Bailar salsa, pasear en los típicos autobuses coloridos de Colombia y lanzarse en parapente puede que no sean experiencias excepcionales para los turistas que llegan a Cali. Pero todo cambia cuando se hace a ciegas.

En imágenes | Colombia se suma al «turismo para ciegos»
Martes 22, Agosto 2017

Dentro de los autobuses turísticos conocidos como "las chivas rumberas", la música nunca deja de sonar y la falta de asientos obliga a que los viajantes bailen. Entre risas y aplausos, los viajeros conocieron así una parte de Cali. LA PRENSA/AFP

Bailar salsa, pasear en los típicos autobuses coloridos de Colombia y lanzarse en parapente puede que no sean experiencias excepcionales para los turistas que llegan a Cali. Pero todo cambia cuando se hace a ciegas. LA PRENSA/AFP

Un grupo de extranjeros ciegos o con visión disminuida experimentó en los últimos días en Cali, Colombia, lo que por mucho tiempo estuvo exclusivamente reservado a videntes: Bailar o hacer parapente. LA PRENSA/AFP

El llamado "turismo para ciegos", que incluye hacer desde escultura hasta deportes extremos, aterrizó por primera vez en Colombia luego de despegar de Argentina y hacer una primera parada en México. LA PRENSA/AFP

Sesenta y nueve extranjeros con discapacidad visual provenientes de América Latina y Europa llegaron a Cali para una inédita cita en esta ciudad del suroeste de Colombia. LA PRENSA/AFP

El costo, según los organizadores, es prácticamente el mismo que pagaría una persona sin problemas visuales. Dependiendo del país de destino, cada participante pagó entre 800 y 1,200 dólares, aparte de boletos aéreos. LA PRENSA/AFP

Cuando hacen "turismo normal", los ciegos chocan con la falta de anfitriones especializados. La "gente tiene unas carencias, no sabe cómo tratarte y eso no nos ayuda nada", recuerda Rafa Matos, uno de los extranjeros que visitó Cali.

Bajo la conducción de guías profesionales y voluntarios, el grupo de 69 alemanes, españoles, argentinos, dominicanos y ecuatorianos, entre otros, recibió clases de salsa, recorrió la ciudad y hasta se montó en las "chivas rumberas". LA PRENSA/AFP
