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20, 30, 40, 50… ¿A qué edad se logra ser independiente?

Por alguna extraña o peculiar razón, siempre que se aproxima mi cumpleaños siento la necesidad de analizar lo que he hecho en mis años de vida. Es una especie de introspección que, a seis días exactos de cumplir 28 años, no puede faltar.

Fátima Arellano

Por alguna extraña o peculiar razón, siempre que se aproxima mi cumpleaños siento la necesidad de analizar lo que he hecho en mis años de vida. Es una especie de introspección que, a seis días exactos de cumplir 28 años, no puede faltar.

Sí, 28 años, ya casi culminando la década de los 20, y lo digo con mucha satisfacción porque cada año de vida me ha costado mucho, ¿y a quién no, verdad? Por eso, siempre me ha parecido un poco ingenuo de parte de algunas mujeres que nieguen su edad, que le resten años o simplemente que no la digan.

A mí los años me han traído muchas lecciones. He llorado, reído, me he caído y también me he levantado, y lo que es mejor, con más fuerzas que antes. Y he crecido, quizás como todas, inmersa en cuentos de hagas, desde los más clásicos hasta los ahora modernos, que aunque adaptan los argumentos originales, el mensaje sigue siendo el mismo: ser felices por siempre con “el príncipe azul”.

Educada también bajo principios bautistas que siempre agradeceré. Educada para ser una profesional exitosa, hija, hermana, sobrina, nieta, esposa, madre, ama de casa, nuera, cuñada, amiga… y la lista continúa, como si no fuera suficiente tratar de ser uno mismo como para tener más roles, que además esperan que desempeñemos a la perfección. Sí, educadas para tener ese final feliz que con el paso de los años poco a poco también hemos ido adaptando los argumentos clásicos.

Hoy en día, las mujeres no solo deseamos formar una familia, también anhelamos una estabilidad económica y emocional para lograr ser completamente independientes. Lo que muchas veces ignoramos es que no es tan fácil como pareciera, y en el camino lo vamos comprobando.

Esto mismo lo conversé con dos especialistas, una en finanzas y la otra en terapia de parejas y también en sexualidad. Con una abordé la parte de independencia económica y con la otra sobre independencia emocional, ambas igual de esenciales.

Para Elaine Miranda, especialista en finanzas, la independencia financiera empieza cuando uno es capaz de mantener absolutamente todos los gastos sin ayuda de nadie, sean los padres o el esposo. “Independizarse quiere decir que reconoces la diferencia entre verdaderas necesidades y simples deseos y te limitas a comprar y gastar en lo que necesitas y no en todo lo que quieres. Es decir, que eres ciento por ciento responsable de tus finanzas”, explica.

En mi caso, eso quiere decir que aún no soy independiente, porque vivo bajo el techo de mi madre, con todo lo que eso implica. Y es que de acuerdo con nuestra cultura, se acostumbra vivir con los padres hasta que nos casamos, para pasar a vivir con el esposo. Raras mujeres, confirma Elaine, pasan por la experiencia de salir del nido y vivir por su cuenta, pasando por las duras y las maduras, lo que realmente nos hace crecer.

“Cuando vivimos con nuestros padres no sabemos realmente cuáles son los gastos que tenemos, pues por lo general, no pagamos renta ni servicios básicos ni comida, lo cual nos permite gastar el dinero enteramente en nosotras y esto crea un nivel de vida ilusorio porque hay una gran cantidad de gastos que en realidad existen, pero que no son pagados por nosotras”, afirma.

He ahí la razón de que consideremos que mudarnos y ser independientes es lo más sencillo y aunque sí es posible y necesario, Elaine recomienda empezar a responsabilizarnos de todos nuestros gastos, sacar cuentas, hacer un presupuesto y ver si realmente somos capaces de costearnos todo antes de tomar cualquier decisión.

“Todos quisiéramos poder vivir en una mansión, pero lo cierto es que no todos podemos y por eso debemos aprender a vivir dentro de nuestras posibilidades. Si tus ingresos son de 500 dólares no puedes alquilar algo que te cueste 300 dólares, porque entonces ¿con qué vas a pagar el resto de gastos? Pero tener lo suficiente para pagar los gastos no basta, ya que también te debe quedar una parte de tus ingresos para poder ahorrar y para que haya un fondo de emergencia— en caso de una enfermedad o accidente—, y también para tener un futuro financiero estable”, recomienda Elaine.

Con respecto a la independencia emocional, que no depende de cuánto dinero tengamos, Ana Salgado, terapeuta sexual y de parejas, dice que esta se logra cuando revisamos nuestras creencias con respecto a las relaciones con las demás personas.

“Si yo pienso que necesito a un hombre para que sea mi respaldo o a una mujer para que me cuide, no voy a poder ser independiente. Esto se aprende en casa, desde muy pequeño. A los 5 años ya aprendemos. Y no se aprende por lo que los padres dicen, sino por lo que hacen. Las actitudes más sutiles, el niño las nota y de ahí aprende”, afirma.

Y si de niños ya aprendimos lo que de adultos deberíamos aplicar, ¿será correcto ponernos una fecha o edad límite? ¿Alguna vez te has dicho que para antes de los 30 años ya tendrás un trabajo más que estable y bien remunerado, carro, casa y serás esposa y madre? A veces sin desearlo, todo esto solo nos ata y estresa, porque si no lo logramos para entonces es casi inevitable no sentir un poco de frustración.

Según Ana, muchas de esas metas tienen que ver con cuestiones externas de las que no se tiene control.

“Las metas de tener una casa, un carro, etc, tienen que ver con las oportunidades reales que tenga de alcanzarlas y el esfuerzo que ponga día a día para lograrlas. Hacer lo que tengo que hacer todos los días para cumplir esa meta me acerca, pero no me asegura que lograré lo que quiero. En el caso de poner una meta tan grande con una fecha, requiere que esté dispuesta a fracasar sin sentir que todo está perdido si no lo logro”, comenta la terapeuta.

Educada para vivir

Tal como lo han expuesto las especialistas, es fundamental aterrizar nuestras metas, sueños y anhelos para alcanzar tanto la independencia económica como la emocional en nuestras vidas. Y el mundo no se derrumba ni se acaba porque no hayas logrado eso que te propusiste en la edad que te hayas trazado, ni significa que no estés a tiempo de retomar el camino, ya con la ventaja que solo la experiencia es capaz de otorgar.

En estos 28 años he aprendido que la “madurez”, ese término que empleamos para englobar otras tantas palabras, solo se adquiere viviendo. La vida es todo un universo de episodios que traen consigo innumerables lecciones, las que acertadamente podríamos aplicar para nuestro bien, en dependencia de lo que queramos.

28 años de vida. 28 razones para desear seguir viviendo, para explorar, conocer y crecer a nivel personal. ¿Cuántos años tienes? ¿Cuántas razones para seguir viviendo y reinventarte? Recuerda que solo cuando logramos tener independencia emocional somos capaces de todo, principalmente de amar de verdad.

Nosotras independencia mujeres

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