaragua puede pasarlo por alto, sin preocuparse por cumplirlo.

Tomando en cuenta nuestra situación, ¿qué vacunas le convienen más a Nicaragua?
La de AstraZeneca, la de la India y la gran mayoría de vacunas que están saliendo al mercado que son de material atenuado o virus muerto que producen inmunidad y son manejables para países en desarrollo. No necesitamos grandes estructuras de refrigeración y además vienen en paquetes de mil, que cuando se abre uno se deben usar todas. Otra cosa son los costos de las otras vacunas, como la de Pfizer, que son muy altos.

El régimen ya anunció que se usará en el país la vacuna rusa.
No se sabe mucho de la vacuna rusa. Además, que los países que la están usando firman un código de sigilo por el que no pueden revelar los resultados y sus pruebas, entonces no sabemos exactamente cuáles son los verdaderos datos de protección. Esto nos deja en el limbo y nos convierte en conejillos de Indias.

Plano personal

Álvaro Roberto Ramírez Vanegas nació en Managua en el antiguo Hospital Vélez Paiz, el 16 de noviembre de 1963.
La vocación por la medicina le viene de un abuelo que era curandero.

Estuvo involucrado con Naciones Unidas en el proceso de desarme de la Contra.

Actualmente trabaja en métodos de acupuntura en Irlanda.

Durante el mandato de Violeta Barrios de Chamorro fue nombrado director nacional del Departamento de Vigilancia y Epidemiología.

Cumplió su sueño de ir como médico a trabajar al continente africano.

La Prensa Domingo Alvaro Ramírez Covid19 España

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