La oposición de Venezuela, igual que la de Nicaragua, tiene expectativas de que el nuevo gobierno de Donald Trump en Estados Unidos (EE. UU.) actuará más enérgica y eficazmente contra la dictadura.
Dirigentes opositores de los dos países que sufren el mismo infortunio político dicen que no esperan que el cambio llegue de EE. UU. Aseguran estar claros de que la liberación y la recuperación de la democracia es tarea de los pueblos de cada país. Pero sí creen que según sea la posición del próximo gobierno de Trump, en relación con las dictaduras, podrá influir para que desaparezcan más pronto o para que se mantengan indefinidamente en el poder.
Durante su primer gobierno, de enero de 2017 a enero de 2021, Trump enfrentó con energía a la dictadura de Venezuela. Reconoció al gobierno interino de Juan Guaidó y aplicó drásticas sanciones económicas al régimen de Nicolás Maduro. Pero no se atrevió a aprobar una acción multinacional en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), como al parecer querían algunos de sus colaboradores más cercanos, partidarios de la “línea dura”.
Ahora el entorno geopolítico en el que Trump desarrollará su segundo mandato es diferente al de hace 8 años. Sobre todo, porque esta vez tendrá que lidiar con crisis internacionales de extrema peligrosidad y por lo tanto de mayor prioridad, como son las guerras en Ucrania y el Medio Oriente.
Durante su reciente campaña electoral Trump ni siquiera mencionó a la dictadura venezolana. La única referencia que hizo a Venezuela fue que este país está mejor que EE. UU. porque, según él, la mayoría de los criminales venezolanos se trasladaron como inmigrantes ilegales al territorio estadounidense.
Precisamente por el problema de la inmigración ilegal a EE. UU., que es prioritario para Trump, es que algunos analistas políticos consideran que su gobierno podría entenderse con el régimen de Maduro. Eso facilitaría la deportación masiva de inmigrantes venezolanos ilegales, entre los que se encuentran los miembros de la temible organización criminal Tren de Aragua.
En realidad, la política del próximo gobierno de Trump, tanto para Venezuela como para Cuba y Nicaragua, podría ser beligerante o pasiva, dependiendo de quién estará a cargo del Departamento de Estado de EE. UU.
Las personas que se mencionan como probables para ser el próximo secretario de Estado son el senador de origen cubano Marco Rubio; el exjefe del Consejo de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, y Elbridge Colby, fundador del centro de pensamiento político conservador de Washington, Marathon Initiative.
El senador Rubio pertenece a los llamados “halcones” del poder político de EE. UU. y respalda activamente la causa de la libertad para los países latinoamericanos dominados por dictaduras. De manera que siendo secretario de Estado podría promover una política estadounidense mucho más activa y beligerante contra las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Pero hasta ahora se trata solo de suposiciones y expectativas.