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Los médicos y científicos la llamaron "primera ola” y arrastró a miles de amigos, familiares y seres queridos. Se cumple un año de la pesadilla del Covid-19 en nuestro país, LA PRENSA/O.NAVARRETE

Los médicos y científicos la llamaron “primera ola” y arrastró a miles de amigos, familiares y seres queridos. Se cumple un año de la pesadilla del Covid-19 en nuestro país, LA PRENSA/O.NAVARRETE

Las siete caras de un año de pandemia del Covid-19 en Nicaragua

Este 18 de marzo se cumple un año de la llegada oficial del Covid-19 al país. Entierros exprés, cifras de gobierno inverosímiles, negocio con las pruebas, apoyo financiero y personajes muertos, entre otros, es el retrato de 365 días de pesadilla

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La noche del 18 de marzo la vida de los nicaragüenses cambió a la par que lo hacía el resto del mundo. Esa noche la vicepresidenta designada, Rosario Murillo, anunció oficialmente el primer caso de aquella enfermedad que hasta hace pocas semanas se escuchaba largo, pero que poco a poco fue colmando los titulares de la prensa internacional.

Pese a que Murillo quiso quitarle peso al acontecimiento, los nicaragüenses comenzaron desde esa misma noche a comprar mascarillas, guantes, alcohol y otros equipos de protección. Las filas en los supermercados volvieron y también la incertidumbre.

Automáticamente los expertos desde dentro y fuera de Nicaragua advirtieron del peligro al que nos enfrentábamos, pero desde el régimen lo que se hizo fue llamar a una marcha de “amor en tiempos de coronavirus”.
A partir de ahí los sucesos se fueron juntando hasta que llegamos a lo que los médicos y científicos llamaron “la primera ola” que arrastró a miles de amigos, familiares y seres queridos. Esto es un año de pandemia en Nicaragua mostrado en siete de sus caras.

Datos ocultos

En el mundo hay dictaduras, como la de Corea del Norte, donde aseguran que no tienen ningún caso de Covid-19. Otro ejemplo es Turkmenistán, donde oficialmente no habían registrado ningún contagio hasta el 25 de enero de este año. Incluso en este país se prohibió hablar sobre el nuevo coronavirus. No se menciona, no existe.

La dictadura de Daniel Ortega optó por ofrecer datos no creíbles. Los nicaragüenses se han tenido que informar por el esfuerzo realizado durante todo el año por el Observatorio Ciudadano del Covid-19 en el país. Hasta el pasado tres de marzo, según este grupo interdisciplinario de voluntarios, en Nicaragua se han reportado 13,209 casos sospechosos de esta enfermedad.

Desde un inicio Managua fue y sigue siendo el departamento más afectado por la pandemia con casi cinco mil casos. Muy lejos de Managua le sigue Matagalpa con 1,492 casos sospechosos, luego está León con 1,032 casos y Estelí con al menos 847 casos reportados.

 Desde el principio las mascarillas se convirtieron en una nueva venta en las calles. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Hasta la fecha el Ministerio de Salud (Minsa) solo ha reportado 6,398 casos positivos por Covid-19. No ha publicado cuántas pruebas se han realizado en todo el país. El Minsa tampoco reconoce las 2,997 muertes por neumonía sospechosas que el Observatorio Ciudadano mantiene en sus registros. En cambio, las autoridades aseguran que en todo el país durante estos 12 meses solo han habido 178 víctimas del nuevo coronavirus.

Lea además: Noches de muerte. El trabajo de los sepultureros en tiempo de pandemia 

El epidemiólogo Leonel Argüello dice que las cifras altas del Observatorio también están sustentadas en un subregistro “del 98 por ciento en el exceso de mortalidad en Nicaragua”. Según estos datos, hay una diferencia de dos veces en el número de personas enfermas reportadas y de 17 veces en el número de fallecidos.

“Se hizo un estudio el año pasado basado en los datos oficiales del Minsa y el Sistema Nacional de Estadísticas Vitales. Hubo más de ocho mil fallecidos el año pasado por Covid-19. Esto lo sabemos a través de un análisis que se llama exceso de la mortalidad”, dice Argüello.

Varios cementerios de Managua se vieron saturados de entierros a diario. LA PRENSA/O.NAVARRETE

El epidemiólogo pone como ejemplo que en el país en los últimos cinco años se ha mantenido constante la cifra de ocho muertes al día, por infartos al miocardio. Pero el año pasado hubo el doble de muertes por esta causa. Su conclusión es que esto es por “la propia pandemia. Que es el único factor diferente de este año respecto a los años pasados”.

Personajes fallecidos

En el contexto de la pandemia murieron varias personalidades nicaragüenses, entre ellos artistas, médicos y periodistas, pero debido al contexto social en el país llamaron especial atención las muertes de políticos. Aquí algunas de las personas que fallecieron durante los primeros meses de la pandemia. Algunos sufrieron síntomas del Covid-19.

Jacinto Suárez: El diputado sandinista fue uno de los primeros políticos en morir durante la pandemia del nuevo coronavirus. El dos de abril fue anunciado su fallecimiento “por causas naturales”.

Rita Fletes: Falleció el dos de junio de 2020. La diputada en una de sus intervenciones se declaró “hija de Daniel Ortega”.

Alejandro Pereira: El reconocido optometrista murió el tres de junio víctima del Covid-19, según su familia. Fue sepultado de manera inmediata por orientaciones médicas.

Orlando Noguera: El entonces alcalde de la ciudad de Masaya falleció el uno de junio. Noguera llevaba varios días hospitalizado.

Armando Navarrete: El economista era director del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Las autoridades del BCIE confirmaron su muerte el 24 de mayo.

Kamilo Lara: La muerte del ambientalista fue anunciada el 25 de mayo por Rosario Murillo. “Falleció, deja familia, hijos, deja una esposa embarazada y deja muchos compañeros”, dijo Murillo.

Sergio León: El periodista costeño falleció el 14 de junio con síntomas del Covid-19, tras casi dos semanas luchando por su vida. Era director de Radio La Costeñísima.

Orlando Castillo: El director del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) murió el dos de junio tras varias semanas ingresado en el Hospital Militar.

Dionisio Marenco: Tenía 73 años y era recordado por su buena gestión durante el tiempo que fue alcalde de Managua. Desde la segunda semana de mayo tuvo problemas respiratorios. Falleció el 20 de mayo.

Edén Pastora: Conocido como el Comandante Cero, en un primer momento su muerte fue confirmada y luego negada por sus familiares. Pero oficialmente falleció el 16 de junio a los 83 años.

Gustavo Bermúdez: El veterano periodista radial falleció, según su familia, con síntomas del Covid-19, pero los médicos pusieron en el acta de defunción “neumonía atípica”. Murió el 27 de mayo.

José Francisco “Pepe” Ruiz: Un mes antes de morir hizo bromas sobre la letalidad del Covid-19, llamándole “virus maricón”. Ruiz tenía 76 años y murió el 24 de junio.

Nicas varados

La única orden para cerrar fronteras que “emitió” la dictadura fue dada el 18 de mayo de 2020. Pero lejos de ser para proteger al país de la epidemia, fue una reacción casi de venganza contra Costa Rica, porque este país decidió cerrar sus fronteras al comercio regional y exigir una serie de requisitos para ingresar al suelo tico.

Miles de nicaragüenses sufrieron el cierre de las fronteras de su propio país y terminaron a la deriva en barcos, albergues e iglesias en diferentes partes del mundo. Desde casi toda la región centroamericana, las Islas Caimán e incluso Asia y Europa.

“Ortega se dio el lujo de regresar aviones que venían con nicaragüenses que solo querían regresar a sus casas”, dijo el activista costeño Jonathan Duarte, que medió para que muchos de estos nicas pudieran volver.

Nicas varados en El Salvador. LA PRENSA/CORTESÍA

Durante casi seis meses el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino estuvo sin recibir vuelos internacionales.
En septiembre ingresó el primer vuelo comercial, luego que casi la totalidad de las aerolíneas que operaban en el país suspendieran sus vuelos.

Pero el calvario se hizo más largo y persiste, incluso hasta el día de hoy. Varias de estas empresas han postergado su regreso.

Volar hacia Nicaragua es un auténtico dolor de cabeza en la actualidad, principalmente por la gran cantidad de exigencias que la dictadura exige tanto a los viajeros como a las empresas de vuelo.

Socorro millonario

Luego de negar durante los primeros meses el impacto que estaba teniendo la pandemia en Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega terminó por aceptar el golpe económico que supuso la autocuarentena y comenzó a realizar préstamos internacionales para atender a los afectados por el virus. Además, también entraron a Nicaragua miles de dólares en ayuda humanitaria y en material sanitario.

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El 10 de mayo la dictadura recibió 15.3 millones de dólares en ayuda por parte del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el Gobierno de Taiwán y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Sin embargo, eso no hizo que las autoridades respondieran de manera adecuada a la emergencia sanitaria que se estaba viviendo. En abril, Taiwán ya había entregado 500 mil dólares para adquirir equipos e insumos médicos.

El BCIE también autorizó al régimen sacar 11.7 millones de dólares de un préstamo anterior de 77.4 millones que ya había sido aprobado para invertirlo en mejorar carreteras. Este dinero, según las autoridades, sería invertido en el “Programa de Emergencia, Prevención y Contención del Covid-19”, pero dicho programa nunca fue presentado ni detallado.

 La demanda en las funerarias creció a casi el doble de un día para otro. LA PRENSA/O.NAVARRETE

En noviembre de 2020 la Asamblea Nacional aprobó con urgencia un préstamo por 183.5 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI), argumentando que este dinero sería invertido en programas médicos y para ayudar a afectados por los huracanes Iota y Eta. Inicialmente la dictadura pretendía que el FMI le prestara 470 millones, pero le fueron denegados.

El ocho de diciembre el Banco Mundial anunció que había aprobado un préstamo por 20 millones de dólares a Nicaragua para apoyar “la respuesta a la pandemia del coronavirus”.

“El Banco Mundial ha sido un socio histórico de nuestro país y con este nuevo financiamiento, que recibimos en condiciones altamente concesionales, podremos sumar esfuerzos para hacer frente a las necesidades de nuestra gente”, dijo el ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta.

Ese mismo mes el Fondo de Seguros contra Riesgos de Catástrofe del Caribe (CCRIF, por sus siglas en inglés) informó que la dictadura había recibido un pago de 30.6 millones de dólares por los daños provocados por los huracanes Eta y Iota, que golpearon sobre todo al Caribe Norte en noviembre.

En enero de este año, de nuevo con el Banco Mundial, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo logró conseguir un préstamo de 80 millones de dólares para la “recuperación” de las zonas afectadas por ambos ciclones. Pero esta vez esta entidad financiera aceptó otorgar el préstamo, pero bajo estricta supervisión y con el involucramiento de una agencia de las Naciones Unidas.

La represión ejercida desde abril de 2018 había hecho que la dictadura transitara una dura “sequía financiera” con los organismos internacionales, pero con los efectos de la pandemia y los dos huracanes al finalizar el 2020 Ortega logró “destrabar” 100 millones de dólares del Banco Mundial.

Según los economistas, las crisis sanitaria y ambiental facilitaron a la dictadura el acceder a millonarios préstamos internacionales, pero afirman que no se puede hablar de una fuerte “oxigenación” económica, ya que el país arrastra una crisis política desde 2018 que ha golpeado fuertemente a la económica nacional.

Entierros exprés

 Las medidas de seguridad en los cementerios incrementaron durante la primera ola. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Ramón Romero admite que entró en pánico cuando vio como amigos y conocidos de su edad, e incluso más jóvenes que él, comenzaron a morir “de un día para otro”.

Este comerciante, que no llega a los 60 años, tiene un tramo en el Mercado Oriental. En la cuadra donde trabaja, cuenta, que murieron al menos cinco comerciantes a los que tenía años de conocer. Señala que sintió la muerte rondando cerca de él.

“Yo me ponía mascarilla, guantes y el dinero lo metía en agua con cloro. Si alguien llegaba a mi tramo sin mascarilla, yo no le vendía y le pedía que mantuviera su distancia”, cuenta.

Si uno hace una rápida búsqueda en internet con las palabras “entierros exprés”, es casi seguro que se encuentre un artículo sobre Nicaragua en las primeras tres respuestas.

Este fenómeno es único en la región. En otros países se habla de entierros exprés, pero se refiere a las víctimas del Covid-19 que eran enterradas de manera urgente para evitar el contagio y por recomendación médica. En Nicaragua estos entierros a la ligera fueron utilizados para tratar de ocultar la gran cantidad de personas que estaban muriendo a diario.

Llegó un momento en que la atención hospitalaria colapsó. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Cuando ya fue difícil realizar los entierros de noche, las funerarias se lanzaron a las calles a plena luz del día.
El negocio de los fabricantes de ataúdes creció de manera desproporcionada, tanto así que comenzaron a fabricar las cajas sin ventana, acabado, pintura, forro interior y de materiales como cartón comprimido.

Los entierros exprés se acabaron con la primera ola. Pero, según los epidemiólogos, en Nicaragua se comenzó a registrar una segunda ola, pero de una intensidad un poco más baja.

“Lo que pasa es que las personas aprendieron a cuidarse, a tratarse en sus casas y prefirieron eso a ir a un hospital”, dice el doctor Álvaro Ramírez, que contrajo la enfermedad en enero de este año y estuvo al borde de la muerte.

Según los especialistas, en la actualidad seguimos en esa segunda ola que ha mostrado unas cifras ascendentes desde noviembre de 2020, hasta la fecha. Solo en esta última semana, según la actualización de las cifras del Observatorio, se reportaron 21 muertes sospechosas por esta enfermedad.

Pruebas “rentables”

Desde un primer momento las autoridades monopolizaron el uso de las pruebas y test rápidos para detectar este virus. Las clínicas y los hospitales privados hasta el día de hoy no pueden realizar estos exámenes.

El 25 de marzo, según José Adán Aguerri, expresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), varios centros médicos privados ya habían solicitado ante las autoridades un permiso para realizar estas pruebas, pero no recibieron respuesta alguna.

En una conferencia de prensa, Roberto López, presidente ejecutivo del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), dejó entrever que los hospitales privados no estarían autorizados para realizar pruebas de detección del Covid-19.

Esta se convirtió en una imagen frecuente en los hospitales. LA PRENSA/O.NAVARRETE

El seis de abril llegó un avión a Managua cargado con 26 mil test rápidos para detectar el virus. Esto como parte de un plan de contingencia regional por parte del BCIE. Las pruebas fueron una donación.

Hasta la fecha no se sabe cómo fueron utilizadas estas pruebas. Ni siquiera se sabe si ya fueron utilizadas.

En otros países la aplicación de estas pruebas se hizo mediante centros públicos y privados, gracias a esto Corea del Sur, por ejemplo, logró detectar a un gran número de personas infectadas y tratarlas de manera inmediata.

Aquí de nuevo la dictadura utilizó la pandemia para su beneficio y en julio anunció el cobro de la prueba tanto para salir como entrar al país por la suma de 150 dólares. Se ordenó la compra de unas 100 mil pruebas de laboratorio de proteína C reactiva (PCR) y luego se recibió una donación de cinco mil unidades que llegaron desde Rusia.
A diario son filas enormes para realizarse estas pruebas, en el Complejo Conchita Palacios.

Vacuna incierta

Según el doctor Argüello, es poco lo positivo que se puede sacar de este año de pandemia. Asegura que de las pocas cosas buenas que dejó es que la salud volvió a ser tema de suma importancia y que el autocuido fue clave para superar de la mejor manera estos meses de encierro, miedo e incertidumbre.

“El papel del Minsa era el de haber alertado a la población antes de que llegara la epidemia. Era más que obvio que iba a llegar. Perdió ese rol y la vigilancia epidemiológica”, sentencia Argüello.

Para este epidemiólogo el titular que le dejan estos 12 meses luchando contra el Covid-19, es que “se perdieron vidas que se pudieron salvar”, si tan solo las autoridades hubieran tomado las medidas necesarias y observado todas las recomendaciones.

En el mundo, el 2021 es el año de la vacunación. No será una tarea fácil y como siempre la desigualdad entre los países pobres y ricos se verá reflejada.

Desde el Comité Científico Multidisciplinario afirman que, para lograr una inmunidad sólida, al menos el 80 por ciento de los nicaragüenses debe de recibir la vacuna.

Según Rosario Murillo en Managua, Chinandega y León esta semana se aplicaron vacunas. LA PRENSA/TOMADA DE EL 19 DIGITAL.

El pasado nueve de marzo, Rosario Murillo dijo que ya existía un programa de vacunación y detalló fechas y lugares para aplicar las vacunas. Del 10 al 13 de marzo se aplicarían vacunas en Managua y en otros departamentos en los hospitales públicos.

La vacunación “voluntaria” inició el dos de marzo. Llas vacunas con las que cuenNicaragua son la Sputnik V, de fabricación rusa, cuyo primer lote arribó el 23 de febrero y un lote de dos mil dosis de Covishield de procedencia India y que fueron una donación.

Como era de esperar, la vacunación se sigue llevando en secretismo por parte del régimen, mientras en el mundo ya se comienzan a publicar diversas investigaciones sobre las graves secuelas que deja esta enfermedad en las personas que la sobreviven.

La poca información que se tiene desde la dictadura es que al país entrarán además de la vacuna rusa, la vacuna de AstraZeneca, Moderna y Covaxina de la India.

“Estamos frente a la enfermedad más grave que hemos tenido en los últimos 100 años y aquí la estamos viendo como catarro”, finaliza el doctor Leonel Argüello.

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