
Escribía en las paredes. Había versos tétricos como uno donde aseguraba que había visto al diablo u otro en el que decía que las putas y los gatos eran los únicos que lo iban a extrañar cuando muriera. Magazine/La Prensa/Cortesía B. MARANHÃO
Entre el genio y la botella
El poeta más renombrado que ha tenido Nicaragua, después de Rubén Darío, vivió su grandeza literaria entre la máquina de escribir, el licor y la soledad en una pequeña casa de Managua, donde varios escritores y amigos conocieron al personaje que una amiga describe con dos palabras: genio y bestia