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Así es migrar de Venezuela a Arauca, lugar bajo el yugo del Ejército, la FARC y narcotraficantes

“Arauca, durante 2018, en proporción a la población, es el departamento que tuvo más homicidios de población venezolana”, indica Borja Santamaría, jefe de la oficina local de Acnur

Martes 4, Junio 2019
Los policías que lo custodian el puente internacional José Antonio Páez en Arauca, Colombia, en la frontera con Venezuela, miran de lejos a cientos de emigrantes que desembarcan a diario en las riberas lodosas del río. Las autoridades calculan que el 16% de los 93.000 habitantes de Arauca son venezolanos. LA PRENSA/AFP
Los venezolanos huyen de la crisis, pero se están encontrando de frente con la guerra en Colombia. Minada de múltiples amenazas, su vía de escape desemboca en un riesgo mayor, el de convertirse en carne de cañón de grupos armados. LA PRENSA/AFP
Sobre el limítrofe río Arauca, el vaivén de las canoas es incesante. Pero el puente que une a estos dos vecinos enemistados está desierto desde febrero, cuando Caracas ordenó cerrar la frontera. LA PRENSA/AFP
El miedo no es infundado. Arauca está bajo el yugo del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla del país, con 2.300 combatientes y que -según militares colombianos- se refugia en territorio venezolano. LA PRENSA/AFP
Por décadas fueron los colombianos los que se resguardaron en Venezuela del conflicto armado. Pero ahora son los venezolanos quienes vienen a comprar comida, medicamentos y otros productos que escasean en su país y algunos de los que migran lo hacen con bebés en brazos o llevando ancianos en silla de ruedas. LA PRENSA/AFP
Pese a la ola migratoria, en este municipio no han instalado carpas o refugios para atenderlos. Durmiendo en hamacas o directamente en el suelo, familias enteras se amontonan bajo los árboles del malecón que bordea el tumultuoso río, afluente del gran Orinoco. LA PRENSA/AFP
Muchos insisten en su plan de fuga: con el morral en la espalda, cargando a sus niños o tomándolos de la mano, están determinados a recorrer los 750 km que los separan de Bogotá, bien sea caminando o aferrados a la parte trasera de algún camión. LA PRENSA/AFP
El comedor de las Misioneras de la Esperanza, sirve cada día 250 comidas para los emigrantes, financiadas por la ONG Caritas. LA PRENSA/AFP
A lo largo de la vía los caminantes hallan con frecuencia puestos de atención del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y otras organizaciones humanitarias que les reparten alimentos y artículos de higiene. LA PRENSA/AFP
Castigados por la inseguridad en su país, a los venezolanos los acecha la violencia que indiscriminadamente siega vidas en Colombia. El año pasado al menos 31 venezolanos abultaron la lista de 168 asesinados en el departamento, donde la tasa de homicidios es de 62,2 por cada 100.000 habitantes, casi el triple del nivel nacional. LA PRENSA/AFP
Pese a la ola migratoria, en este municipio no han instalado carpas o refugios para atenderlos. Durmiendo en hamacas o directamente en el suelo, familias enteras se amontonan bajo los árboles del malecón que bordea el tumultuoso río, afluente del gran Orinoco. LA PRENSA/AFP
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